Carlos Alvarado cumplió su primer año de mandato con muchos más detractores que seguidores y con la economía como gran reto por superar
El presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, cumplió su primer año de mandato con muchos más detractores que seguidores, ya que solo un 27 por ciento de los ciudadanos aprueban su gestión, según una reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica.
En cuanto al trabajo del Gobierno, un 23 por ciento de los entrevistados opinó que es bueno, mientras el 51 por ciento lo descalifica.
Una de las primeras medidas del presidente costarricense fue la de promover una reforma tributaria dirigida a reducir el gasto público a partir del aumento de la carga fiscal y de un recorte de los sueldos y los complementos salariales de quienes trabajan en el Estado, amputando un histórico beneficio de los trabajadores de la administración pública.
Esta propuesta del Ejecutivo, aprobada finalmente en diciembre de 2018, generó durante su discusión una huelga de más de tres meses de duración, la más extensa en el país centroamericano en casi 20 años.
Al hacer un balance de su primer año de gestión ante la Asamblea Legislativa el pasado 2 de mayo, Alvarado se abstuvo de realizar –como ya era tradicional en Costa Rica– una enumeración de todo lo realizado por el Gobierno en los 12 meses precedentes, aunque consideró la aprobación del Plan Fiscal como el principal éxito de su Administración en los primeros 365 días.
Sin embargo, el mandatario expresó su preocupación por la polarización social existente a día de hoy. «Una de mis mayores preocupaciones como Presidente, ha sido la polarización social que hemos experimentado como país», indicó Alvarado.
Asimismo, el mandatario manifestó que «no busca que nos homologuemos en un único pensamiento, pero sí que logremos construir en respeto y pluralidad, entendiendo que los puntos de vista diferentes enriquecen el análisis y las soluciones».
A principios de 2018, a poco menos de un mes de la primera vuelta de las elecciones nacionales, un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que Costa Rica debía reconocer el derecho a la identidad de género y garantizar la no discriminación de las parejas del mismo sexo. Esta sentencia polarizó a la población entre Alvarado y el entonces diputado Fabricio Alvarado, del partido evangélico Restauración Nacional.
Además, Alvarado se comprometió a enfrentar el desempleo, al que calificó de principal problema para esta nación centroamericana.
El desempleo en el último trimestre de 2018 fue del 12%, la cifra más alta de los últimos diez años, lo que profundiza el sentimiento de rechazo de la gestión presidencial entre la población costarricense.
Para reducir considerablemente la tasa de desocupación, el presidente sostuvo que las acciones contra ese flagelo son una mejora decidida de la educación, la capacitación y la inclusión social; el impulso productivo para el crecimiento y el empleo con énfasis en los sectores intensivos en puestos de trabajo; y mejorar al acceso al crédito y eficiencia de la institucionalidad pública para los sectores productivos.
En la rendición de cuentas de su trabajo estos 12 meses enumeró avances en estabilidad económica, infraestructura, seguridad ciudadana, ambiente, turismo y derechos humanos como una evidencia de que Costa Rica es capaz, a sabiendas de que la ciudadanía espera más de sus gobernantes.
El pasado mes de septiembre, Alvarado presentó un Plan de Reactivación Económica de cuatro componentes: simplificación de trámites, apoyo a las pymes y emprendimientos, empleo, e inversión en infraestructura pública.
De este modo, el Gobierno espera que a lo largo del segundo año de mandato se vayan fortaleciendo las acciones dentro de cada componente.
Para aquellos que no respaldan su gestión en este primer año, Alvarado sentenció: «Me correspondió gobernar en tiempos donde presidir con responsabilidad obliga a resolver, no a complacer».
FMI preocupada por el desempleo y déficit fiscal de Costa Rica