Nuevo retroceso en América Latina

elecciones

El pasado domingo siete de noviembre, se desarrolló una nueva farsa electoral en Nicaragua, donde Daniel Ortega consiguió mantenerse en el poder.

En esta farsa, Ortega, quien junto a su esposa e hijos, ha controlado el destino del país por más de veinte años, ganó las elecciones contando con un apoyo que apenas sobrepasa el 20% de la población.

También «ganó», porque el régimen había previamente encarcelado a siete candidatos opositores con posibilidad real de ganarle, los otros cinco oponentes, que sí se pudieron presentar; son, al parecer, títeres del régimen para dar apariencia de legalidad y transparencia.

Estas elecciones no han sido reconocidas por la comunidad internacional seria. Por supuesto, han sido reconocidas por la dictadura venezolana y saludadas por Rusia -la misma que apoya a Bielorrusia y culpa a la UE de la crisis de inmigrantes que quieren llegar a Europa a través de las fronteras polacas-.

El mantenimiento de Daniel Ortega y su familia en el poder, no puede significar más que otra derrota para la libertad y la democracia y, por supuesto, una victoria para el atraso, el crimen y la violación de derechos humanos.

Este oscuro y macabro clan familiar, recuerda a otros no menos macabros y oscuros clanes latinoamericanos, como la familia de los Castro y los Díaz Canel en Cuba, el de los Chávez, Maduro y Flores en Venezuela.

El patrón se repite, el dictador promueve elecciones para lavarse la cara a nivel más internacional que nacional, mientras oprime, encarcela y coarta los derechos humanos de aquellos que piensan de forma opuesta a él.

Ante el desplazamiento de miles de migrantes, la persecución y encarcelamiento de perseguidos políticos; la comunidad internacional, atiborrada ya de sus propios problemas y de otros ajenos en los que ya está involucrada, amenaza con sanciones económicas y el desconocimiento de los resultados de unos comicios que han estado viciados desde el principio.

En Cuba, donde la dictadura lleva más de medio siglo oprimiendo y subyugando a la población de la isla, se convocan elecciones donde sólo se permite la participación del partido comunista cubano. Ya casi nadie dice nada, casi nadie se queja y, cuando fueron los propios cubanos los que se manifestaron -algo que nadie se esperaba-, hace apenas unos meses, nada pasó más allá de unas declaraciones bien intencionadas.

El caso de Venezuela, por el contrario, podría decirse que es el más actual, no porque sea el más reciente, sino porque sus consecuencias han tenido un alcance sin igual.

En primer lugar, una red clientelar internacional pagada gracias al robo de los ingresos que por materia petrolera ingresaron al país, hizo que se hicieran fuertes muchos movimientos de izquierda en Iberoamérica.

Durante estos años, nadie creyó en las denuncias de corrupción o violación de derechos humanos. Fue; sin embargo, cuando se acabó el dinero del petróleo, cuando no se pudo seguir pagando las subvenciones internas ni la bacanal de la izquierda internacional, cuando el drama hizo acto de presencia.

El expolio de las riquezas y la falta de inversión para mantener las infraestructuras que garantizaban el funcionamiento de la industria y los servicios básicos, llevó a una contracción acelerada de la calidad de vida, produciendo un éxodo de personas que a día de hoy, roza los seis millones de personas.

Esto se tradujo en una presión fiscal sin precedentes en muchos de los países que no se creían la urgencia de las denuncias hechas contra la dictadura. La situación fue tal, que fue necesario la creación de organizaciones internacionales que ayudaran con el control y la integración de esta cantidad ingente de personas que buscaban y siguen buscando una oportunidad para salir adelante.

Pero más allá de eso no ha pasado mucho, solo caben destacar dos hechos; la apertura formal de investigaciones por presuntos crímenes de lessa humanidad por parte de la Corte Penal Internacional y, la celebración de elecciones la semana que viene.

El más importante es el primero, ya que abre una ventana real para sancionar a los responsables reales de las violaciones de derechos humanos que se producen en Venezuela, es una esperanza casi certera de que se aplicará justicia.

El segundo, es otra derrota para la democracia ya que, después de pelear y pelear por desconcer a la dictadura y denunciar su arbitrariedad, el gobierno interino se lanza a las elecciones regionales y municipales convocadas por la dictadura, con la ilusoria promesa de un cambio que no saben explicar cómo -porque cuando es imposible- se va a dar.

La diferencia con Nicaragua -que también es para preocuparse- es que estas elecciones cuentan con misiones de observadores electorales del Centro Carter y de la UE.

El día martes, se supo que el PP europeo no participaría en esta misión de observación y, aunque en mi opinión es el paso correcto, no están claros los motivos de esta decisión, ya que se toma a destiempo y con el atenuante de la cercanía de Leopoldo López y parte Voluntad Popular con el PP, recordemos que el padre de Leopoldo, es eurodiputado por los de Pablo casado.

Sea como sea, esto sólo demuestra la división de una oposición que que aspira a ser gobierno mediante elecciones libres y con garantías ante una dictadura violadora de derechos humanos y, por cuyos jerarcas pesan recompensas de hasta quince millones de dólares -Nicolás Maduro- por narcotráfico de acuerdo con el Departamento de Estado Norteamericano.

A la espera de las elecciones que deben tomar lugar el año que viene en Colombia, el escenario para la libertad en Latinoamérica se ve oscuro y sin una opción real de mejoría.

Solo la unión de movimientos de los nacionales de dichos países, dentro y fuera de sus fronteras, con el apoyo de gobiernos e instituciones democráticas extranjeras y, con estrategias claras y conjuntas, podrán liderar los verdaderos cambios estructurales que son necesarios para que, no solo Cuba, Nicaragua o Venezuela, sino toda Iberoamérica, se aleje de la senda del atraso y pueda transitar por el camino de la libertad y el crecimiento.

 

¿Y si salimos a la calle?

Acerca de Daniel Lema Rincón 90 artículos
Politólogo, Master Seguridad y Defensa y en Adm. Pública. Gabinetes Estratégicos, Seg. Ciudadana y Campañas Electorales. Siempre me ha motivado ayudar a aquellas personas que lo necesitan, por eso, mi vocación me llevó al servicio público a través de la política; primero en España, luego en Venezuela.