6 simples pasos para construir tu paz interior

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Las crisis, independientemente de su naturaleza y características son necesarias en la vida. Nos recuerdan que los cambios son constantes, que no todo está seguro, que de nosotros mismos depende el bienestar propio y ajeno, que no estamos solos aunque a veces lo parezca, que además tenemos responsabilidades con nuestras familias, la sociedad, la humanidad, con otras formas de vida y con todo el planeta. 

Nuestra primera responsabilidad ante la crisis es lograr la necesaria paz interior. No basta con reconocer que la situación actual es global y multifactorial, hace falta además utilizar los propios recursos internos para auto-armonizarnos y poder transformar la tormenta en tranquilidad. Ello permitirá tener la claridad mental necesaria para comprender la situación y hacernos cargo de las oportunidades que toda crisis esconde. 

Extraer oportunidades de la crisis es posible si ejercitamos la capacidad de tranquilizarnos, eligiendo el bienestar por encima de la angustia, la culpa o las preocupaciones. Durante una crisis es común plantearnos la diferencia entre lo que éramos antes y lo que somos ahora, creando un duelo que nos estanca entre la idea de lo que ya no somos y las libertades que hemos perdido. Este proceso es doloroso y nos puede arrastrar hasta el sufrimiento si no actuamos, si esperamos soluciones mágicas o una figura mesiánica, evitando asumir la responsabilidad propia, cualquiera sea su magnitud.

Superar las crisis requiere construir la propia paz interior. Esto es muy importante para poder visibilizar las oportunidades y encontrar motivaciones diferentes a las habituales. Las pre-ocupaciones que nos inundan el pensamiento ante situaciones críticas, constituyen formas inadecuadas de enfrentar el estrés, porque nos llevan a pensar en escenarios imaginarios, generalmente mucho más catastróficos que la misma realidad. Por lo tanto es de mayor utilidad armarse de paciencia, estabilizar nuestras emociones e ir asumiendo las necesidades a medida que se vayan presentando, comprendiendo los procesos involucrados.

También es bueno recordar que ante situaciones extraordinarias se hace necesario asumir actitudes igualmente extraordinarias, que hagan un uso resiliente de nuestras capacidades y habilidades. Ello implica ser valiente, lo cual no significa ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él. Una manera de hacerlo es valorando nuestras fortalezas,  habilidades y limitaciones, de manera que sean útiles para replantearnos la realidad. Por eso hacemos las siguientes recomendaciones:

  1. Evita mirar atrás. Con ello sólo lograrás acrecentar el duelo, la percepción de inseguridad y la tristeza de lo perdido. Por el contrario,  te proponemos agradecer lo vivido, valorar las oportunidades pasadas como otras tantas experiencias de la vida. Mira hacia adelante, evita pensar en soluciones mágicas o inmediatas, pero mantén la esperanza, apreciando los logros por pequeños que sean. 
  2. Recuerda que la vida es cambio, y no es perfecta. Muchas veces tenemos en nuestra imaginación una vida perfecta que no tiene asidero en la realidad, aún con las condiciones ideales. Por definición, los seres humanos somos imperfectos, por lo tanto, la vida perfecta no existe.  Es verdad que puedes mejorarla, para ello contrasta tus ideas con las personas cercanas, especialmente si son de tu confianza, fíjate en modelos cercanos y reales, como tus padres, amigos, pareja, abuelos. Evita comparar tu vida con la observada en las redes, pues mientras más lejos están esos modelos de ti, más ilusoria es la perfección que muestran.
  3. Gestiona tus frustraciones. Todas las personas tenemos frustraciones a lo largo de nuestras vidas. Una frustración es lo que sientes cuando no puedes hacer algo porque una condición externa o fuera de tu control lo impide. Las frustraciones son necesarias para ganar madurez en la vida, para enmarcar los esfuerzos, para probar nuestra constancia, creatividad y tenacidad, para estrechar lazos con quienes amamos. Ante las frustraciones quedan sólo dos caminos posibles: sentarse a llorar por nuestra mala suerte o sentarse a revisar otras opciones o caminos para lograr nuestras metas y actuar en consecuencia.
  4. Elige entre estar triste o comprender la situación. La tristeza es una reacción natural ante situaciones inesperadas o dolorosas. Es muy importante aceptar la tristeza, pero también el apoyo, la solidaridad o la compañía de otras personas si es necesario. Luego intenta comprender la situación siendo amable contigo mismo, llenándote del amor de tí mismo y de quienes te rodean o te necesitan, cuenta las bondades en lugar de las desgracias, toma decisiones, evita estancarte en el sufrimiento. Intenta visualizar los elementos positivos que tiene la crisis. Recuerda que el dolor es inevitable, pero sufrir o no es tu decisión.
  5. Evadir o negar la situación es exponerse a algo peor. Negar la crisis te expone a sufrir sus consecuencias con crudeza, porque esa negación evita que tomes las medidas que cualquier persona tomaría como parte del sentido común.  Fundamenta tus estrategias en acciones que dependan de ti, nunca de posibilidades, promesas, la suerte o la magia. Piensa con claridad qué vale la pena cambiar y qué no, pregúntate que está bajo tu control y qué no. Escribir tus respuestas, hacer gráficos o anotar cambios suele ayudar a dimensionar mejor la situación.

Afronta tus miedos evitando que roben tu paz.amable contigo mismo, ten paciencia, evita la desesperación entendiendo los procesos sin querer solucionar todo de una vez, sobre todo cuando la situación crítica es muy grande o tiene muchas aristas. Todo lo que no se enfrenta de manera positiva duele o atemoriza constantemente, nos resta la paz que necesitamos para analizar objetivamente la realidad y tomar decisiones equilibradas, conscientes, beneficiosas para sí mismo y para otros. Para ello es necesario preguntarse qué está realmente bajo tu control y que no lo está. En situaciones críticas todo aquello que piensan, dicen y hacen los demás está definitivamente fuera de nuestro control o responsabilidad.

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Acerca de Carmen Nagy Tremaria 16 artículos
Venezolano-Húngara. 54 años. Residenciada en Budapest. Licenciada en Psicología (UCV). Especialista en Psicología de la Instrucción (UCV). Psicoterapeuta (28 años de experiencia). Enfoque cognitivo conductual. Ex docente universitaria de pre y post grado (UCV-Caracas, UPEL-IPC-Caracas, Colegios Universitarios-Caracas). Conferencista e investigadora en las áreas de familia y sexualidad adolescente, experiencia con grupos académicos, docentes, familias, niños y adolescentes. Grupos especialmente vulnerables. Scout y terapauta ad honorem en tiempos de pandemia para la Asociación Civil Venezolanos en Hungría (Budapest). Asesora e investigadora en Psicología de la Instrucción, Creadora del emprendimiento Psicomentorías, dedicada a la investigación y divulgación del conocimiento psicológico. Atención psicológica on line, con presencia en las redes sociales y sede actual en Budapest (Hungría). Redes: Psicomentorías (FB, IG, TG). Twitter: Carmen Cecilia Nagy Tremaria