No son Bolivarianos, son simples chavistas

Chavez y maduro acaban con las industrias

La derecha le hace el juego a la izquierda al «comprar»; el vocabulario utilizado por ésta en su relato comunicacional cuando habla sobre Venezuela.

Tengo mucho tiempo queriendo escribir sobre este tema que, aunque pueda parecer una  tontería, no es poca cosa y mucho menos en estos tiempos de radicalización. Uno de los rasgos distintivos del socialismo del siglo XXI iberoamericano, es eliminar la identidad de las personas y sociedades en las que se desenvuelven; y esto, empieza en primer lugar con el vocabulario.

Así empezaron en Venezuela, como lo hacen ahora en España, con esta pantomima de dialecto inclusivo; luego, ya en el poder, a eliminar nombres de calles, parques y sitios icónicos, cambian o modifican leyes y hasta tergiversan la historia del país a su conveniencia, hasta que poco a poco, la gente ya duda de dónde están, de cómo hablar o de quiénes son.

Y así, la gente pierde mediante el paso indiferente y monótono del tiempo, la conexión con su pasado, con su identidad, con aquello que lo define dentro de un espacio y un tiempo determinado, aquello, que da forma a su realidad, que le da sentido de pertenencia y, cuando te quitan eso ¿cuál causa vas a defender?.

Otra fase es la de la apropiación de símbolos; en especial, aquellos que son referentes de unidad e identidad, pero no porque los sientan más que los demás ni mucho menos, no, lo hacen simplemente para refugiarse en el paraguas que les ofrece esa identidad, pertenencia y hasta superioridad moral que sólo puede otorgar un gran símbolo manipulado.

Esto es lo que pasó con la palabra «bolivariano», se apropiaron de la conexión del término con las personas, del poder de representación que tiene Simón Bolívar para los iberoamericanos. Pero en ningún caso, Simón Bolívar tiene en su pensamiento político, ni mucho menos en su accionar ninguna vinculación con el socialismo, comunismo o mejor dicho, con el castro- chavismo que lucha sin descanso por empobrecer, arruinar e hipotecar el futuro de países
enteros.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, Bolívar y Ponte Palacios y Blanco, más allá de sus luces y sombras -dentro de la época y la realidad que le tocó vivir-, representa la libertad, la capacidad de lucha, decisión y sacrificio en pro de un futuro mejor para millones de personas y eso, no tiene nada que ver con aquellos que han intentado apropiarse de su memoria.

Por eso, me asombra escuchar a líderes políticos de los tres partidos de derecha y a periodistas de distintos medios de comunicación por igual, referirse al régimen autoritario que impera en Venezuela como «bolivariano», con el mismo tono despectivo con el que le llaman criminal o violador de DDHH.

Durante esta campaña electoral en Madrid, estamos viendo la importancia del relato y de mantener ese relato, el mejor ejemplo fue, que ante la brillante estrategia de Isabel Díaz Ayuso de basar las elecciones entre el comunismo y la libertad, la izquierda ha intentado cambiar el debate por el de democracia o fascismo.

En reglas generales, el discurso de la derecha en contra del régimen autoritario de Nicolás Maduro es correcto, pero hay algunas cosas muy importantes que perfeccionar, sobre todo, si queremos -como comenté en mi artículo de la semana pasada- posicionar el tema de Venezuela y la búsqueda de una solución real, más allá de las campañas electorales españolas.

Estos regímenes como el cubano, el venezolano o el nicaragüense, así como los movimientos y organizaciones que los apoyan, son simples chavistas, personas que se mueven por el lucro personal sin importar el daño que deban causar para conseguir dicho lucro, que premian la obediencia ciega sobre el mérito, la trampa y el atajo sobre el esfuerzo y la constancia, son personas que engañan y mienten para conseguir sus objetivos; en fin, son resentidos sociales que creen que la vida o las demás personas les debemos algo.

Incluso pactan y tienen vínculos con organizaciones criminales y terroristas, creando una red de conexiones que cada vez es más difícil de desarticular. Por eso, creo necesario dejar de seguirle el juego al discurso chavista por parte de los partidos y los medios de comunicación españoles con algo que es tan importante como lo es un discurso unificado y coherente.

Y si usted que me lee hoy, sea venezolano o no ¿está de acuerdo con lo que aquí planteo?.

https://iberoeconomia.es/opinion/venezuela-de-campana-en-campana/

Acerca de Daniel Lema Rincón 90 artículos
Politólogo, Master Seguridad y Defensa y en Adm. Pública. Gabinetes Estratégicos, Seg. Ciudadana y Campañas Electorales. Siempre me ha motivado ayudar a aquellas personas que lo necesitan, por eso, mi vocación me llevó al servicio público a través de la política; primero en España, luego en Venezuela.