La continua generación de autoempleo, derivada de la crisis económica que recientemente hemos atravesado, tiene en el sistema de franquicias un aliado imprescindible para dar salida a las ilusiones y proyectos de muchos trabajadores que, o bien perdieron su estabilidad laboral en lo peor del crash financiero o decidieron dar un giro completo a su situación profesional, emprendiendo actividades muy diferentes a las que hasta esos momentos habían constituido su trayectoria laboral.
Para comprender la verdadera dimensión de este probado modelo de negocio y del éxito de implantación a nivel nacional basta con descubrir las claves para que en 2016 las diferentes redes de franquicias en territorio nacional empleen a más de 269.000 trabajadores, un 12,3 por ciento más de los que trabajaban en 2008, al inicio de la crisis. Entre las ventajas de sistema de franquicia se debe mencionar la diversidad de sectores donde elegir, que posibilita que se pueda adaptar de manera óptima a las cualidades profesionales y personales de quien elige este tipo de negocios. No menos importante es la opción de presupuestos de inversión también muy diversos, desde los más económicos por debajo de los 30.000 € a los que superan los 100.000 €. También la posibilidad de disponer de franquicias con o sin local físico supone una opción que minimiza gastos y que muchos de los que se deciden por entrar en una red de franquicias valoran positivamente.
Al hilo de lo anterior debemos hacer una mención especial a las denominadas microfranquicias, que permiten gastar pocos recursos y facilitan el autoempleo. Muchas de ellas no requieren establecimientos físicos y desarrollan su actividad vía internet, a través de portales, tiendas online (el comercio electrónico avanza de manera imparable en los últimos cinco años) o los servicios publicitarios.
Y sin duda, uno de los factores más importantes es el know-how, ese anglicismo que es sinónimo de experiencia empresarial y que supone un valor añadido para la empresa en lo referente a la introducción en su estructura, de manera rápida y eficiente, de nuevos franquiciados con las capacidades y habilidades adecuadas para la realización de la tarea, servicio o prestación ofrecida por la compañía a sus clientes. El know-how supone para el franquiciador la exclusividad e innovación de sus procesos de desarrollo de producto o servicio y dota de las herramientas necesarias al franquiciado para que pueda desarrollar su modelo de negocio con éxito y en los plazos de retorno de la inversión inicial adaptados a sus posibilidades y previsiones iniciales.
Para corroborar lo anterior es obligado mencionar el informe de la AEF (Asociación Española de Franquiciadores), que en su edición de 2017 de La Franquicia en España, destaca unos datos que no dejan lugar a duda respecto del éxito del modelo. No sólo se debe tener en cuenta que pymes y autónomos suponen el 12 por ciento del PIB español y el 18 por ciento del empleo. En lo que se refiere a las franquicias conviene recordar que en España operaban 1.298 enseñas en 2016 frente a las 646 que lo hacían en 2001, ni más ni menos que un 50 por ciento más. De estas redes un total de 1.074 son nacionales y 224 extranjeras. Y en cuanto a la demostración de que el sistema de franquicias ha sido un gran refugio en tiempos de crisis sólo tenemos que acudir de nuevo a los datos que nos dan una dimensión adecuada, pues al inicio de la crisis entre 2008 y 2011 el aumento de las redes fue del 8,23 por ciento, pasando de 875 a 947, mientras que en parte de los años más duros y complicados para el empleo, entre 2011 y 2016, las enseñas franquiciadoras aumentaron un 37 por ciento. Sin duda la mejora de la economía en general y de la financiación resultó decisiva en este periodo reciente.
Otro dato llamativo es el que se refiere a los puntos de venta de redes franquiciadoras que en 2016 eran ni más ni menos que 70.541, de los que 19.547 eran propios de la enseña y 50.994 franquiciados. Por número de establecimientos encabezan los dedicados a la moda, la hostelería y restauración, la estética y belleza o las tiendas especializadas. Y en lo referente al empleo también los datos son positivos, pues entre 2008 y 2016 ha aumentado un 12,3 por ciento, pasando de los 236.000 trabajadores empleados en redes de franquicia a los 269.000 empleados.
Por lo tanto, debemos concluir que es el modelo de franquicia una opción muy real para promover el autoempleo y el desarrollo profesional, pues las redes ofrecen un apoyo constante al franquiciado, con marcas consolidadas en el mercado y reducción de los riesgos de la puesta en marcha de un negocio desde el inicio, contando además en los últimos años con líneas de crédito especiales por parte de las entidades financieras, para un modelo de negocio de éxito probado y en constante crecimiento.
José Mª. Dorado, directivo de Empresa de la Administración Local.