Al nuevo vicepresidente de la Conferencia de Decanos de Medicina le preocupa que cada año se gradúen 1.000 alumnos más que plazas MIR ofertadas, la creación de grados e incremento de los recirculantes.
El continuo formativo sanitario se tambalea en España. El vicepresidente de la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina, Pablo Lara, advierte que la apertura de nuevos grados de Medicina y el incremento constante de la recirculación en el MIR generan que exista una elevada demanda de las plazas de formación sanitaria especializada, lo que podrá desembocar en una situación “insostenible”. La solución podrá pasar por un control más rígido del total de alumnos inscritos.
“No hay un numerus clausus en Medicina, hay dos, uno para el acceso a la formación universitaria y otro para el acceso a la formación especializada. Es una pena no poder estudiar Medicina, pero es peor no poder ejercerla”, explica a IberoEconomía.
¿Qué balance hace del actual modelo de formación sanitaria en España?
El balance es satisfactorio, pese a las dificultades importantes que existen tanto en la formación de grado como en la formación especializada de posgrado. Pienso que las nuevas generaciones de médicos son las mejores formadas en las tres décadas que llevo como docente. En cuanto a la formación especializada, mantiene el reconocimiento internacional por su calidad. En este sentido, la Medicina del futuro va a estar en buenas manos.
Hasta cinco universidades están trabajando para la aprobación de su nuevo grado de Medicina, ¿qué representaría su incorporación para la calidad de la formación sanitaria?
Es un tema que preocupa enormemente a la Conferencia de Decanos de Medicina. En apenas diez años, el número de facultades ha pasado de 28 a 42 sin unos criterios académicos ni sanitarios que lo justificaran. Una Facultad de Medicina “no se improvisa” y necesita una dotación adecuada tanto de personas como de infraestructuras docentes, investigadoras y asistenciales que no son fáciles de implementar y que de no producirse, conducen a una situación engañosa.
La Universidad ha de cumplir con sus funciones principales que son la docencia, la investigación y la transferencia a las que, en el caso, de las Ciencias de la Salud hay que añadir la función asistencial. Las facultades atravesamos un momento complicado en el que hemos perdido más de un 20 por ciento de nuestro profesorado en la última década y vamos a perder un 43 por ciento adicional en la siguiente; los recursos para la investigación y la asistencia han disminuido de forma notable.
Pero la decisión política ha sido en lugar de fortalecer los centros existentes, crear nuevos centros. Cada vez tenemos menos profesorado competente pero más facultades; ciertamente, es una paradoja. Ya se ha comprobado que no es conveniente tener un aeropuerto en cada capital de provincia.
Las universidades argumentan que las nuevas facultades ayudarán a paliar la falta de profesionales que se generarán por las jubilaciones ¿es cierto?
Seguimos notando la necesidad de un registro de profesionales sanitarios. Las recientes reuniones entre el Ministerio de Sanidad y las Consejerías de Salud destacan que las carencias son de algunas especialidades y en algunos territorios; se quieren adoptar algunas medidas para incentivar y paliar esos déficits.
El número de médicos que se presenta al examen MIR sigue creciendo. Es un tema complejo en el que inciden muchos factores, como por ejemplo la recirculación de los profesionales. Pero la cierto es que en la última convocatoria se inscribieron 13.000 médicos para una oferta de 6.300 plazas. ¿Por qué tantos médicos optan por una nueva especialidad? Nos preocupa igualmente que el número de estudiantes que inicia el grado en Medicina cada curso exceda en aproximadamente 1.000 a las plazas que se ofertan en el MIR. En pocos años, la situación puede ser insostenible como ya lo fue no hace demasiado tiempo.
¿A qué atribuye este nuevo auge en la creación de facultades de Medicina?
Como decía antes, no está justificado por criterios académicos ni sanitarios. Es un factor determinante que la demanda social se mantiene muy alta: 20.000 estudiantes querrían iniciar los estudios de Medicina mientras que la oferta es de unas 7.000 plazas. El problema no es sólo el número de personas que quiere estudiar Medicina sino también el número de especialistas que se pueden formar. No hay un numerus clausus en Medicina, hay dos, uno para el acceso a la formación universitaria y otro para el acceso a la formación especializada. Es una pena no poder estudiar Medicina, pero es peor no poder ejercerla.
¿Qué medidas se tomará desde la Conferencia y el Foro de la Profesión Médica para frenar a las nuevas facultades?
No hemos dejado de insistir en este tema. De hecho, en la última Asamblea de Decanos de Medicina celebrada hace unos días en Cádiz aprobamos una declaración en este sentido. Aumentar el número de estudiantes de Medicina y no aumentar el número de plazas de formación especializada es una medida populista y engañosa. Los graduados en Medicina sólo se convierten en médicos con capacidad para el ejercicio asistencial autónomo tras finalizar su periodo de formación especializada por lo que las etapas de formación de grado y posgrado deben concebirse de forma unitaria.
