A veces nos perdemos en la vida cuando queremos conseguir algo. Primero está la labor de intentar definir el objetivo o el propósito, labora nada fácil en algunos momentos. Definir las cosas claramente e incluso los pasos a ir dando puede ser de gran ayuda.
Pero una vez definido y aclarado, ¿Por qué algunas personas logran lo que se proponen y otras no? ¿Qué creencias o ideas subyacen en unos o en otros?
Nos encontramos personas con logros alcanzados y otras personas con objetivos abandonados.
Muchas veces, no solo depende de definir bien el objetivo con unas expectativas reales, sino que también hay que tener en ese firme propósito una intencionalidad y por supuesto una autoimagen adecuada y convencida de que lograremos el propósito… ¿Y de qué depende esto último? Te invito a que sigas leyendo y lo descubras:
Un propósito es la intención o el ánimo de hacer o dejar de hacer algo. Es aquello que mueve a una persona a llevar a cabo cierta acción.
Tener un propósito es tener una ilusión, un objetivo, una meta o un fin, sea cual sea.
Eso puede dar sentido a nuestros días, a nuestros esfuerzos y a nuestros sacrificios. El propósito nos impulsa y nos lleva en un camino. Impulsa a llevar la acción a la misma dirección, por eso es muy interesante poder encontrar nuestro propósito. Podemos tener uno o varios, y pueden cambiar o modificarse con el tiempo o las circunstancias, o incluso, una vez hemos logrado tener otros nuevos.
La percepción de control o no control que una persona tiene sobre los eventos que ocurren a su alrededor, son importantes para el curso de su propia vida.
Si el propósito viene motivado desde dentro, es mucho más potente, es lo que denominamos “locus de control interno”. Es decir, que la persona percibe que lo que ha ocurrido externamente es debido a su comportamiento y tiene control sobre las consecuencias externas, que su acción y energía, impacta en lo exterior. Por eso es potente, porque atribuimos los resultados a mi propia actuación, a mi empuje y lo que motiva es mi fuerza interna.
Por ejemplo, una persona con locus de control interno atribuye su felicidad a sí mismo. Si quiere ser feliz, puede trabajar en ello la propia persona, sin necesidad de atribuir su felicidad a elementos externos o materiales.
Pero cuidado, puede suceder también que el propósito venga motivado desde fuera de nosotros, es el “locus de control externo”. En este caso, la persona atribuye que lo sucedido es debido a agentes externos, y que en realidad la persona no ha intervenido en su resultado o lo ha hecho en poca medida, no ha influenciado mucho o nada en lo sucedido. El individuo percibe que un evento externo se ha producido de manera independiente a su comportamiento. Por tanto, el individuo puede asocia al azar, a la suerte, al destino, al karma o a los dioses, el acontecimiento que ha ocurrido.
Por ejemplo, una persona con locus de control externo atribuye su felicidad a otra persona o a la situación.
Hay que matizar que el locus de control es un continuo, y que nadie es 100% locus de control externo o interno, sino que en un mismo individuo va a fluctuar dependiendo de la situación, el acontecimiento, su momento de vida y un sinfín de variables.
Podemos concluir que, ante los logros, los objetivos y las metas que nos proponemos, estos dos conceptos son tremendamente importantes, (incluso y también en el entorno laboral) pues si una persona cree que lo que sucede a su alrededor es fruto de la suerte, del azar, del tiempo, de los demás… atribuyendo el resultado a los agentes externos a su ser, puede que no haga nada para cambiarlo, pues pensará que nada de lo que haga va a influir, aplicando en su lógica el “locus de control externo”
Si una persona considera que su ascenso en la empresa solo depende de la suerte; puede que no se esfuerce para conseguir una promoción, pues mantendrá su creencia de que nada de lo que haga hará cambiar la suerte.
O si una persona piensa que no tiene control sobre la elección del alcalde de su pueblo, puede que no haga nada para cambiarlo, ni siquiera ir a votar. Pero si una persona cree que su voto será importante para la elección del alcalde de su pueblo, entonces se va a sentir mucho más llamado a ir a votar ese día.
Por eso, la sensación de no poder controlar un evento genera frecuentemente un estado de paralización que inhabilita a las personas para alcanzar las metas propuestas.
Sin embargo, una persona con locus de control interno cree en sus posibilidades frente a lo que ocurre externamente y sabe que esforzándose al máximo llegará lejos. Por eso es tan relevante tener bien desarrollado el locus de control interno, ya que es valioso para el desarrollo personal en la vida.
Es capaz de mantener la fuerza, resistir y salir a flote. Las personas con locus de control interno, que atribuyen internamente la causa de las cosas, no son inmunes a los acontecimientos de la vida que todos vivimos, como la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, una mala situación laboral… pero se diferencian de los demás en que son capaces de aceptar de forma robusta estos reveses de la vida y sacan fuerzas de flaqueza para seguir adelante.
Los individuos con locus de control interno:
- Se hacen responsables de su propia vida y luchan por sus metas, pues entienden, dependen en gran medida de ellos y sus acciones.
- Toman responsabilidad de sus acciones
- Los éxitos son gracias a ellos y los fracasos no los asumen por su culpa.
- Se sienten seguros ante los retos
- Tienen sensación de logro cuando alcanzan sus objetivos
- Tienen más control sobre su vida, creen llevan ellos el timón.
- Mejora la autoestima en la medida que sus logros dependen de ellos y sus acciones.
- Tienen un sentimiento alto de autoeficaciao, autoconfianza
- Son menos influenciables por las opiniones de los demás
- Suelen ser más felices e independientes
- Suelen ser más exitosos en el ámbito laboral
Los individuos con locus de control externo
- Culpan a las fuerzas externas por sus circunstancias
- Cualquier posibilidad de éxito se basa en la suerte
- Asumen los fracasos por su culpa y los éxitos gracias a los demás.
- No creen que pueden cambiar su situación y nada de lo que hagan va a influir.
- Se sienten incapaces de afrontar situaciones difíciles
- Son más propensos a experimentar impotencia
- Atribuyen a la suerte, el destino, al karma, a las circunstancias o a otros, por sus éxitos
- No creen que puedan cambiar las situaciones
- Son más propensos a sufrir indefensión aprendida
- Son más infelices
- Suelen ser menos exitosos en el ámbito laboral
Como vemos, es interesante poder potenciar para el desarrollo sano y feliz de los individuos, el locus de control interno vs externo y es algo que muy frecuentemente trabajo con mis clientes a la hora de definir propósitos, trabajar, la felicidad, la autoestima … y un montón de compactos más que son como vasos comunicantes.
Ahora mira como es tu modo de caminar por la vida, y como te posicionas ante ella. Si concluyes que eres más bien un ser “pasivo” que “te dejas vivir por la vida” puede que tus objetivos y propósitos (sean los que sean: laborales o personales) no los puedas controlar.
En lugar de esto, posiciónate como un ser “activo” y que “vives la vida” en lugar de “dejarte vivir por la vida”.
Aunque en ocasiones está recomendado y es sensacional, dejar llevar y fluir por el devenir de las circunstancias y acontecimientos, a la hora de lograr objetivos y propósitos, es incuestionable planteártelo como algo donde tú eres quien puede llegar a lograrlos si te lo propones.
¿Y tu, como actúas frente a tus objetivos y propósitos en la vida?
Te invito a la reflexión y a que adoptes el buen enfoque