Se llama tirzepatida y es un nuevo medicamento que ha sido aprobado recientemente en Estados Unidos para tratar la diabetes tipo 2, aunque si por algo está llamando la atención este fármaco es por conseguir una reducción de peso superior al 20% en la mayoría de los pacientes, por lo que podría convertirse en una herramienta terapéutica de primer orden para controlar la obesidad, uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial.
Su ventaja más importante es que podría sustituir a la cirugía bariátrica, que acarrea mayores riesgos para la salud de los pacientes, aunque no serviría para aquellas personas que padecen obesidad extrema, sino para las de grado 2 y 3 -cuyo índice de masa corporal se sitúa entre 35 y 50-. «La cirugía bariátrica se considera exitosa si el paciente al año ha perdido al menos el 20% de su peso corporal inicial, y con tirzepatida se ha visto que se llega casi al 22%, por lo que son comparables. Es la primera vez que se obtiene este resultado con un fármaco», explica a RTVE.es Andreea Ciudin, tesorera de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), organización en la que también coordina el grupo de trabajo relacionado con las complicaciones derivadas de la obesidad.
La tirzepatida se comercializa bajo el nombre de Monjauro, y por el momento su uso solo está autorizado en Estados Unidos para tratar la diabetes acompañada de obesidad. Se desconoce cuándo recibirá la aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), un paso indispensable para que pueda llegar a los países de la Unión Europea, entre ellos España. Las previsiones apuntan a que podría comercializarse en el primer trimestre de 2023, prescrito también para diabetes acompañada de obesidad, por lo que únicamente estaría cubierto por la sanidad pública española para estos casos, ya que la obesidad por sí sola no está reconocida oficialmente como una enfermedad crónica.
«Hay dos cosas que no tienen sentido. Primero, la obesidad no se reconoce como enfermedad, y por lo tanto no se financia el tratamiento farmacológico, pero en cambio sí que se financia la cirugía bariátrica. Y, segundo, se reconocen como enfermedades las complicaciones que derivan directamente de la obesidad: diabetes, hipertensión, apnea de sueño… Estas complicaciones sí que tienen fármacos financiados, pero el origen no. Es algo que no se entiende muy bien, y desde la SEEDO luchamos para conseguir este reconocimiento», expresa la doctora Ciudin, quien desarrolla habitualmente su trabajo en el departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Los datos avalan la eficacia del medicamento, que apenas tiene efectos secundarios. Según los resultados del ensayo clínico SURMOUNT-1, llevado a cabo en Estados Unidos, el 63% de los 2.500 participantes lograron perder un 20% de su peso. Hay otros ensayos en marcha, para medir sus resultados en pacientes con obesidad sin diabetes (un perfil que supone el 70% de las personas obesas), en los que se espera que los índices de eficacia sean incluso superiores. «La pérdida de peso en personas sin diabetes es mayor con tirzepatida que en los que asocian diabetes. Por lo tanto tiene toda la lógica del mundo conseguir la indicación para obesidad sola», comenta Andreea Ciudin.
Hormonas naturales del intestino
La tirzepatida se administra en forma de inyección una vez por semana. Este medicamento se enmarca dentro de las incretinas, que son hormonas naturales producidas en el intestino que consiguen retrasar la digestión de los alimentos y promueven la sensación de saciedad. Además, uno de sus efectos más importantes es la secreción de insulina por el páncreas y la disminución en los niveles de glucosa en sangre. La gran novedad del nuevo fármaco es que combina dos incretinas, que se potencian entre sí y tienen efectos sinérgicos. Por ejemplo, una incretina compensa los efectos negativos de la otra, y hace que sea más potente y que se tolere mucho mejor.
Además, al tratarse de un efecto gradual, que está acompañado de cambios importantes en la alimentación y en los hábitos de vida, los endocrinólogos creen que un tratamiento de aproximadamente un año podría servir para que el paciente perdiese peso definitivamente, a diferencia de la cirugía bariátrica, en la que se ha comprobado que hay una ganancia de peso importante a partir del tercer año. «Se empieza a tomar el fármaco junto con cambios en el estilo de vida, ejercicio… Y esto ayuda a que el paciente se acostumbre a comer menos y a llevar un estilo de vida más saludable, por lo que no tiene por qué ser un tratamiento crónico», opina la doctora Ciudin.
La obesidad afecta a más de una cuarta parte de la población de los países desarrollados y su prevalencia sigue creciendo en todo el mundo. Es uno de los principales problemas de salud pública, y se ha relacionado con mayores riesgos de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Cada año causa la muerte de 2,8 millones de personas, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).