Minelli Tajuelo trabajaba en un departamento de Recursos Humanos cuando descubrió que su vocación era estar con los pacientes y emprendió su largo camino para acceder a la residencia
Acceder a una plaza PIR nunca es fácil. Para Minelli Tajuelo no fue la excepción. La actual residente de segundo año del Hospital Universitario de Fuenlabrada en Madrid tuvo que presentarse a la prueba de acceso a la formación sanitaria especializada hasta en cinco ocasiones. “Solía quedar entre los 200 primeros números de orden, pero no eran lo suficientemente altos para optar a una de las plazas ofertadas”, recuerda. Sin embargo, no se rindió y en 2016 logró su anhelado cupo en el Sistema Nacional de Salud (SNS).
Su dedicación por la Psicología Clínica no siempre estuvo presente. “Cuando terminé la carrera, no tenía interés por presentarme al PIR. Al contrario, empecé a trabajar en el área de Recursos Humanos. Pero me fui dando cuenta de que cada vez me apetecía más trabajar con pacientes y en el ámbito hospitalario”, afirma a IberoEconomía. Una decisión que terminó de consolidarse “cuando tuve contacto con los primeros pacientes psiquiátricos y lo importante que era para mí poderles ayudar. Ahí fue cuando empecé a prepararme para el PIR”.
“Aunque era consciente de que es un examen muy difícil y con pocas plazas ofertadas, me inscribí en una academia y fui preparando mi examen. No tenía mucho tiempo, ya que nunca dejé de trabajar y sólo aprovechaba las tardes para estudiar”, apunta. Un esfuerzo que, si bien le situó dentro de los 200 primeros números de orden, requería de un último empujón para alcanzar el objetivo: el descanso.
“Descansar es importante. Yo estudiaba mucho pero no descansaba, entonces llegaba al examen con los conocimientos, pero no con la mente clara”, explica la R2. De ahí que en el último examen decidiera cambiar la estrategia para lograr un resultado diferente. “Sabía que conocía la teoría, así que me centré en modificar otras variables como el descanso y la concentración. Fue justamente lo que necesitaba para obtener mi plaza PIR”.
Tras el gran esfuerzo, tomó con mucha precaución la elección del centro donde realizaría la residencia. “Me lo pensé mucho y fui a varias jornadas de puertas abiertas. Al final escogí el Hospital Universitario de Fuenlabrada por tres aspectos fundamentales: la calidad de la docencia que ofrece, que cuentan con un día a la semana dedicado a las actividades de docencia, y el clima cálido que existe entre los residentes y con los adjuntos del centro”, puntualiza. A lo que suma que “me he encontrado con un entorno amable y flexible que nos permite explorar y desarrollarnos profesionalmente según nuestro interés y ambiciones”.
Ahora, dos años después de haber cumplido su meta, Tajuelo confiesa que “después de cinco convocatorias, la expectativa que tenía sobre el PIR era muy alta. Sin embargo, se ha cumplido y se sigue cumpliendo”. La psicóloga está satisfecha con su día a día, ese que le permite que “en cada rotación me sorprenda y aprenda aún más, a lo que se suman las adquisiciones de habilidades y el conocer a profesionales que cuentan con unadilatada experiencia y formación”.
En la mente del PIR
Tajuelo recuerda la primera vez que tuvo que atender a un paciente sin supervisión. “No sabía muy bien qué le podía decir, qué preguntarle y empecé a tener un fuerte dolor de estómago generado por los nervios”, recuerda. Unos minutos que parecían una eternidad volvieron a la normalidad cuando observó que, al ir aplicando los conocimientos adquiridos, se empiezan a encontrar las respuestas a los problemas. “Cada vez me ocurría menos y ya es sólo una anécdota que recuerdo de mi etapa inicial en el PIR”, confiesa sonriente.
A su entender, el mayor de los retos en la Psicología Clínica está en que “es fácil que se proyecten nuestras experiencias y angustias cuando estamos con el paciente, lo que hace que sea necesario conocerse a uno mismo y tener el control suficiente para poder tratar al paciente de forma totalmente profesional”. En una constante avalancha de aprendizaje, la R2 se plantea “seguir conociendo en profundidad nuevos trastornos durante las rotaciones”. Ahora está centrada en el área de Infantil, pero preparando el salto a los trastornos de conductas alimenticias.
La joven residente, que defiende la necesidad de aumentar el número de Servicios de Salud Mental y, por ende, la oferta de plazas PIR, afirma que “aún me quedan dos años para seguir aprendiendo de las rotaciones y conocer hacia qué área enfocar mi trayectoria profesional”. Aunque no parecen estar las áreas de Recursos Humanos en sus planes de futuro, Tajuelo confía “en que no tendré muchos problemas para acceder al mercado laboral tras terminar el PIR”.