Después de la vorágine de acontecimientos políticos que ha vivido España en las dos últimas semanas, es necesario que no nos desviemos de la realidad que vivimos y de la debacle que nuestra calidad de vida ha sufrido desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno nacional.
Creo que la crisis por la que atraviesa el partido popular ha sido necesaria, para nada positiva, pero sí necesaria. Las actuaciones, procederes y formas de hacer política que han salido a la luz, y que llevan muchos años realizándose dentro de la política española deben parar. Ni España ni los españoles nos merecemos esta forma de hacer política, es necesario que se depuren responsabilidades a todos los niveles y en todos los estamentos involucrados.
También es necesario, que todas aquellas personas que se dedican a la vida pública tomen nota de lo sucedido, y entiendan que la política es una vocación de servicio a los ciudadanos y al país, y no una patente de corso que te da el derecho de actuar contra nadie de forma desleal y mucho menos ilegal.
Es verdad que lo sucedido afecta la situación política nacional, más allá de la del partido involucrado en cuestión. Las encuestas que se han realizado desde el comienzo del conflicto demuestran la caída en intención del voto del PP y una subida indiscutible de VOX que adelanta al PP y se coloca como alternativa ante el gobierno de Pedro Sánchez.
La lectura de esta realidad es que el votante español no es estático, no le pertenece a un partido político, lo cual es excelente para la democracia tanto y en cuanto se mueva por criterios propios y con base en una cultura y educación política real, de lo contrario, sería un electorado movido por la manipulación y víctima de sus propios errores.
Quisieron dar las circunstancias, una oportunidad adelantada que no inesperada a VOX, que ha venido subiendo de forma constante y decidida en toda España. Hay dos hitos que cimientan y confirman lo que digo; el primero, fue la moción de censura donde los ataques vertidos contra Santiago Abascal despertaron las alarmas y generaron una ola de indignación, no solo por lo que dijo Pablo Casado, sino porque lo que dijo significaba el quiebre unilateral de la derecha española. La segunda, las elecciones a la Comunidad de Madrid en mayo de 2021, donde Rocío Monasterio no solo fue capaz de mantener los doce diputados a la asamblea, sino que pudo aumentar un nuevo diputado a pesar de medirse contra Isabel Díaz Ayuso.
Y esa oportunidad que llegó un poco antes de lo previsto ha sido asumida con responsabilidad por parte de VOX y de Santiago Abascal, prueba de ello, es la rueda de prensa que dio esta misma semana ante la situación nacional y en la que asumió el liderazgo de la oposición española ante el gobierno de Sánchez. Una rueda de prensa en la que deja claro los retos que enfrenta España, así como que el único adversario es el PSOE y la izquierda y no los partidos de derecha, a pesar de las diferencias.
Cabe ahora esperar dos cosas, que VOX pueda demostrar sus palabras con hechos, seguramente esto se pueda demostrar entrando en el gobierno de Castilla y León -pero debemos esperar por el resultado de esas negociaciones con el señor Mañueco-, y la segunda, un ataque más despiadado si se quiere contra VOX. Si ya antes de esta crisis los ataques sin base se daban un día sí y otro también, solo cabe esperar que ahora que puntea en las encuestas los ataques arrecien, solo falta esperar de qué forma.
Es pues, que el tiempo de VOX parece haber llegado, son tiempos duros, sin duda, pero nadie mejor para hacer de este reto una oportunidad para demostrar la convicción de sus creencias y la valía de las mismas para España y los españoles que VOX.