Se realizó en Dubái (Emiratos Árabes) la vigésimo octava cumbre anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, COP28, con más de 200 países participantes y cerca de 70.000 personas, una edición convocada bajo el lema “Unir. Actuar. Cumplir” que pretende ser un hito en los avances de la agenda climática global.
Los eventos climáticos extremos, como sequías prolongadas, inundaciones repentinas, incendios forestales y tormentas cada vez más frecuentes y severas, representan una amenaza significativa para la economía en general y organismos como el Banco Central Europeo instan a las entidades financieras para que adopten medidas para ser impulsoras del cambio climático e incluyan los riesgos climáticos dentro de su gobernanza y estrategia antes de diciembre de 2024.
En este sentido, desde UCI, Unión de Créditos Inmobiliarios, entidad especialista en financiación sostenible de la vivienda, ha elaborado una guía de los principales factores medioambientales y riesgos climáticos a los que se enfrenta el parque edificado español y que podrían tener implicaciones en la viabilidad financiera de las propiedades y, en última instancia, en la concesión de hipotecas.
Si su vivienda está en una zona a desastres naturales, en un futuro no muy lejano su hipoteca podría ser más cara
A pesar de la recomendación del BCE, seis de cada diez entidades bancarias aún no cuentan con marcos sólidos de pruebas de resistencia sobre riesgo climático, según el Banco de España. A pesar de ello, cada vez más inversores y entidades financieras consideran el riesgo climático entre sus decisiones.
“Algunas entidades financieras ya hemos comenzado a analizar el riesgo climático al que están expuestos los inmuebles que financian, pues al final son la garantía hipotecaria que tenemos”, asegura Cátia Alves, directora de Sostenibilidad y Rehabilitación en UCI.
De hecho, se están trabajando en herramientas y métricas que evalúan la vulnerabilidad de las propiedades ante los riesgos climáticos, así como para estimar el impacto económico que podrían tener en el valor de mercado a largo plazo.
Esta evaluación del riesgo climático permitirá tomar decisiones informadas y considerar la resiliencia climática como un factor clave en las estrategias de inversión. Lo que, aterrizado a las personas, podría ser sinónimo de condicionar la concesión o no de una hipoteca, o un aumento del precio de esta, si el inmueble a financiar está en una zona de elevada exposición a riesgo de cambio climático.
“La gestión de hipotecas reflejará un cambio en la operativa bancaria, donde los riesgos medioambientales, desde inundaciones hasta incendios, se incorporan a la ecuación financiera. La directriz del Banco Central Europeo insta a las entidades a considerar estos factores, impactando directamente en la tasación de propiedades y, en consecuencia, en los gastos asociados a las hipotecas”, afirma la directora de Sostenibilidad de UCI, que considera la tecnología como principal aliada de las entidades y que añade: “como ciudadanos solemos pensar en el corto plazo, pero el periodo de vida de una hipoteca y, más si cabe, de una vivienda es elevado. No hay más que pensar en la media de edad de las viviendas españolas, que supera los 45 años”.
Impacto de los riesgos climáticos en el parque edificado
Los riesgos asociados al cambio climático tienen el potencial de causar estragos en el sector inmobiliario: desde la depreciación de propiedades hasta la pérdida de inversiones. Cada uno de estos eventos climáticos extremos puede tener un impacto devastador en las propiedades inmobiliarias, por ello inversores y entidades evalúan el riesgo climático en las inversiones inmobiliarias.
- Viviendas en zonas inundables, eventos extremos de lluvias o elevación del nivel del mar: Las inundaciones pueden dañar gravemente las estructuras y a la infraestructura de los inmuebles. Además, las propiedades costeras también se enfrentan al riesgo de aumento del nivel del mar y la erosión costera, lo que puede llevar a la destrucción de viviendas y la pérdida de terrenos.
- Viviendas en zonas afectadas por la sequía: afectan a la disponibilidad de agua y el rendimiento de los cultivos. Además, el riesgo de subsidencia del suelo podría afectar a la estabilidad de las construcciones.
- Viviendas afectadas por olas de calor extremas: podrían ocasionar daños estructurales por estrés térmico y causar una mayor demanda de sistemas de enfriamiento, con el consiguiente aumento de las emisiones de CO2.
- Viviendas en zonas con riesgo de incendios: el peligro de la propagación rápida de incendios hacia zonas urbanas podría afectar a las estructuras, así como causar daños a la calidad del aire y riesgos en la salud.
- Viviendas en zonas volcánicas: el riesgo de erupciones volcánicas no solo podría afectar a las edificaciones sino requerir medidas de construcción resistentes a la actividad volcánica.
- Viviendas en zonas afectadas por terremotos: la posibilidad del colapso de estructuras no diseñadas para resistir seísmos supone la amenaza a la estabilidad estructural de los edificios y la necesidad de edificar viviendas sísmicamente resistentes.
Este análisis revela que áreas costeras, como la Costa del Sol y la Costa Brava, se encuentran entre las más expuestas de nuestro país a fenómenos extremos, lo que podría impactar directamente en la viabilidad financiera de las propiedades y, por ende, en la concesión de hipotecas.