¿Sabes lo que realmente estás comiendo?, es una pregunta a la que muchas personas se podrían sentir tentadas a decir que sí, pero, ¿están al 100% seguros de no equivocarse?…
Una gran frase de Hipócrates dice: “que el Alimento sea tu medicina, y que la medicina sea tu alimento”, pero ¿es posible que un alimento más que ser nuestra medicina se convierta en la causa de nuestras enfermedades?
Tal como apunta el libro de los estadounidenses Pollan y Schlosser: Comida S.A: una guía para conocer como los alimentos industrializados nos están haciendo cada vez más enfermos, obesos y pobres, es importante reflejar una realidad que se encuentra oculta ante nuestros ojos.
La obra indica que nuestra alimentación actual es más un problema que una solución para nuestra salud. El problema recae en que los beneficios económicos de algunos grandes productores sigue siendo mucho más importante y potente que los beneficios de la salud de sus clientes y consumidores.
Una tendencia posible, ya que los consumidores desconocemos qué hay detrás de cada envase de alimento, así como qué estamos ingiriendo o ignoramos las prácticas corruptas que se esconden detrás de la producción de alimentos.
Cuando se analiza a profundidad, se descubre que el problema va desde la manipulación de los animales, el abuso en el uso de antibióticos, las constantes epidemias, el atropello de las leyes y derechos de los trabajadores del campo. A lo que se suma la incapacidad de comprar alimentos saludables, por lo que se escogen alimentos manipulados pocos nutritivos, que cuentan con alteración genética y que producen algunas enfermedades, como el cáncer.
¿Cuántas veces no hemos visto en las etiquetas de los alimentos denominaciones como “ orgánico”, “natural”, “saludable” o “light”, sin percatarnos, como consumidores, de lo que está detrás de esas palabras. Unos conceptos que ocultan otra realidad, en la que las industrias manipulan las materia primas a su antojo, aprovechando al máximo los recursos para reducir los costos de producción (dando mayores ganancias y vendiendo un producto supuestamente saludable), por lo que engañan a miles de millones de consumidores a nivel mundial.
Ante esta situación, no deberíamos sorprendernos ante el alarmante incremento de enfermedades crónicas degenerativas, infertilidad femenina y disminución del coeficiente intelectual de los niños, (pues son, estos últimos, los más vulnerables y los que requieren de alimentos saludables para poder garantizar un crecimiento y desarrollo adecuado).
Una parte de la responsabilidad también recae en los padres, ya que les resulta mucho más fácil “comprarle” a los niños cualquier alimento que esté embotellado, envasado o pre fabricado para la merienda, que prepararle en casa un plato saludable. Lo que, por ende, se traduce en un abuso del consumo de alimentos no idóneos que van enfermando a nuestros hijos sin percatarnos, hasta que, ya tarde, se comienzan a presentar los primeros síntomas de algún trastorno y/o enfermedad.
Las grandes empresas de pollo, carne y cerdo en los Estados Unidos se aprovechan de los granjeros para disponer de prácticas no tan adecuada en la cria ese tipo de animales. Con el fin de vender más, se crían artificialmente e inadecuadamente a los animales, cambiando la manera de alimentarlos, al utilizar técnicas diferentes e innaturales como, por ejemplo, el uso de productos transgénicos.
En este sentido, mientras las vacas se alimentan por naturaleza de pastos, en las industrias los alimentan con granos transgénicos, aportando a la carne del animal sustancias transgénicas y antibióticos que, posteriormente, nosotros adquirimos al alimentamos.
Con la globalización de la economía no hay país que esté exento de alimentarse con este tipo de alimento, pues ya en muy pocos lugares del mundo se consumen alimentos de autoproducción y, aunque así sea, la proveniencia de las semillas de las agricultura pueden ser de origen transgénico o provenir de campos contaminados con semillas transgénicas.
Ante una realidad como esta, el cambio sólo puede lograrse a través del consumidor, quien debe ser el primero en exigir alimentos más saludables, claridad en el etiquetado nutricional de los productos, así como transparencia ante los alimentos transgénicos y de dudosa elaboración.
Los venezolanos dependemos de muchos alimentos y materia prima importada, es por ello que no estamos ajenos a esta realidad mundial. Como una imagen vale más que mil palabras, les recomiendo observar la película–documental Food Inc. (Comida S.A) para abrir los ojos ante lo que estamos consumiendo.