La estudiante de Medicina y jugadora del Club Baloncesto Leganés valora la opción de formarse en Traumatología o Medicina del Deporte para ser la doctora de la selección española.
Marta jugaba entre fonendoscopios y balones de baloncesto desde los cinco años. Medicina y deporte son conceptos que constantemente han estado vinculados en su vida. No sólo porque sus padres y hermano mayor sean profesionales sanitarios, sino también porque su padre se desempeñó profesionalmente en la Federación Española de Baloncesto hasta que una lesión le alejó de las canastas. Ahora, con 23 años, la joven ha retomado el legado al estar en su último año del grado de Medicina en la Universidad de Alcalá de Henares y ser una de las jugadoras más reconocidas del Club Baloncesto Leganés.
“Solía ver a mi padre y hermano jugar al baloncesto mientras yo patinaba, hasta que un día me invitaron a intentarlo y todo cambió”, recuerda Marta Pérez. Ha llovido desde sus primeros intentos por encestar, pero la joven madrileña tiene claro que “fue mucho más difícil el primer año de Medicina que mi primer encuentro profesional”. En parte, porque “me encantan los retos dentro de la cancha. La tensión que se genera, la sensación de que no hay espacio para equivocaciones y ese estrés que se siente en cada jugada. Son unas sensaciones que me han ayudado a afrontar las otras etapas de mi vida”.
Para Marta, el deporte ha sido un mentor en cómo afrontar la vida. “Hay compañeros en el grado que se impresionan por el nivel de competitividad, mientras que yo lo veía como algo común dentro de la cancha. Otros se hundían al fallar en un examen, pero yo conocía lo que es perder una final”, precisa a IberoEconomía. En este sentido, el baloncesto le ha dado las enseñanzas del esfuerzo constante, disciplina, organización y trabajo en equipo, mientras que, en contrapartida, la Medicina le ha formado en empatía y aproximación a los demás. “Debo admitir que soy una fiel defensora de la humanización de la sanidad”, sentencia.
Con el MIR a un año vista, Marta se enfrenta a la gran encrucijada de colgar las botas de su trayectoria deportiva o intentar mantener el equilibrio entre el baloncesto y Medicina. La joven de 23 años, sin embargo, ya ha tomado su decisión: “Iré a muerte por el MIR y el baloncesto profesional”. Aunque aún es pronto para escoger una especialidad, admite que se siente atraída por Ginecología, “así como mi madre”, o por las tradicionales de Cardiología, Dermatología y Pediatría. No obstante, admite que “creo que finalmente me declinaré por Traumatología o Medicina del Deporte, ya que me encantaría ser la doctora de la selección nacional de baloncesto femenino”.
Decisiones obligadas
Aunque su sueño es mantener sus máximas pasiones juntas, Marta reconoce que no será un camino sencillo. “El modelo de Formación Sanitaria Especializada no cuenta con una flexibilidad que permita compaginar dos actividades de alto compromiso, por lo que temo que, en algún momento, me obliguen a tener que escoger”, explica. Una situación que le indigna profundamente. “No se está reconociendo a las personas que han logrado terminar el grado sanitario y destacar en un área deportiva. Si yo fuera un jefazo lo tendría mucho más en cuenta, ya que evidencia una capacidad en organización, esfuerzo y compromiso”, argumenta.
A su entender, sería recomendable tomar como referencia el modelo de Estados Unidos, “donde se ha diseñado un modelo flexible que ayuda a sus deportistas de élite e, incluso, les otorga un asesor para ayudarles en las tareas de organización y desempeño”, matiza. Consciente de que no será su generación la que viva una reforma tan profunda del sistema de formación sanitario, Marta reconoce con tristeza que “si en última instancia tengo que tomar una decisión, me quedaría con Medicina”.
La balanza se inclina por algunos aspectos como, por ejemplo, “las diferencias salariales que existen entre los hombres y mujeres dentro del mismo nivel deportivo”. No obstante, no será fácil que Marta suelte el balón, ya que aún aspira a que el Leganés ascienda a la primera división y poder acompañarles en esa nueva etapa. Aunque no está cerrada a las opciones de cambiar de club (siempre que comprenda la importancia de la flexibilidad de los horarios), reconoce que los últimos seis años en su equipo han sido “espectaculares”.
A la espera de los dictámenes del futuro, Marta sigue cumpliendo su sueño de joven: jugar entre fonendoscopios y balones de baloncesto.