La Comisión Europea hace una valoración de la situación económica de España, así como las áreas clave para su crecimiento sostenible.
En su evaluación anual de la situación económica y social de los Estados miembros, la Comisión Europea ha hecho hincapié en la necesidad de fomentar las inversiones, de aplicar políticas presupuestarias responsables y de ejecutar reformas bien planeadas. Los retos varían considerablemente de un país a otro y requieren una acción política adecuada y firme.
Según los datos contenidos en las revisiones en profundidad de los países de la UE, España presenta desequilibrios y aunque el crecimiento económico sigue siendo sólido, los grandes volúmenes de deuda interna y externa, tanto pública como privada, en un contexto (todavía) de elevado desempleo, siguen siendo puntos vulnerables con incidencia transfronteriza.
El proceso de reajuste en el sector exterior se ha mantenido, aunque el superávit de la balanza por cuenta corriente disminuyó en 2018, reflejando los factores vinculados con el medio ambiente global. Serán necesarios superávits por cuenta corriente sostenidos durante un período prolongado de tiempo para reducir los pasivos exteriores netos a niveles razonables.
La reducción de la deuda para el sector privado también ha progresado, gracias al sólido crecimiento nominal. La ratio de préstamos dudosos ha seguido disminuyendo. La deuda pública ha disminuido ligeramente, con una reducción de los déficits prevista para apoyar su posterior reducción gradual.
Sin embargo, serán necesarios esfuerzos adicionales para situar las finanzas públicas en una senda más sostenible.
El desempleo ha seguido disminuyendo, pero sigue siendo elevado. La ejecución de las medidas destinadas a aumentar el potencial de crecimiento ha sido lenta. Siguen existiendo retos, en particular en lo que se refiere a la segmentación del mercado laboral, la investigación y la innovación, y la regulación de las empresas, sobre todo las de servicios.