Expertos advierten que existen similitudes con los años 1978 y 1981, período donde se derivó en un deterioro de los indicadores económicos y sociales en toda Latinoamérica
La repentina y abundante oferta de créditos externos procedentes de la banca privada, y la mejora de los términos de intercambio entre los años 1978 y 1981, derivó en un deterioro de los indicadores económicos y sociales en toda la región iberoamericana. Esta crisis y el posterior proceso de ajuste es denominado históricamente como la ‘década pérdida’ y, según la agencia Bloomberg, Iberoamérica está en riesgo de sufrir otro episodio similar.
Mientras que durante aquellos años de expansión permitieron crear políticas mediante las que 11 países de Latinoamérica registraron tasas de crecimiento superiores al 4 por ciento anual, en los últimos años el crecimiento medio ha sido de un 0,7 por ciento.
De hecho, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la pobreza ha aumentado desde 2012 en toda Latinoamérica. A su vez, Brasil, México y Argentina –-las tres mayores economías de la región– se han contraído por segunda vez en tres años.
La tensión comercial internacional, así como la inestabilidad generalizada de los gobiernos iberoamericanos, son dos de los principales factores que, según Bloomberg, propiciarían una nueva década perdida. En concreto, uno de los problemas que ahora ha emergido en este contexto es el aumento de los precios del metal, los transportadores de energía y de los productos agrícolas.
Generación perdida
La década de los 80 no solo estuvo marcada por una disminución de la producción o del ritmo de crecimiento, sino que la situación de empleabilidad también sufrió por las remuneraciones reales que generalizaron los procesos inflacionarios.
A este deterioro macroeconómico se sumaron las crisis financieras fomentadas por los incrementos de la tasa de interés y notables las devaluaciones de la moneda, así como múltiples situaciones subyacentes de crisis fiscal. El respectivo Producto Interior Bruto (PIB) de cada país de Latinoamérica continuó cayendo hasta 1990, cuando comenzó a recuperarse progresivamente al igual que lo hicieron los precios.
Tal y como expone la Comisión Económica Para América Latina y El Caribe (CEPAL) en su publicación ‘De la década perdida a la transformación económica 1980-1995’, «la afluencia de capital puso fin rápidamente a la restricción externa y generó un excedente de fondos, lo que se reflejó en una tendencia a la apreciación del tipo de cambio, la desaparición del superávit comercial desde 1992 y la acentuación del déficit en cuenta corriente hasta 1994″.
SÍMIL
En palabras de la economista de Bloomberg Adriana Dupita, «América Latina ha desperdiciado muchas oportunidades«, refiriéndose a las acciones tomadas en los últimos años.
Por países, México afronta un nivel de inflación superior al que le permite reducir los costos de su endeudamiento, el cual está tocando fondo. Además, la espera en la ratificación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá también afecta al comercio mexicano y, en concreto, a la producción y venta de crudo.
Por su parte, la economía brasileña ha sufrido contracciones en lo que va de 2019 que coinciden con los primeros meses del mandato del actual presidente, Jair Bolsonaro.
La situación no mejora para la nación argentina, que vive un periodo de contínuas recesiones económicas. Con una inflación que supera el 50 por ciento, el presidente Mauricio Macri se ha visto obligado a algunos controles de precios.
Estos tres grandes países representan dos terceras partes de la producción de la región iberoamericana. Sin embargo, países más pequeños y que su economía se ha regido por una línea más estables también han sufrido varios estancamientos.
El caso de Venezuela es especial, ya que su bloqueo económico se debe a la crisis política que atraviesa, aunque de base la economía del país no se encontraba en un proceso de auge antes de que la tensión entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición estallara el pasado mes de enero.