Hace días atrás conocimos la noticia en Madrid de la captura de una banda criminal conformada, hasta los momentos, por seis personas de nacionalidad venezolana. La organización delictiva se dedicaba a asaltar cajeros automáticos con una novedosa técnica llamada “teller hoocking”.
Esta noticia ha causado revuelo en la comunidad venezolana en España, generando comentarios que plantean que el publicar noticias o cualquier información negativa que involucre a venezolanos daña la imagen del país y también de todos los venezolanos que vivimos en España, obstaculizando la integración.
El precio a pagar por no seguir estas consideraciones suele ser la descalificación pública por redes sociales en los comentarios de dichas publicaciones.
Los que hemos migrado mantenemos un lazo especial con nuestro país de origen, donde radican los recuerdos de infancia y juventud, además de familiares y amigos.
El migrante siempre tenderá a resaltar sólo los rasgos positivos de su idiosincrasia, dejando de lado los aspectos negativos. Y es justo aquí cuando conviene hablar de la necesidad de adaptación.
La adaptación no debe ser vista como algo negativo que nos va a llevar a perder nuestra identidad. Al contrario, es la oportunidad de mejorar, de poder ser críticos, de forma constructiva, tanto del país de origen como de acogida.
Debe verse como una oportunidad que nos hace capaces de ver y tomar lo mejor de dos mundos, como na forma de superación. Además de permitirnos integrarnos de forma rápida, de ser vistos y valorados en forma positiva por el resto de la sociedad.
Como hijo de inmigrantes, que se conocieron y vivieron en Venezuela, y a pesar de que cada uno venía de un país distinto, los dos dieron lo mejor de sí para adaptarse a su nuevo hogar, dejando en alto a sus propios países con el ejemplo de su trabajo diario y sin necesidad de perder su identidad. Es como reza el dicho: “Allí donde llegues haz lo que vieres”.
Aquellos que hemos tenido que empezar de cero varias veces, que hemos tenido que reinventarnos o que estamos en proceso de ello, sabemos que no hay nada fácil en la vida.
Todos tenemos nuestras luchas y nuestros problemas, pero lo verdaderamente importante para mí, es el camino que tomamos para resolver esos problemas.
En la medida en que actuemos de forma honrada y hagamos el esfuerzo por integrarnos en nuestro nuevo país, la receptividad por parte de los ciudadanos locales será rápida y sincera.
Hay algo que va más allá de la nacionalidad, las costumbres o el color de piel, y es la calidad humana, que viene dada por los valores que nos inculcaron nuestros padres y maestros, que nos permiten actuar y ser vistos como personas de bien no importa de dónde vengamos.
Una de las cualidades de definen a las democracias modernas es la libertad que tienen sus ciudadanos de hacer lo que deben hacer. Por ese motivo a través de este artículo pretendo hacer un llamado a la reflexión para quienes infringen la ley, sin importar de quién se trate.
El quebrantar las leyes de la forma que sea no conoce de países, religiones o razas, pero también es cierto que el saber actuar, defender las leyes, proteger al indefenso y alzar la voz contra aquellos que atentan contra la paz y la estabilidad tampoco conoce de países, religiones o razas. Éstas últimas, son las acciones que debemos defender y fomentar.
Si queremos enaltecer nuestras raíces, integrarnos de una forma rápida y completa en nuestros países de acogida y ser vistos como personas íntegras, responsables y de provecho, nuestra mejor forma de hacerlo es defender nuestros valores y aplicarlos día a día.
Agachar la cabeza o mirar hacia otro lado ante personas o acciones que van contra lo que está bien no sólo no hará que desaparezca esa persona o acción, por el contrario, fomentará su presencia y accionar debido a la falta de respuesta por nuestra parte, además, nos convertirá en cómplices.
Por eso mi invitación es a perder el miedo al qué dirán, asumir nuestros valores y defender lo que es correcto, para que seamos vistos como personas de bien, ese es el mejor homenaje que podemos hacerle a nuestro país de origen cualquiera que éste sea.