Para muchos ganaderos gallegos las cuentas no salen. Al aumento de los costes de producción se suma ahora una nueva bajada del precio que los productores de leche perciben de las industrias lácteas.
Se trata del tercer descenso en lo que va de año, algo que genera preocupación en el sector y que, según denuncian, no se repercute en los supermercados. Es por ello que desde las asociaciones amenazan ya con movilizaciones. «Ellos lo tienen muy fácil: bajan el precio de la leche, nosotros seguimos produciendo lo mismo y los márgenes para ellos son más grandes», resume José Manuel Juncal, un ganadero de Trazo (A Coruña).
Los cálculos que realizan son claros: desde el mes de enero, los titulares de pequeñas y medianas explotaciones gallegas han sufrido un descenso en el precio percibido de un 20%. De hecho, son muchos los que han tenido que vender su producción por debajo, incluso, del precio de coste.
Entidades como Unións Agrarias o Agromuralla acusan a las grandes industrias lácteas de enriquecerse a costa de las granjas. Una acusación que se ve reforzada por la falta de argumentos que justifiquen esta nueva bajada. Según denuncian, los costes siguen siendo muy elevados con los forrajes o el gasóleo en máximos históricos.
«Estamos en una situación de imposición total por parte de la industria de todas las condiciones de los contratos», denuncia Óscar Pose, responsable provincial de Unións Agrarias.
Galicia es líder en la producción de leche a nivel estatal, albergando un 55% de las explotaciones existentes en el país. No obstante, las adversidades a las que se enfrentan les generan grandes pérdidas. De hecho, en lo que va de año, han desaparecido en Galicia más de 150 explotaciones.
Granjas como las de Celso, en Arzúa, han sufrido estas consecuencias. El motivo: el encarecimiento de las materias y este descenso en el precio. «En los supermercados la leche no bajó, está siempre igual y el litro y medio está a 1,69», reconoce Celso. Agricultores y ganaderos solicitan al Ejecutivo gallego y central que actúen ante lo que consideran un abandono total a la gente que vive del campo.