El Hospital Infanta Sofía, situado en la ciudad madrileña de San Sebastián de los Reyes, se ha convertido en los últimos días en el ejemplo más visible del caos que impera en los servicios de Urgencias de muchos centros hospitalarios españoles durante el verano. Este año con mayor intensidad, ya que los cierres en atención primaria y las vacaciones del personal sanitario han derivado en un cóctel de saturación que se traduce en largas horas de espera por parte de los pacientes, y en unos profesionales completamente desbordados que se ven incapaces de hacer frente al tsunami que tienen frente a ellos.
El sindicato de médicos Amyts ha denunciado, en una carta pública, que la situación que viven las Urgencias del Hospital Infanta Sofía es “devastadora” por la “extrema falta de personal médico”. Según revela, durante el pasado mes de julio -algo que se repetirá previsiblemente en agosto-, tan solo entre dos y cinco médicos adjuntos se han hecho cargo de un servicio que al menos necesitaría nueve para ser cubierto con unas mínimas garantías. Los profesionales que firman el escrito aseguran que “no pueden más ni física ni mentalmente”, y defienden que en ningún caso el motivo de esta situación es que ellos “estén mal organizados”, sino que se ha optado por una “política de coste cero”, que ha ido “hundiendo paulatinamente” a las Urgencias.
Los médicos lamentan que en el último año se ha registrado un “aumento importante” de la presión asistencial por el cierre de los centros de Servicios de Urgencias de Atención Primaria (Suap) en la Comunidad de Madrid, lo que ha provocado que muchos pacientes acudan directamente a la urgencia hospitalaria, saturando este servicio.
«Abocados al colapso»
«La noticia ha saltado en los últimos días, pero es una situación que ya llevamos viviendo desde hace tiempo. Debido al aumento de la población a la que atendemos y a que no se ha incrementado de manera proporcional los profesionales y el número de camas, al final nos vemos abocados al colapso. A un colapso de los profesionales, con bajas por estrés, bajas por ansiedad, cambios de centro e incluso gente que deja el hospital para irse al paro», expresa Elena Cabrerizo, enfermera que trabaja en este centro hospitalario, donde también actúa como representante de CC.OO.
Cuando llegan al servicio de Urgencias, los pacientes habitualmente se someten a un proceso de triaje, en el que se evalúa su riesgo clínico. Los pacientes con mayor urgencia son atendidos inmediatamente, pero aquellos que presentan una urgencia media comienzan a acumularse, y en el caso de los pacientes menos urgentes la espera antes de ser atendidos puede dilatarse varias horas. El resultado: salas de espera abarrotadas, con pacientes cada vez más nerviosos y profesionales que tienen que atenderlos en una carrera contrarreloj sin final.
Se podría esperar que, durante los meses de verano, la presión asistencial de un hospital como el Infanta Sofía, situado en una ciudad del interior peninsular, pueda verse aliviada en parte debido a la movilidad de la población hacia zonas costeras o vacacionales, pero nada más lejos de la realidad. «Ahora, en verano, la situación se agrava, primero porque se cierran plantas y camas en todos los hospitales, y después porque los profesionales se van de vacaciones. Además, los hospitales necesitan una serie de mantenimientos, y es en verano cuando se aprovecha para llevarlos a cabo, ya que supuestamente hay menos demanda asistencial. Lo que se hace es reubicar a los pacientes y a los profesionales de la planta que se cierra en otras áreas del hospital, pero cuando estás desbordado, llega un momento que tienes las plantas saturadas, la urgencia saturada, y no tienes forma humana de mover a los pacientes para descongestionar la urgencia, porque no tienes más camas», describe Elena Cabrerizo.
Situación «totalmente desesperada»
Tomás Toranzo, presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, reconoce que el Hospital Infanta Sofía de Madrid se encuentra en una situación «totalmente desesperada», aunque cree que se trata de un problema generalizado en toda España, que se ha visto agravado especialmente en los últimos meses. «Todos los servicios de urgencias están sobrecargados en verano, pero este año ha sido más acentuado por la falta de personal. Hasta ahora siempre había sustituciones, pero la carencia de sustitutos, el déficit de profesionales y su mala distribución, además de las vacaciones que hay que coger y la sobrecarga asistencial por la séptima ola de COVID, están provocando que muchos servicios se encuentren totalmente desbordados. Aparte, se suman las listas de espera y las carencias también en otros servicios con el cierre de plantas», enumera.
Las plantillas de urgencias hospitalarias son «generalmente escasas», hasta el punto de que es «donde más temporalidad hay» dentro del Sistema Nacional de Salud. «Ha habido jubilaciones y muchos abandonos debido a la pandemia, porque era el sitio de mayor sobrecarga asistencial del sistema con diferencia«, explica Toranzo. Este deterioro acumulado hace que en este momento sea especiamente difícil encontrar profesionales dispuestos a dedicarse a la urgencia hospitalaria, por lo que «la solución es muy compleja».
¿A qué se debe la falta de personal? El presidente de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos cree que muchos profesionales se han ido fuera de España buscando mejores condiciones, y también destaca que «ha habido una planificación muy deficiente durante los últimos años». Pone como ejemplo que hay médicos no solo extracomunitarios, sino españoles, que tienen el título de Medicina pero no han podido acceder a la formación especializada porque no ha habido plazas MIR suficientes, y «sin la especialidad no se puede trabajar ni en España ni en Europa en el sistema público».
Además, también critica que las jubilaciones han aumentado en los últimos años sin que se haya previsto ningún plan de recambio generacional. «En un intento economicista de ahorrar, se han hecho jubilaciones forzosas a los 65 años, cuando había médicos que querían seguir trabajando y se les prohibió. Se han hecho jubilaciones forzosas de manera indiscriminada y ahora se están pagando las consecuencias. Lo que va a venir en los próximos años es tremendo, porque de aquí a 2027 se prevén jubilaciones masivas, especialmente en atención primaria», adelanta.
Disminución de camas
Al margen de la falta de personal, que es el principal problema, esta situación límite de los servicios de urgencias también se explicaría por la disminución de las camas de hospitalización, que hace que los pacientes pendientes de ingreso estén más tiempo en urgencias, lo que contribuye a saturar aún más el servicio. «Quitando Canarias, que es donde menos se han reducido las camas de hospitalización, en todas las demás comunidades autónomas ha habido una reducción importante, porque se marcha el personal sanitario de vacaciones, fundamentalmente los médicos, y como no hay sustitución, tiene que disminuir la actividad tanto de consultas externas como de capacidad asistencial en el propio hospital», expone Tomás Toranzo.
Además, la coyuntura sanitaria de los últimos meses no ha ayudado precisamente, y amenaza con convertirse en una bola de nieve que se retroalimente empeorando todavía más la situación. «En primaria, en urgencias y en atención hospitalaria, absorber la lista de espera de la pandemia va a ser un problema acuciante. Cuando las listas de espera se van descompensando, la válvula de escape son las urgencias y, si no se solucionan otros niveles asistenciales, la urgencia va a estar cada vez más sobrecargada. Estamos ante una bomba de relojería que tiene que ser desactivada antes de que explote», advierte.