Tras 48 años de trayectoria en el sector gastronómico de Caracas, la familia propietaria de las pastelería Danubio prepara el cambio generacional con su nuevo proyecto en Madrid: Evelia.
La pastelería Danubio abrió sus puertas en la Caracas de los años 70. Venezuela era un país repleto de oportunidades y las empresas familiares uno de sus pilares más fuertes. «Toda la familia estaba involucrada con el proyecto. Vivíamos en el mismo establecimiento que, en la parte de atrás, estaba diseñado para servir como hogar», recuerda el hijo del fundador y actual dueño, Andrés Kerese. No obstante, una normativa implementada por el expresidente Carlos Andrés Pérez, donde obligaba a los locales de comida a tener un baño para el público, les llevó a mudarse para ceder el espacio a los clientes de la pastelería.
Tras la muerte de su padre en su accidente automovilístico, Andrés Kerese asume las riendas de este proyecto familiar que, poco a poco, comenzaría su proceso de expansión por la capital venezolana y que actualmente cuenta con seis establecimientos. «Fue un crecimiento orgánico y nunca previsto en un plan de negocios. La fidelidad de nuestros clientes y las oportunidades que se presentaron fueron marcando la hoja de ruta», apunta a IberoEconomía. Sin embargo, la crisis que atraviesa Venezuela han obligado a la empresa familiar a expandirse internacionalmente.
«Inicialmente habíamos pensado la opción de Estados Unidos. A pesar de que estudiamos todas las opciones, no nos terminaban de convencer. En todos los escenarios teníamos que pasar unos cuatro años en pérdidas y con posibles peligros migratorios, así fue como empezamos a contemplar otro tipo de destinos», afirma el emprendedor venezolano. La oportunidad que estaban buscando apareció en Madrid, donde sólo habían venido a pasar las fiestas navideñas con uno de sus hijos.
Ante el desconocimiento del mercado español, Kerese buscó la opinión de un amigo muy cercano: el expresidente de Mapfre Venezuela. Las previsiones fueron favorables y comenzó el proceso para abrir Danubio en España. ¿El primer paso?, la búsqueda del local idóneo. «Los primeros que nos mostraron no nos gustaban o tenían un precio muy superior a las características del local. Estábamos parados hasta que dimos con este en Cuatro Caminos (Calle Santa Engracia, 154). Nos gustó tanto que esa misma noche, en uno de los sótanos de El Corte Inglés, firmé un papel improvisado y di una señal para reservarlo», recuerda.
Con el apoyo de ‘Sexta República’ para la remodelación del establecimiento y con la financiación de Abanca (facilitada con el apoyo del también venezolano Juan Carlos Escotet), Danubio ya estaba lista para comenzar su nueva etapa. No obstante, al momento de registrar el nombre dieron con la primera traba: «todas las versiones del nombre habían sido reservadas previamente».
A pesar de que Kerese había pensado llamarla ‘La de Chacao’, finalmente la familia optó por rendir homenaje a una de las figuras más importantes del hogar: Evelia, la esposa del fundador y la abuela de la generación de relevo. «La abuela solía decir que no le gustaba que usaran su nombre, pero la verdad es que está encantada. Sobre todo cuando conocidos se toman una foto con el nombre y se la envían a su móvil», bromean.
La ‘nueva Danubio’
Evelia, que requirió de una inversión inicial estimada en los 280.000 euros, representa un punto de inflexión en la historia de pastelerías Danubio. No sólo por ser su primer local fuera de Venezuela, sino por ser el ícono de una transferencia generacional, siendo los hijos de Andrés Keresequienes tomarán las riendas del establecimiento.
«Durante esta nueva etapa en Madrid estamos vendiendo nostalgias, lo que hace que nuestro cliente sea mayoritariamente venezolano (un 85 por ciento), pero poco a poco va creciendo el interés de los españoles e, incluso, ya hemos realizado nuestro primer servicio de catering para una de las escuelas de música más importantes de la ciudad», destaca su actual propietario. En este sentido, reconoce que está muy satisfecho con los resultados alcanzados, en especial porque «ya el local es capaz de pagar por sí mismo el alquiler y los sueldos».
Lejos de conformarse por los pasos dados, el emprendedor venezolano reconoce que el objetivo inmediato a alcanzar es «poder pagar todas las deudas». Para lograrlo, seguirán el espíritu que hasta el momento ha ofrecido tan buenos resultados: «Hacer muy bien aquello que sabemos hacer y seguir con un proceso de crecimiento orgánico«. En este sentido, descartan un plan de aperturas o asumir un modelo de franquicias.
Una hoja de ruta que no sólo la tiene clara Andrés Kerese, sino que también es compartida por sus hijos, quienes serán los encargados de escribirlas nuevas páginas en la historia de la icónica pastelería venezolana Danubio.