Se necesitan 3 españas para mantener el nivel de consumo actual, en tal sentido se necesitan medidas que con coraje y pragmatismo que promuevan la economía circular, como solución a la que todos estamos obligados para enfrentar esta realidad; esta reflexión surge del Subdirector de Depuración y Medio Ambiente de Canal de Isabel II, Miguel Ángel Gálvez en las XVIII Jornadas de Medio Ambiente, de Madridiario en donde participó abordando los retos de la economía circular.
Precisamente el sector laboral del G20, a través de una Declaración aprobada en octubre y presentada a los líderes del G20 para su consideración en la Cumbre del G20 realizada virtualmente el pasado 21 y 22 de noviembre, plantearon expresamente que la promoción de la economía circular, es una de las medidas necesarias para reiniciar la economía mundial, lograr la recuperación y la resiliencia resistente al clima”.
Por cierto, en el marco de la Cumbre G20, Arabia Saudita, presentó su programa nacional para la economía circular del carbono, que según su Rey, Salman bin Abdelaziz, representa el principal motor para la recuperación económica tras la pandemia del Covid-19.
Recordemos que el G20 está integrado por: Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, la India, Indonesia, Italia, Japón, México, el Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea, y en sus Cumbres participa España en calidad de invitada permanente.
No hay duda sobre la necesidad de crear condiciones para una economía más sostenible, tal y como lo afirmó el Rey de Arabia Saudita en la Cumbre virtual del G20, pero esas condiciones deben acompañarse de un cambio en la cultura de consumo de todos nosotros para poder lograr la transición hacia la economía circular; más aún sabiendo que nuestra cultura de consumo actual es insostenible.
En ese sentido, el gran reto no es que los técnicos planteen las soluciones, menos aún, que se aprueben leyes sobre economía circular, si bien es necesario todo ello, es imprescindible que ese proceso de transición hacia una economía circular se acompañe de otro proceso de pedagogía social, que debe ser sistemático.
El ciudadano, que no conoce de teorías económicas, debe tener la oportunidad de comprender e internalizar que el cambio propuesto en este modelo, pasa por superar la cultura de consumo (comprar, usar y tirar), transformándola en recuperar, reciclar, rediseñar, reducir, reutilizar, reparar y renovar, buscando a través de ello extender la vida útil de los productos.
Se trata entonces, como lo expresa de manera sencilla la diseñadora británica Vivienne Westwood de “compra menos, elige mejor y haz que dure”.
Y con esa búsqueda de extender la vida útil de los productos, el ciudadano también debe comprender los beneficios no sólo en cuanto a enfrentar los desafíos globales que hoy ponen en riego al Planeta en general, sino también, en cuanto a los beneficios que ese nuevo modelo le puede generar a la sociedad en el empleo y en la economía.
Hay varias iniciativas que en España promueven esa labor de pedagogía social, por ejemplo, el Ayuntamiento de Murcia, promovió a través de su concejalía de Empleo, Promoción Económica y Turismo, durante el 10 al 14 de noviembre la Semana de Economía Circular, procurando acercar al vecino al concepto de economía circular; y otro ejemplo, es un programa de concienciación en economía circular, promovido por un Centro de Formación Profesional, en Medina del Campo, Valladolid que involucra a 350 estudiantes y sus familias.
¿Cómo medir el impacto de esos procesos de pedagogía social?. ¿Cómo la economía circular logra fortalecer los lazos sociales, generando mayor confianza y facilitando la disposición de la comunidad en trabajar hacia el bien común?. Dos preguntas que considero claves para valorar los avances en la ruta hacia la economía circular.