Las autoridades del país latinoamericano han asegurado que no tolerarán más turismo que haga apología al delito.
Desde que Netflix rescatara la historia del narcotraficante más importante de la historia de Colombia, Pablo Escobar, todo lo que tenga que ver con él y con su entorno se ha vuelto un reclamo. Su casa, su pistola, su familia o sus hombres más cercanos se han convertido en noticia nuevamente.
Sin embargo, la leyenda y admiración que se ha creado en torno a su persona se contradice con lo que realmente fue: un criminal. Por ello, las autoridades colombianas suspiran ante el incremento de las cifras del ‘narcoturismo’, en especial en Medellín, ciudad de Escobar.
En lo que va de año, Medellín ha recibido 470.000 extranjeros y espera cerrar el año con 800.000, es decir, un 10 por ciento más que el mismo periodo del año pasado.
«Quien venga a nuestro país a hacer apología al delito no es bienvenido«, decía el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, en la última jornada del XXIII Congreso Nacional de Agencias de Viaje y Turismo, destacó EFE.
La tumba de Pablo Escobar (a la que su hombre ‘Limón‘ acude con normalidad a venerar a su ‘patrón’), o el Edificio Mónaco (donde vivió con su familia) se han convertido en lugares de peregrinación para cientos de seguidores de Escobar.
Por el contrario, tal y como se estipuló en el mes de abril en la Alcaldía de Medellín, el edificio «símbolo del miedo» será derrumbado. A los ‘narcoturistas’ se les «acabó la fiesta porque vamos a derribar esa edificación en enero o febrero del otro año y ahí vamos a construir un parque en honor a las víctimas de la violencia«, ha dicho el alcalde.
«Todos tenemos un reto desde las ciudades que es encontrar nuestra propia historia. Sí hemos sufrido la violencia, no la vamos a negar. Esa historia se tiene que contar pero desde el lado de las víctimas, no de los victimarios», indicó Gutiérrez.