El presidente de Brasil inició su mandato asegurando que lucharía en contra de la corrupción y a favor de la liberación de la economía.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que prometió acabar con la corrupción y liberalizar la economía, enfrentó en su primer mes de gobierno denuncias contra uno de sus hijos y un grave desastre minero, pero ese fue apenas, según analistas, un periodo de fogueo.
Bolsonaro también tuvo una iniciación diplomática cuestionada por su poco destacada prestación en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) y su alianza con el estadounidense Donald Trump para tratar de derrocar a Nicolás Maduro en Venezuela.
El verdadero desafío para el exmilitar empezó con el arranque del nuevo Congreso con 30 partidos, con el que deberá lidiar para impulsar sus reformas económicas.
Promesas y realidades
Bolsonaro prometió gobernar sin negociar cargos estatales a cambio de apoyo político, una relación de “toma y daca” en la que se gestaron los graves escándalos que minaron el prestigio de los partidos tradicionales.
Bolsonaro “hizo una campaña muy fuerte contra el presidencialismo de coalición, asociándolo con la corrupción, y quedó atado a esa promesa”, sostiene el politólogo Carlos Pereira, profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV) de Rio de Janeiro.
Su fuerza política, el Partido Social Liberal (PSL), tiene 55 diputados, de un total de 513, y cuatro de los 81 senadores. Para Pereira, relegar los partidos a segundo plano podría costarle caro, sobre todo si se confirman las denuncias contra el senador electo Flavio Bolsonaro, su hijo mayor.
Bolsonaro se mostró parco de palabras en Davos, cuando usó apenas seis de los 45 minutos a los que tenía derecho para presentar sus proyectos ante la élite económica y política planetaria.
Y buena parte los dedicó a desestimar acusaciones de que la deforestación avanzaba en la Amazonia a causa de la agropecuaria, un sector que le dio un apoyo electoral decisivo.
Aun así, los mercados siguen respaldándolo, por la garantía que representa el ultraliberal Paulo Guedes como ministro de Economía. La Bolsa de Sao Paulo batió diez récords históricos en las primeras semanas de enero.
Bolsonaro también cumplió parcialmente con el electorado que lo apoyó por sus promesas de combatir la criminalidad, al firmar un decreto que autoriza la posesión de armas de fuego; pero solo el Congreso podrá aprobar el porte.
“Este Congreso le dará votos (a Bolsonaro) para avanzar en sus políticas sociales más conservadoras”, pero “el gran problema es la economía”, advierte Gabiati. El proyecto crucial es la reforma del sistema de jubilaciones, que los inversores exigen como garantía de saneamiento de las cuentas públicas.
“Es una reforma muy difícil en cualquier país. Si el gobierno tiene éxito, tendrá un capital (político) muy grande. Pero si fracasa, temo por la continuidad de su capacidad de gobernar”, zanja Pereira.
Déficit fiscal
El gobierno de Brasil tuvo un déficit fiscal en diciembre que casi se duplicó respecto al del mes previo, lo que subraya el desafío que enfrenta el presidente Jair Bolsonaro en su búsqueda de equilibrar el presupuesto federal. El gobierno central, que incluye a los ministerios federales, la seguridad social y el banco central, registró un déficit equivalente a 8.500 millones antes de pagos de intereses.