Alfonso Bortone asegura que emprender en el área de la gastronomía siempre fue su plan inicial en su proceso migratorio hacia España.
Un pequeño niño recorre las calles de un tradicional vecindario de Estados Unidos. La gorra hacia atrás y una puntería de Grandes Ligas para lanzar los periódicos en la puerta de los hogares. A pesar del cansancio, no parará de pedalear hasta terminar sus entregas. Así es la figura del ‘paperboy‘ que ha transcendido en el cine y que servido de inspiración para que el venezolano Alfonso Bortone diera imagen y espíritu a su restaurante de perritos calientes en Madrid. «Es un concepto romántico. Son niños que, desde pequeños, trabajan duro para lograr ganarse la vida. Lo mismo ocurre con este local. Somos unos pequeños que trabajan muy duro para ir progresando», explica el emprendedor oriundo de San Felipe.
La pasión de Alfonso por la gastronomía nació en Venezuela. Justamente en Barquisimeto estudió cocina y Administración de Empresas, dos áreas que se fusionarían en su primer proyecto personal. «En Venezuela tuve una empresa de catering, trabajando tanto en bodas como de grandes eventos y actos privados», apunta. Una experiencia que sería imprescindible para su nuevo reto empresarial: el lanzamiento de ‘Paperboy‘. «A diferencia de otros latinoamericanos, emprender en la gastronomía siempre fue mi plan a cuando decidí emigrar a España», afirma a IberoEconomía.
Lejos de ‘llegar y besar el santo’, el emprendedor venezolano tuvo que empezar desde abajo. Con su llegada a Madrid se desempeñó como empleado de grandes cadenas de comida y realizó prácticas en el Hotel Hesperia, sin olvidar su paso por algunas panaderías. «Todas fueron experiencias que me iban aportando conocimientos para el desarrollo de mi propio proyecto. Por ejemplo, la búsqueda del mejor pan para ofrecer los perros calientes», matiza. En este sentido, cuando consideró que ya estaba preparado, lanzó al mercado su primer local en 2015.
«Era un establecimiento muy pequeño, con cuatro o cinco mesas. Funcionó como un tubo de ensayo que nos permitía conocer qué aspectos funcionaban y cuáles tenían que cambiar. Tras nueve meses, se logra el consolidar el concepto actual de ‘Paperboy’ para su presentación al mercado», recuerda Bortone. El modelo captó el interés de un público que tiene entre 25 y 40 años y que es en un 60 por ciento de origen venezolano. «Son quienes están más familiarizados con el concepto del perro caliente. En el caso del español, cuando los prueba se sorprende y vuelve a repetir», confiesa.
‘Paperboy’, que ha requerido de una inversión inicial de 120.000 euros, ha logrado crecer a un buen ritmo. Con la apertura del nuevo local, tras el proyecto piloto de nueve meses, la facturación creció un 50 por ciento, cifra que ha vuelto a aumentar en un 35 por ciento el año siguiente. Una evolución que prevé que mantenga su senda positiva ante las nuevas inversiones en decoración, emplatado y ambiente con el que se ha dotado al establecimiento.
«Actualmente nos encontramos en un proceso de afianzar el concepto y el proyecto. No obstante, no descartamos que en 2019 se estudie la posibilidad de abrir un nuevo establecimiento en Madrid. Por ahora, sólo está previsto que, desde septiembre, se cuente con un ‘afterwork‘ en el local», adelanta su fundador. En este mismo sentido, adelanta que, aunque aún no lo han analizado, no descartan la opción de convertirse en una franquicia, «pero después de que quede consolidado el modelo de negocio de ‘Paperboy'». De ahí que, en cualquier momento, pueda ser necesario que se vuelvan a parar las rotativas por el restaurante del emprendedor venezolano.