Brasil es el epicentro del conocimiento universitario en América Latina. La revista británica ‘Times Higher Education’ ha analizado las 81 instituciones académicas más importantes de la región, donde ha destacado el potencial de las universidades brasileras, no solo por sus 32 representantes, sino por contar con cinco de ellas en el ‘top 10’ de la clasificación.
“Brasil, a pesar de que el país de la región que más invierte en investigación y desarrollo, no debe ser autocomplaciente y asumir que va a liderar la lista en el futuro. Mientras las universidades en toda América Latina se esfuerzan en aumentar la calidad de la educación y de la investigación, la competencia por los mejores académicos y estudiantes se hará cada vez más intensa», ha explicado el director de ‘Higher Education’, Phil Baty.
La mejor de América Latina es, según la clasificación, la Universidad Estatal de Campinas (Brasil), por lo que logra destronar a la Universidad de Sao Paulo que, en 2016, ostentaba el primer lugar y, para esta convocatoria, se queda en el segundo lugar. En el tercer y cuarto lugar está Chile, a través de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. Para completar el ‘top cinco’ se sitúa la Universidad de los Andes (Colombia).
Por detrás de Brasil, los países latinos con más número de universidades presentes en el ranking son Chile, con 17, México, con 13 y Colombia, con 11. Justamente, por México las más reconocidas han sido: El Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (puesto 6) y Universidad Nacional Autónoma de México(puesto 10).
Tanto Argentina, con la Universidad Nacional de Córdoba como la Universidad Austral, como Ecuador, con la Universidad de San Francisco de Quito y la Escuela Politécnica Nacional, han entrado en el ranking por primera vez este año.
El ranking anual suscita competencia entre las universidades iberoamericanas ya que «a medida que las universidades en América Latina se enfocan en el incremento de la calidad de la educación y la investigación, seguido por una enorme alza en la participación y accesibilidad de la educación y la productividad investigadora, la competencia por los mejores académicos y estudiantes se hará cada vez más intensa», asegura Baty.