El Banco Mundial estima que, para el cierre de 2018, el Producto Interior Bruto caerá en un 4,2 por ciento.
Venezuela busca paliar el desarrollo de su crisis económica. Con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) superior al 7,4 por ciento al cierre de 2017, el Gobierno bolivariano está buscando alternativas que le permitan frenar los malos resultados registrados durante los últimos años. Lejos de buscar una reestructuración similar a la recomendada por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país latinoamericano ha apostado por otras vías alternativas.
Una de las últimas medidas ‘desesperadas’ ha sido romper con las normas del mercado al ser emitir 100 millones de unidades de ‘Petro’, la criptomoneda realizada por el Gobierno de Nicolás Maduro para “vencer el bloqueo” financiero ante las supuestas sanciones impuestas por Estados Unido. “Cada petro va a tener un valor igual al precio del barril petrolero de la cesta venezolana“, explicó el mandatario en una transmisión por la televisión estatal.
Ahora bien, uno de los problemas es que, según fuentes de la Administración Pública de Venezuela, la moneda virtual tendrá como garantía “la reservas petroleras”. El economista venezolano y presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional José Guerra, apunta la gravedad de esta situación, debido a que “el artículo 3 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos de Venezuela establece que las reservas petroleras no explotadas, es decir, las que están en el subsuelo y que son muy abundantes, no se pueden colocar como garantía de ninguna operación comercial o financiera“.
Otras de las medidas que no tendrán el impacto deseado es el esperado aumento del precio del crudo. A pesar de que durante años fue considerado una de las causas de la caída del PIB venezolano, la incapacidad de Petróleos de Venezuela (PDVSA) para producir el volumen demandado hace que no pueda beneficiarse del incremento en el valor del combustible.
Es importante recordar que, tras alcanzar en diciembre su nivel más bajo de producción en los últimos 28 años (1,6 millones de barriles al día, 216.000 barriles menos que un año antes), PDVSA puso en evidencia la gravedad de su desinversión y escandalosa corrupción. Una situación que le condena a siquiera poder competir en el mercado internacional de crudo.
Ante la búsqueda de soluciones paralelas, Venezuela ha buscado dinamizar su economía a través del acuerdo firmando con Turquía para impulsar “sectores como el Gasífero, Minero y Petroquímico”. No obstante, el impacto real que pueda generar dentro de la balanza comercial es muy reducido, no tanto por las dimensiones del mercado turco, sino por la incapacidad exportadora venezolana para satisfacer a la demanda internacional.
Nuevas trabas a las divisas
El control de cambio ha sido uno de los generadores de mayor parálisis en la economía de Venezuela. Aunque la medida (implementada en 2003) no ha demostrado su efectividad para evitar la fuga de capitales o para mantener el valor del bolívar, el Gobierno insiste en mantener el modelo a través de constantes cambios. ¿El último?, el nuevo Sistema de Divisas del Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom).
La iniciativa, que comenzó sus operaciones a finales de la semana pasada, busca contribuir a un mayor ingreso de moneda extranjera para el desarrollo productivo del país iberoamericano. No obstante, los economistas son escépticos ante una medida que llega justo después de que el Gobierno de Maduro suspendiera temporalmente la venta de divisas a empresas y particulares el septiembre pasado.
Desde el Banco Mundial no se han modificado las previsiones negativas para Venezuela a pesar de sus intentos por reinvertir la desaceleración productiva. Al contrario, recuerda que otros de los grandes problemas a los que tendrán que hacer frente a la hiperinflación del 2.000 por ciento.