El Senado francés ha aprobado a última hora de este sábado el polémico proyecto de la reforma de pensiones impulsado por el Gobierno de Emmanuel Macron, a pesar del fuerte descontento popular, que ha vivido un nuevo capítulo con la séptima jornada de movilizaciones nacionales convocadas por los sindicatos.
El texto, que se ha debatido por un procedimiento acelerado activado por el Ejecutivo para esquivar numerosas enmiendas interpuestas por la oposición para entorpecer el debate, ha recibido el respaldo de 195 senadores y 112 votos en contra.
Las protestas, acompañadas de paros y piquetes que han afectado al transporte público, las refinerías y la recogida de basuras, pretendían presionar al Gobierno para que retirara el plan de pensiones, que el Ejecutivo considera esencial para garantizar el sistema.
Según cifras del ministerio de Interior, 368.000 manifestantes salieron a la calle en protestas por todos el país, cifra inferior a convocatorias anteriores, sin que se produjeran enfrentamientos con la policía.
Las primeras reacciones del Gobierno celebrando la decisión no se han hecho esperar y, solo unos minutos después de la votación, la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, ha celebrado el «paso decisivo» hacia una reforma que «garantizará el futuro» de las pensiones francesas.
«Totalmente comprometidos para permitir una adopción definitiva en los próximos días», ha remarcado Borne, a través de Twitter.
Retrasar la edad mínima de jubilación a los 64 años
El bloque macronista se ha beneficiado del posicionamiento a favor de los conservadores de Los Republicanos, cuyo jefe de filas, Bruno Retailleau, ha defendido una reforma del sistema de jubilaciones como algo imperativo para salvarlo del «shock demográfico» que la evolución de la población implicará en los próximos años.
«El principal acto de solidaridad es garantizar el equilibrio del sistema», había defendido antes en el Senado el ministro de Trabajo francés, Olivier Dussopt.
En el campo contrario, la senadora socialista Monique Lubin aseguró, en su último turno de palabra, que este sábado permanecerá como una «jornada negra para todos los asalariados del país».
El texto de la reforma de las pensiones se debatirá el día 15 en comisión mixta paritaria para acordar una versión común que deberá ser luego validada, a partir del 16 de marzo, por ambas cámaras.
En la Asamblea Nacional, que anteriormente no llegó a votar el proyecto completo en primera lectura, el voto se prevé ajustado.
Como muy pronto el voto definitivo sería posible ese mismo día y el plazo máximo abarca hasta el 26 de marzo, al final de la jornada.
Macron, ante la posibilidad de no tener votos suficientes en la Cámara Baja, podría echar mano del artículo 49 para sortear las más de 3.000 enmiendas y aprobar el texto sin votación parlamentaria.
El principal eje de la reforma que promueve Macron es retrasar la edad mínima de jubilación dos años, de los 62 años actuales a los 64.
El Gobierno defiende los cambios como la única vía factible para garantizar el equilibrio financiero del sistema para 2030, ya que, si no se hiciera nada, estima que en una decena de años se acumularía un déficit de cerca de 150.000 millones de euros.