¿España se va por el precipicio?

España se va a pique
España se va a pique

¿Está España en capacidad de diversificar y fortalecer su economía?

Una de las aristas a tomar en cuenta por cualquier político o gobierno, es la agenda económica.

Esto lo ha entendido Isabel Díaz Ayuso y su equipo de gobierno en Madrid, no es para menos, siendo el PP un partido de derecha, algo que comparten con VOX y el ala liberal de Ciudadanos -si es que queda alguna-.

Aprecio y reconozco las ayudas otorgadas a los comerciantes y empresarios madrileños para poder subsistir a los efectos de la pandemia, contra la indolencia y el abuso de la Moncloa, que no sólo no dejó de cobrar impuestos durante el cierre de los estados de alarma, sino que los aumentó hace poco.

Pero los estragos de la economía nos deben llevar a repensar el modelo económico español a largo plazo, pensar estrategias para diversificar nuestra economía y para que la población pueda ir migrando o ingresando a esta diversificación.

Lo digo porque para septiembre de 2020, de los más de un millón doscientos mil empleos directos que representaba la hostelería, menos de cuatrocientos mil eran empleos fijos. Entonces, ¿es posible desarrollar una economía diversificada y fuerte? ¿sí? ¿A la par de Francia o Alemania? ¿por qué no?

Todas estas dudas se presentaron en forma de conversación durante una cena entre amigos, de los cuales la mayoría ocupa cargos de dirección financiera.

Durante la cena, uno de mis amigos comentó que el gobierno nacional estaba exigiendo los registros de entrada y salida diarios de la plantilla, a lo que respondemos con el típico comentario malicioso de -¿para que están los amigos si no?- «¡pues excelente!, así saben todas las horas extras que tienen pagar…».

Obviamente, todos esperábamos con ansias la respuesta, sobre todo yo -porque no soy economista pero me gusta el tema y trato de aprender y entender lo más que puedo-, a lo que mi compañero nos responde: «es que no lo entienden, se trata de un tema de productividad».

«…si una empresa necesita horas extras para hacer una trabajo X, paga las horas extras, ahora bien, imaginen que todos tenemos nuestras tareas asignadas por día y ustedes las pueden hacer durante su jornada de 7 u 8 horas, pero yo no, yo necesito una o dos horas adicionales para hacer el mismo trabajo, ¿es justo para ustedes que yo cobre dos horas extras diarias por hacer el mismo trabajo?»

«…a un empleado no se le puede despedir porque tarde más en realizar una labor, pero tampoco es justo que cobre más que los demás por no poder hacer su trabajo a tiempo».

Esta, es una verdad del tamaño de una catedral, no deberías cobrar más por hacer lo mismo que tus compañeros, y menos porque eres menos productivo pero, ¿cómo se lo explicas al gobierno?

Pagar esas horas extras potenciaría tres posibles escenarios: que un mayor número de empleados empezarían a tardar más para lograr sus objetivos; el aumento de las quejas de los empleados que hacen su trabajo a tiempo pidiendo aumentos; o, que la empresa elimine las horas extras, sabiendo que quedará trabajo que se va a acumular.

Sea como fuere, el resultado sería igual de negativo para la empresa y al final, para los trabajadores (pero esto no lo entienden todos).

Recuerdo incluso el ejemplo de un pequeño comerciante -músculo de la economía donde los haya- con tres empleados, dos mujeres y un hombre, un pequeño comercio o empresa que debe hacer frente a que sus dos empleadas se den de baja por maternidad al mismo tiempo ¿qué hacer?

Yo no tenía ni peregrina idea y me sorprendió un poco ver que casi todos los presentes estaban en sintonía.

Este no es un caso de feminismo ni muchísimo menos, es un caso del día a día; para este comerciante que ve que sus dos empleadas están de baja maternal y protegidas por ley, y ante los gastos y la caída de los ingresos, sabe que debe reducir los primeros.

La única opción es cerrar el negocio o despedir al único empleado que le queda; ¡exacto!, al empleado que está trabajando… siempre y cuando, el empleado no vaya a pedir otra baja por paternidad intuyendo el porvenir que le espera.

El amigo que empezó la conversación, comentaba que había tenido la oportunidad de trabajar en varios países de Europa y de América y afirmaba que los únicos países que trabajan de la misma forma que en España eran los latinos -esto me consta personalmente-.

Y ya no se trata de regulaciones fiscales o laborales, se trata de la cultura de trabajo, se trata de esa productividad de la que nos hablaba en un principio, reflexionaba sobre la imposibilidad de que una gran empresa alemana, inglesa o francesa invirtiera decididamente en España -siempre hay excepciones, espero-, porque no somos competitivos.

Y daba el ejemplo de cómo veía durante sus estancias en países -más- desarrollados a sus compañeros comer en sus puestos de trabajo y seguir trabajando, para mantener los objetivos y salir a la hora.

Es verdad que España tiene una economía potente, más de ochenta millones de turistas al año, participamos en consorcios europeos para fabricación de tecnología de última generación, tenemos bancos potentes, flotas pesqueras imponentes y muchas otras cosas más.

Es verdad, pero también es cierto que cuando llegó la pandemia, nos dimos cuenta que no teníamos mascarillas, ni guantes, ni alcohol, mucho menos una industria farmacéutica desarrollada que pudiera dar la pelea por la creación de una vacuna.

España no tiene un músculo industrial propio desarrollado, que pueda hacer frente a otros países, somos dependientes de otros en materias esenciales, y eso es algo que se debería tomar muy en cuenta, pero de lo que casi nadie habla.

Bien por las medidas que ayuden al comercio, a las empresas y a todos aquellos que luchen por emprender y trabajar, ya sea como empleados o como empleadores, pero mejor por aquellos que tengan la osadía, la visión y el temple de crear empresas e industrias.

Si queremos evitar seguir cayendo por el precipicio de la brecha social que crece día a día, gracias a la pandemia, así como a las decisiones del PSOE del siglo XXI y sus acólitos, es necesario que pensemos a España de verdad y cuanto antes.

https://iberoeconomia.es/opinion/el-querer-poder-y-saber-de-la-sociedad-civil/

Acerca de Daniel Lema Rincón 90 artículos
Politólogo, Master Seguridad y Defensa y en Adm. Pública. Gabinetes Estratégicos, Seg. Ciudadana y Campañas Electorales. Siempre me ha motivado ayudar a aquellas personas que lo necesitan, por eso, mi vocación me llevó al servicio público a través de la política; primero en España, luego en Venezuela.