Administración Trump: Hablar sobre la guerra económica entre China y EEUU puede causar recesión

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La Administración Trump no cree que estemos cerca de una recesión pero  se muestran preocupados por la cantidad de reportes pesimistas en la prensa y que al hablar tanto de ella, se haga realidad.

Los asesores económicos del presidente Donald Trump no ven una recesión en el horizonte, pero están preocupados de que los reportajes sombríos y una obsesión en advertir sobre una posible recesión puedan convertir el temor en una realidad.

En una entrevista que dio el 29 de agosto, el presidente interino del Consejo de Asesores Económicos de Trump, Tomas Philipson, comentó que los reporteros que se han obsesionado este mes con posibles señales de una recesión en el mercado de bonos parecían «querer que la gente pierda su trabajo» y «su autosuficiencia en términos económicos».

«Como estadounidense, no deberías querer una recesión, sin importar cuáles sean tus opiniones políticas», mencionó Philipson.

La guerra comercial de Trump es la razón por la que economistas, operadores y el pueblo estadounidense cada vez están más preocupados ante la posibilidad de una recesión. Mientras el presidente castiga a China con aranceles más altos —y Pekín toma represalias—, la pelea está exacerbando una desaceleración del crecimiento mundial y al mismo tiempo arrastra consigo la inversión y la confianza de los negocios en Estados Unidos.

Este año, la inversión se ha lentificado; de hecho se contrajo en la primavera, y la producción manufacturera se ha desplomado. El crecimiento mundial se está enfriando y la Reserva Federal ha reducido las tasas de interés, en parte a causa de una preocupación por la incertidumbre que han producido los aranceles. La tasa total de crecimiento ha caído en comparación con el año pasado.

A pesar de todo lo anterior, los estadounidenses no han dejado de comprar, con lo cual han mantenido encendido el crecimiento económico. En la primavera, el gasto del consumidor aumentó en una tasa anualizada del 4,7 por ciento, declaró el 29 de agosto el Departamento de Comercio, su aumento trimestral más veloz en casi cinco años.

Sin embargo, la medida de la satisfacción del consumidor cayó a su punto más bajo desde 2012, según datos divulgados el 30 de agosto, al parecer debido a inquietudes relacionadas con los aranceles: uno de cada tres encuestados mencionó la guerra comercial de manera espontánea.

Funcionarios gubernamentales quieren mantener la confianza elevada y cada vez están culpando más a los medios, a los demócratas y a la Reserva Federal de cualquier tipo de desaceleración. Trump incluso ha acusado a la Reserva Federal de poner en desventaja a Estados Unidos frente a otros países al mantener las tasas de interés demasiado altas.

«La forma en que los medios informan sobre el clima no impedirá que el sol salga mañana», comentó Philipson. «Pero la forma en que los medios informan sobre nuestra economía afecta la satisfacción del consumidor, la cual repercute en las compras y la inversión del consumidor».

El mismo Trump ha expresado preocupaciones similares, pero ha desestimado cualquier referencia a una recesión al calificarla de improbable porque hay una economía «fuerte».

El 30 de agosto, Trump continuó su ataque en Twitter contra la Reserva Federal tras acusarla de ser la principal culpable de cualquier desaceleración: «El euro está cayendo ‘como loco’ frente al dólar, y esto les da una gran ventaja en las exportaciones y la manufactura… ¡y la Reserva Federal no hace NADA!».

Trump también rechazó la idea de que sus aranceles estén perjudicando a las empresas estadounidenses, pues asegura que cualquier problema que padezcan las corporaciones es autoinfligido. «Las empresas débiles y con una dirección deficiente han sido astutas al culpar a estos pequeños aranceles en vez de culparse a ellas mismas por un mal manejo… ¿y en realidad quién podría culparlas? ¡Excusas!».

Aun cuando afloran las señales de nerviosismo, los pronósticos oficiales de la Casa Blanca, emitidos apenas este verano, siguen diciendo que el crecimiento se acelerará en la segunda mitad del año. Aunque los operadores de bonos, los economistas de los negocios y los encuestados están expresando preocupaciones cada vez mayores en cuanto a la salud de la economía, los economistas independientes de la Casa Blanca aseguran que no hay ninguna razón para creer que una recesión sea inevitable en Estados Unidos más o menos durante el próximo año. Los pronósticos independientes predicen que el crecimiento económico en julio, agosto y septiembre será casi el mismo que el de abril, mayo y junio: alrededor del dos por ciento, lento y constante.

«En realidad, no hay ninguna razón por la que la expansión no pueda seguir adelante», comentó Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en su última conferencia de prensa.

Muchos economistas afirman que si llega una recesión, el colapso de la actividad de los consumidores no será el origen, y que lo más probable es que las políticas comerciales de Trump y la incertidumbre que están provocando sean las culpables.

No obstante, algunos pronosticadores aceptaron que el temor mismo podría convertirse en un problema. Los consumidores impulsan un 70 por ciento de la actividad económica de Estados Unidos y, si se asustan y dejan de comprar, el crecimiento podría desacelerarse más rápido. Las pérdidas del mercado bursátil podrían perturbar a los estadounidenses y provocar que cierren sus carteras.

«Si los titulares sobre las guerras comerciales y las guerras de divisas dominan los medios y las transmisiones de radio», entonces «se puede entrar en esta espiral donde la gente pierde confianza y deja de gastar», comentó Megan Greene, una investigadora de la Escuela Kennedy de Harvard. Sin embargo, Greene no espera que haya una recesión rotunda sino hasta 2021, en parte porque el mercado laboral sigue siendo sólido, lo cual hace que sea evitable una retirada inminente de los consumidores.

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