El amigo y asesor de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Pablo Iglesias huye hacia adelante para intentar salvar su actual carrera política.
Después de los acontecimientos de la semana pasada en Murcia con el registro de una moción de censura al gobierno autonómico encabezado por el popular López Miras, el acontecer político español sufrió un sacudón de consecuencias todavía por ver.
El primero de ellos, la reacción de Isabel Díaz Ayuso de disolver la Asamblea de Madrid y convocar nuevas elecciones regionales ante la posibilidad de correr la misma suerte que su compañero de partido murciano.
Y no es para menos, si hay un actor político que exuda desconfianza y mal rollito, además de haber dado varios indicios en contra de Isabel Díaz Ayuso, ha sido Ignacio Aguado, ahora ex vice presidente de la Comunidad de Madrid; un personaje que, no ha sabido manejar ni aprovechar su puesto como vice presidente madrileño.
Las acciones de Murcia -y luego las de Madrid- pusieron a prueba los nervios de muchos ya que estaba en juego la estabilidad de otros gobiernos autonómicos como el de Castilla y León o el de Andalucía; sin embargo, la desconfianza dio paso a la sensatez y las aguas volvieron a su cauce; temporalmente, al menos.
Pasados dos días, esta guerra relámpago dio como resultado que el PP consiguiera mantener Murcia gracias a tres diputados de Cs que decidieron echarse para atrás y dijeron que no votarán a favor de la moción -la votación será el 18 de marzo-.
Por otro lado, pareciera que el PP va a ganar sin complicaciones la plaza política más importante de España -junto con el Ayuntamiento-, como lo es la Comunidad de Madrid; a pesar de las estratagemas de la izquierda rancia de Gabilondo y Errejón al tratar de impedir las elecciones registrando fuera de tiempo otra moción de censura.
Y cuando todo parecía ya calmado y definido, irrumpe en escena, nada más y nada menos que Pablo Iglesias, quien renunció a su cargo de Vice Presidente segundo del gobierno para lanzarse a la batalla por Madrid.
Al instante salieron los «analistas» que vieron en esta decisión la muerte política de Iglesias, que vieron una incongruencia y falta de sentido al dejar la presidencia para «bajar» a Madrid. Yo particularmente, creo que no hay nada más alejado de la realidad.
Vamos a ver, la verdad sea dicha, en un cara a cara, Iglesias no tiene nada que hacer, pero el juego está pensado para que sea de estrategias y alianzas y las elecciones regionales anteriores el PSOE fue el partido más votado, no el PP.
Iglesias, viendo que su partido va desapareciendo del mapa político español, que cada vez lo aguanta menos gente y, que la izquierda en Madrid no tiene candidatos llamativos, no se lo pensó dos veces y se lanzó a ese mar de oportunidades que para él significan las elecciones del 4 de Mayo.
Oportunidades porque Iglesias espera aglutinar en torno a sí a toda la izquierda madrileña; vamos, quiere ser un Pedro Sánchez cualquiera pero en Madrid; se cree capaz -y esto lo creo cierto- de motivar y movilizar el voto contra la derecha, una movilización que que sin duda será protagonista en estas elecciones.
No nos engañemos, Pablo Iglesias se está jugando el todo por el todo, ganar el título de ser el referente de la oposición en Madrid -porque lo de ganar la presidencia lo veo un poco chungo, no imposible, pero sí complicado-, será su oportunidad de seguir vivo como actor protagonista de la política española, además, Madrid es la capital de España, la joya de Corona y la llave de la Moncloa.
Este paso de Iglesias aunque desesperado, me recuerda a las tácticas de «replegarse» urdida y explicadas por Hugo Chávez cuando se rindió en su intento de golpe de eestado, Iglesias ha apostado fuerte, veremos cómo acaba la partida.
Ahora bien, más allá de las luchas internas y las negociaciones que se puedan dar entre Iglesias y Más Madrid, PSOE y demás partidos de izquierda, quiero hablar de lo que puede pasar en la derecha.
Hasta hace poco, la derecha española constaba de tres partidos a saber, VOX, PP y CS, con valores comunes y con las diferencias normales entre partidos que compiten por conseguir el poder pero, muy a mi pesar no se ha demostrado a cabalidad una unidad dentro de la derecha española, por lo menos no la unidad que la mayoría de este país desearía.
Las actitudes de Cs colocando cordones sanitarios a unos sí y a otros no sin ninguna validez y sus actuaciones recientes, han mandado al traste aquella visión de puente o bisagra entre la izquierda y la derecha.
Por el otro lado, el PP, que no sólo no votó a la moción de censura que planteó VOX contra el gobierno de Pedro Sánchez porque, admitámoslo, no lo vieron venir, el PP prefirió perder la oportunidad de mostrar una unidad necesaria en tiempos difíciles independientemente del resultado, antes que mancillar su orgullo y aceptar que VOX le había comido el mandado.
Y no contento con esto, Pablo Casado da un discurso de ruptura con VOX que no quedó bien, de cara a la gente no queda bien porque sencillamente necesitan a VOX para gobernar, porque como bien dijo -palabras más, palabras menos- Don Jaime Mayor Oreja, el PP ha perdido su objeto o razón social, que es aglutinar la derecha española.
Con el nacimiento de VOX y la imposibilidad de que desaparezca, el PP cada vez aglutina a menos derecha por lo que es necesario para España que encuentre una nueva razón social para evitar contradicciones como la de romper con VOX y luego -ahora- tener que contar con ellos para ganar Madrid; porque, con Ciudadanos no se puede contar.
La unidad es posible y necesaria, los puntos de encuentro existen, sólo hace falta aceptar la realidad y seguir adelante.
En Madrid nos jugamos España, en Madrid nos jugamos la libertad, en Madrid, en Madrid nos jugamos el futuro.
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