La reconocida diseñadora de moda desea pasar el testigo para que el color característico de su obra nunca se apague.
Ágatha Ruiz De La Prada soñaba, de niña, con ser pintora. Una pasión por llenar de color un lienzo blanco, de transmitir y crear obras que permanecieran impregnadas dentro de la memoria del espectador. Con la adolescencia, reconduciría su talento hacia la moda. “A esa edad, se piensa que si se está bien vestida no puedes ser infeliz, así que si creaba mis propios vestidos, siempre estaría sonriente”, afirma la diseñadora. Sin embargo, su estilo no cambió, manteniendo su vinculación con el color y las figuras geométricas que han permitido reconocer su trabajo alrededor del mundo.
La ‘democratización de la moda’ le ha permitido expandir sus colecciones a través de los cinco continentes, aunque reconoce a que el proceso de internacionalización se llevó a cabo “pasito a pasito, suave suavecito”, afirma entre risas a IberoEconomía. Un proceso que le ha llevado a “tener amigos por todas partes del mundo, mucho de ellos que se han convertido en personas muy cercanas”, precisa. Uno de esos grandes destinos es México, donde, así como en el resto de América Latina, se ha incrementado la realización de los ‘Fashion Shows’.
“Es una tendencia que ha venido creciendo. Recientemente, he participado en varios que se han celebrado en México DF, Monterrey, Guadalajara, Aguas Calientes y Cancún, así como en otras ciudades”, matiza. En este sentido, Ágatha Ruiz De La Prada admite que ha percibido la evolución que se ha vivido en la región durante los últimos años. Incluso, cuenta que “una de las curiosidades que tiene la democratización de la moda fue que, en un viaje a una zona muy pobre de Colombia, pude encontrarme con personas que vestían de Ágatha Ruiz De La Prada. Fue una experiencia inolvidable”.
El estar presente en cada espacio del mundo no es una labor sencilla. “Muchos me decían que era una locura o que mi trabajo no era moda. Todo eso sólo sirvió para impulsarme aún más y seguir creciendo a pesar de la adversidad, igual que le ocurrió a Picasso”, indica. De ahí que sea consciente de que “ya amen u odien mis creaciones, las personas las reconocen en cualquier parte y eso significa que tienes un estilo propio, así como que estás haciendo bien tu trabajo”.
A pesar del prestigio, Ágatha Ruiz De La Prada no se olvida de su equipo. “Siempre hay que ser conscientes de que es el empleado el que escoge a la empresa, y no al revés. Por eso hay que reconocer el talento humano y, en nuestro caso, contamos con una variedad tan amplia de proyectos que es casi imposible aburrirse”, puntualiza. De ahí que afirme que “yo, por ejemplo, disfruto haciendo de todo cada día”.
Un futuro a todo color
Ágatha Ruiz De La Prada ha asegurado, durante su participación en el South Summit 2017, que tiene previsto volcar sus esfuerzos a su fundación privada, donde preserva y cuida de su obra”. Sin embargo, su meta más grande apunta en otra dirección. “Se pueden contar con los dedos de las manos aquellas empresas de moda que han logrado sobrevivir a la primera generación. Sé que es una tontería, pero me encantaría que mi empresa pasara a la siguiente generación”. Es decir, que su apuesta por llenar de color las pasarelas del mundo se prolongue por muchos más años y, así como los grandes pintores, las obras que llevan su firma nunca pasen de moda.