Su compañera Maite también forma parte de estos cursos, en su caso, es la primera vez que pisa una cocina para trabajar. No está en desventaja, cree que tiene un gran futuro y se imagina empleada. Asegura que tiene muchos deseos de trabajar y piensa que lo va a hacer bien porque le pone le pone corazón.

Un hotel que nunca cierra

Un hotel vacío, sin turistas y en temporada baja, sigue abierto para dar estos cursos, aquí dicen, nunca se para. En verano se trabaja y en otoño e invierno, se forma. En la cocina se organizan por equipos y practican un servicio. En la barra, se limpian los vasos y se preparan los cubiertos en función de qué pida el cliente, por ejemplo le enseñan que para las tazas pequeñas de café no hay que utilizar cucharas largas, sino cortas porque sino, no se puede remover el café.

Son pequeños detalles, que dicen, marcan la diferencia y que hay que aprender. Otro ejemplo, las servilletas de tela tienen su propia forma de colocarse. La profesora explica a los alumnos que la parte bonita y dónde queda el dibujo de la servilleta, debe ir al lado del tenedor. Es aprender también de decoración y protocolo. Dicen los alumnos que son cursos muy completos.

Cursos teóricos

Además de la práctica, hay que sentarse en clase, coger el bolígrafo y el cuaderno y tomar apunes. Aquí se aprenden también cuestiones teóricas, por ejemplo, le enseñan temas de higiene, protocolos sanitarios o de emergencia y las consecuencias que puede tener en los clientes. De momento solo 15 alumnos forman parte del proyecto, que se va a ampliar en breve.

Según ha acordado la empresa, al menos el 60% de los que están en el curso, serán contratados en este hotel. La empresa dice, que esperan incluso superar ese porcentaje, de momento lo que les toca a los alumnos, es formarse, durante los próximos 4 meses.