¿Qué efectos empiezan a percibirse dentro de la formación sanitaria con la llegada de la facultad de Baleares y de Vic?
Estamos convencidos de que no son necesarias nuevas facultades a la vez que deseamos los mayores éxitos a los centros que dan sus primeros pasos. Todos compartimos la enorme responsabilidad de formar a los médicos que van a cuidar nuestra salud.
El Ministerio de Sanidad aumentó el número de plazas MIR para la actual convocatoria ¿es la única solución para tratar de igual los númerus clausus y el acceso a la residencia?
Bienvenido sea ese aumento del 2,9 por ciento que supone un número total de 6.513 plazas pero habría que plantearse si es suficiente. Como comentaba antes, hay una recirculación de los que buscan una nueva especialidad, hay un 4 por ciento de plazas reservado para médicos extracomunitarios (aunque son menos de las que había en convocatorias anteriores), es creciente el número de médicos que se plantean salir fuera de España por necesidad y no por elección, fueron 13.000 los inscritos en la convocatoria anterior.
Las medidas que se quieren poner en marcha de estabilización y fidelización de los profesionales, ausentes durante tanto tiempo, son fundamentales.
¿Considera acertada la propuesta de agilizar la homologación de títulos de médicos y especialistas extracomunitarios para trabajar en las disciplinas con más necesidad de profesionales? (como es el caso de Pediatría)
Las homologaciones de títulos a médicos extranjeros tienen su importancia. Las migraciones de médicos alivian las tensiones de mercado a corto plazo y flexibilizan la oferta, pero también pueden crear problemas de saturación o de calidad. En España, se han homologado por parte del Ministerio de Sanidad desde el año 2000, unos 60.000 títulos de médicos, 50.000 hasta 2.010. No es de extrañar que se haya afirmado que el Ministerio de Sanidad se ha convertido en la Facultad de Medicina más importante de este país.
En cambio, es creciente el número de médicos españoles que salen a otros países buscando unas condiciones laborales que no encuentra aquí. No obstante, parece que desde el Ministerio y las Consejerías de Salud se están buscando soluciones para revertir esa situación, que de nuevo es paradójica.
¿Cuál es el estado actual de la aplicación nacional de la ECOE?
La prueba ECOE homologada por la Conferencia de Decanos se encuentra ya implantada en todas las Facultades de Medicina Españolas. Se trata de una evaluación final de las competencias de carácter eminentemente práctico. Los componentes competenciales que se evalúan son: anamnesis, exploración física, comunicación médico-paciente, realización de informes clínicos, juicio clínico, habilidades técnicas, actividades preventivas y aspectos ético legales. El resultado obtenido está siendo muy satisfactorio.
¿Se está más cerca de incorporar a la ECOE como parte del acceso al MIR?
No es una decisión que nos corresponda a nosotros. Puede ser una herramienta muy útil para evaluar aspectos muy relevantes y no contemplados actualmente en el acceso a la formación especializada. Pero es que además las pruebas ECOE ya se utilizan en numerosos ámbitos de la formación especializada y van a tener sin duda un uso creciente.
¿Cuál es la inversión media anual que se hace en una facultad de Medicina?, ¿en qué áreas es fundamental destinar nuevos recursos?
El coste aproximado de cada estudiante en un curso se sitúa en una horquilla entre 7.000 y 9.000 euros. Necesitamos contar con la colaboración de las instituciones sanitarias, fundamental para la formación práctica-clínica de los estudiantes, necesitamos aulas de habilidades con modelos de simulación clínica cada vez más realistas, necesitamos una fuerte inversión en TICs y, fundamentalmente, necesitamos una mejor ratio estudiantes/profesor. De forma paralela, hay también que incentivar la investigación, facilitando las sinergias entre las instituciones sanitarias y universitarias.
¿Cuál es el gran reto de la formación sanitaria para la próxima década?
Los tiempos están cambiando en todos los escenarios y el mundo sanitario no es una excepción. Se debate, y es importante hacerlo, el modelo asistencial, la gestión e innovación clínica, la formación especializada. Las Facultades de Medicina queremos, con la ayuda de todas las instituciones implicadas, mejorar la formación de los futuros médicos. El objetivo final se presenta más nítido que el camino para conseguirlo: una medicina basada en la evidencia, en la eficiencia y, fundamentalmente, centrada en la persona, es decir, con una doble vertiente; alcanzar una medicina de precisión en la que recuperemos el humanismo que tradicionalmente ha caracterizado nuestra profesión. La relación médico-paciente ha de rescatarse como el principal valor de nuestra profesión.
Al mismo tiempo, la sociedad entiende cada vez mejor que un conocimiento de la enfermedad, su prevención y su tratamiento efectivo es un bien público esencial. Una población formada e informada es, sin duda, una población más sana. En este sentido, hemos de redoblar los esfuerzos en mejorar la educación médica de la sociedad, en concienciar a todos de la importancia de cuidar la propia salud.