A finales de la semana pasada, conocimos la noticia de un nuevo intento de fusión entre CAIXA BANK y BANKIA.
Ya en el 2012, Isidro Fainé y Rodrigo Rato intentaron la fusión de las dos entidades, pero por razones políticas y de índole organizacional no fue posible.
La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué ahora? Y sobre todo ¿qué implicaciones tiene esta decisión?
Aunque suene ilógico, el sistema financiero español, al igual que el europeo, viene sufriendo de una falta de rentabilidad cada vez mayor a consecuencia de los bajos tipos de interés, además, si tomamos en cuenta la aparición de un elemento inesperado pero decisivo como es el efecto negativo del Covid-19 en la economía, podremos entender por qué la decisión de la fusión ha sido tomada como positiva y necesaria a nivel general.
La disminución del consumo y el aumento de los créditos de difícil recuperación como consecuencia del Covid-19 debilitan la economía en general, lo que implica despidos y cierres de oficinas en todos los bancos como en el resto de las empresas.
Si a esto le sumamos la baja rentabilidad, vemos que las entidades bancarias se enfrentan a un escenario sombrío para los próximos años.
La única solución viable ante este panorama es la reducción de costes.
Como en toda operación comercial, la decisión de fusionar las dos entidades implica que haya un lado positivo y otro negativo en cuanto a los resultados de esta decisión.
En cuanto al lado positivo, la fusión entre Caixa Bank y Bankia daría paso a la primera entidad financiera de España, con aproximadamente 640.000 millones de euros en activos y el 25% de participación en el mercado nacional, también permitiría que el gobierno, que posee un 62% de las acciones de Bankia, recupere parte del capital invertido en la entidad tras el rescate de ésta y que suma unos 24.000 millones de euros.
En cuanto al lado negativo de esta operación, se encuentran los despidos de personal, los costes derivados de las deudas de difícil cobro y el cierre de sucursales entre otros.
Cabe destacar que Bankia probablemente sea la entidad que va a correr con el grueso de los despidos de personal.
Despedir a un empleado de Bankia supondría menos de 200.000 euros, mientras que despedir uno de Caixa Bank costaría unos 300.000 euros.
Las zonas geográficas que se verán más afectadas serán Madrid, Barcelona y Valencia por el número de empleados y sucursales.
La crisis generada por el Covid-19 aunado a las pocas o nulas ayudas por parte del gobierno central al sector industrial, comercial y de emprendimiento para reactivar el empleo y así la economía, ha devenido en un aumento de créditos de distinta índole que no pueden ser asumidas por sus responsables.
Ésta política ha llevado al incremento de solicitudes de moratorias de pago, ya sea por causa directa o indirecta del Covid-19, esto representa entre seis meses y un año sin que los bancos reciban ni ingresos ni beneficios por este segmento del negocio.
En cuanto a las sucursales bancarias, Caixa Bank cuenta con más de 4.300 sucursales y Bankia con más de 2.200 sucursales a nivel nacional.
Al igual que con el número de empleados, la mayor concentración se encuentra en las comunidades de Madrid, Barcelona y Valencia, por lo que se espera que se cierren muchas sucursales en estas comunidades.
Según los expertos, esta operación no será la única, ya que otras entidades estarán interesadas en fortalecerse para poder hacer frente a los retos que plantea la nueva realidad económica, por lo que se espera un fortalecimiento del sistema financiero del país y un aumento en el número de despidos.
Sin embargo, la nueva realidad del Covid-19 hace de la reestructuración de las organizaciones financieras y de cualquier índole algo obligatorio si quieren sobrevivir a la nueva realidad.