Una constante de la dinámica del ser humano es la necesidad de identificar las diferencias entre unos y otros; por ejemplo, hombre – mujer, alto – bajo, y por supuesto bueno – malo.
Estas diferenciaciones se han dado en todas las áreas de nuestra vida, y como no, también en la política donde tenemos entre otros a liberales, conservadores, humanistas, socialistas, marxistas, comunistas nacionalistas y demás.
Personalmente, creo en la igualdad del ser humano ante Dios, ante las leyes y en la igualdad que nos da ese vínculo en el que nos reconocemos todos como seres humanos, sin importar nuestra procedencia, raza o religión; eso sí, soy partidario de las diferenciaciones en tanto y en cuanto nos sirven para identificar nuestras cualidades, capacidades y limitaciones en los distintos campos del quehacer humano, y nos permiten ayudar a organizar estas cualidades de la mejor forma posible para enfrentar distintos retos y obstáculos como sociedad.
Sin embargo, cuando se trata de política, las cosas nunca son tan fáciles como parecen.
El surgimiento de diferencias en el campo de la política dio como resultado, el nacimiento de distintas filosofías que tratan de explicar las mejores formas -para gustos colores- de organización, desarrollo y control social.
Las ideologías son, a mi modo de ver, ese conjunto de ideas, creencias y emociones que explican una corriente de pensamiento en concreto y que norman el comportamiento de aquellas personas que se identifican con ellas; por otro lado, la política, la entiendo básicamente como la búsqueda del poder para realizar o tomar las acciones pertinentes para la organización, control, y, en última instancia, el desarrollo de la sociedad basadas en esas ideas, pensamientos y emociones derivadas de una ideología en particular.
De lo anterior se puede observar que los grupos, movimientos o intereses políticos de una sociedad, se ven envueltos en una lucha constante por alcanzar el poder y así moldear la sociedad y su destino de acuerdo con las creencias o ideas particulares con las que cada grupo se siente identificado. Pero también se deduce de lo anterior que estas ideologías, al moldear y normar pensamientos y conductas, lo que realmente están haciendo es condicionar y limitar el pensamiento y las acciones de las personas.
Lo grave aquí es que limitan el pensamiento y el accionar de los ciudadanos en general, de esos ciudadanos que no tuvieron ni tienen la oportunidad de estudiar estos temas en sus colegios, mucho menos en una universidad y que muchas veces, sin saberlo, se adhieren a una ideología equis como quien se hace fanático de un equipo de fútbol porque sus padres, hermanos o amigos son de ese equipo.
Esto se oye en todos los países, desarrollados o no. No es difícil escuchar personas que expresan adversidad o incluso resentimiento contra todos aquellos que piensan distinto o expresan su apoyo a un determinado movimiento, y los que nacimos, vivimos y sufrimos la dictadura -y peor aún, aquellos que todavía la sufren- en Venezuela lo sabemos mejor que nadie.
Sabiendo como sabemos, que tenemos la razón, el derecho y el deber de exigir justicia y cuentas a aquellos que mintieron, manipularon, robaron, extorsionaron e incluso mataron para llegar al poder y aferrarse a él aún costa de todo lo prometido, a costa de los sueños, las ilusiones y las necesidades de tantos; subidos en sus atalayas de indolencia, avaricia, crueldad y miseria de espíritu; aún así, no podemos ni debemos juzgar a todos de la misma forma.
Digo esto porque me viene a la mente, el recuerdo de una actividad política en la que participé aproximadamente en el año 2008 en Caracas, específicamente en el barrio popular de el Limón, vía La Guaira, en esa actividad, estábamos repartiendo información y hablando con los vecinos, tratando de explicar el peligro que Chávez representaba para Venezuela.
Recuerdo que al entregar uno de los folletos a un señor mayor, me miró con desconfianza, por lo que lo saludé amablemente y le pedí que por favor leyera la información del folleto, el anciano sin esperar a que terminara mi frase, me cortó y me dijo: “gracias por la información muchacho, pero no la necesito; es más, si me respondes a mi pregunta, te prometo que votaré por ustedes ¿cómo es posible que yo con más de 70 años, nunca haya cobrado pensión ni ayuda de vejez? ¿cómo me dicen ustedes a mí, que Chávez es malo si gracias a él yo estoy cobrando mi pensión?”
No supe qué responder en ese momento ante tamaña declaración, aún hoy lo pienso y por más vueltas que le doy no atino una respuesta correcta a esas preguntas, porque, pude haber dicho: “si no cobra pensión es porque nunca cotizó, es decir, nunca trabajó” pero, esta no es ni de lejos una respuesta sensata ni correcta, ni mucho menos justa, porque aun siendo verdad que ese señor nunca hubiese trabajado de forma formal, eso denotaba un vacío, un fallo garrafal de nuestros gobiernos, nuestros gobiernos con las reservas de petróleo más grandes del mundo y el precio de la gasolina más bajo.
Por eso digo que no podemos juzgar a las personas que siempre han estado excluidas de la vida formal, de las oportunidades y de las garantías de una sociedad moderna como juzgamos a los responsables de la tragedia que vivimos -esto vale para todos los ciudadanos de todos los países- esas personas veían y hoy con más razón, ven la realidad desde otro punto de vista, ven la realidad a través de un lente empañado por las carencias, la violencia, el desprecio y seguramente un sentimiento mezclado de miedo, rabia e impotencia de saberse condenados a sobrevivir y morir en ese ambiente, sin prácticamente ninguna opción de un futuro mejor.
Por eso la importancia que tiene para mí el esfuerzo de levantar la mirada y ver más allá, tratar de entender a los demás, tratar de colocarse en los zapatos del otro, y no me refiero solamente a colocar la otra mejilla, a dejarse hacer y pasar por ingenuo, para nada, porque al tratar de entender al otro podemos dilucidar tanto las buenas como las malas intenciones y obviamente las actuaciones por parte de uno deben ser completamente distintas, pero esto, lo explicaré más adelante.
Escribo este artículo a modo de introducción, a modo de pinceladas para enmarcar y de alguna forma hilar semanalmente como hasta ahora, una serie de ideas personales relacionadas con la organización de la sociedad y el desarrollo de los países, es decir, mis ideas y opiniones sobre la política en general, sobre las oportunidades y las capacidades que tenemos para afrontar los retos que se nos presentan en la actualidad, nuestro trabajo en defensa de la democracia, la justicia, y el desarrollo de las personas.
El trabajo, el esfuerzo y la dedicación necesarias para tener un futuro propio y próspero es inmenso, pero inmensa también es nuestra responsabilidad y nuestro deber de ayudar y contribuir desde donde nos encontremos por salir victoriosos de esta lucha. De más está decirles que agradezco de antemano su comprensión además de quedar a la orden para la discusión.