Después de las celebraciones, los reencuentros y los balances del año finalizado, es hora de planificar el 2022.
Estrenamos el año con nuevos y mayores impuestos. El constante aumento de los precios del gas y la luz se unen al de los alimentos. El paro -juvenil y adulto- y el aumento en la edad de jubilación; así como las bajas estimaciones de crecimiento para nuestro país por parte de organismos internacionales y el propio Banco de España, advierten un panorama gris y borrascoso para la mayoría de las familias españolas en este 2022.
Debemos asumir y entender cuanto antes que esta realidad es consecuencia no de la pandemia originada en China, sino de las decisiones políticas que se han tomado con la excusa de su gestión y siempre en nombre de los más desprotegidos, como tapadera de sus intereses particulares o grupales.
Luego de asumido, se debe pensar un plan de acción para revertir las desviaciones, contradicciones e incluso ataques que las decisiones de este gobierno causan al funcionamiento de las instituciones democráticas, a la convivencia política, a la economía, la educación, la sanidad y; en fin, al día a día de la sociedad, que representa el motor e identidad de España.
Vale que los ciudadanos contamos con los partidos políticos, uno de los pilares del sistema político, garantes de la alternancia del poder, del contrapeso y la fiscalización del gobierno de turno y; por supuesto, representación tangible de la voluntad de los ciudadanos expresada a través del ejercicio del sufragio.
Pero, descartando a los partidos que forman el gobierno de España, debido a que son los causantes directos de la situación que vivimos, nos queda mirar a la oposición, no sin cierto halo de resignación y prudencia.
Ciudadanos, ha sido arrojado al abismo de la desaparición política por las decisiones de sus líderes Albert Rivera e Inés Arrimadas entre otros. El no asumir el liderazgo nacional que tenían; el no asumir la responsabilidad otorgada por los ciudadanos de Cataluña, así como el vaivén entre el PSOE y el PP o la moción de censura en Murcia, determinan su situación actual.
El Partido Popular, llegó a la Moncloa con Mariano Rajoy por mayoría absoluta en 2011, reeditó la presidencia con mayoría simple en 2016 y finalizó su mandato gracias a una moción de censura promovida por los adalides de la pose, la fotogenia y el tacticismo político; el presidente del gobierno, Pedro Sánchez y su exvicepresidente segundo, Pablo Iglesias, debido al caso «Gürtel», en el que el PP aparecía como beneficiario de una trama de corrupción.
El PP también ha demostrado -ya que a un partido lo definen sus militantes y sus líderes-, una buena gerencia y un buen manejo de los recursos. Su aplicación de políticas fiscales en consonancia con el desarrollo y crecimiento del conjunto de la sociedad, les garantizan un respaldo como primera fuerza de oposición; sin embargo, también se creen ajenos a la lucha y defensa férrea de la libertad y la democracia ante el avance del relato de quienes, por acción y omisión, dinamitan a diario la estabilidad y la concordia de nuestra sociedad e instituciones.
Su presidente, Pablo Casado, declaró que los partidos -y, por tanto, sus militantes-, deben parecerse a la sociedad, cuando deben ser los políticos uno de los modelos a seguir por la sociedad, es precisamente lo que lleva haciendo la izquierda desde la transición, medrar a través de un relato que permea a la sociedad a través de medios de comunicación y universidades. Al querer parecerse el PP a la sociedad que está moldeando la izquierda ¿no se estaría pareciendo el PP a la izquierda misma?
Por su parte, VOX cuenta a su favor con su forma clara de decir las cosas, eso se agradece; tampoco han sido gobierno y han mantenido su postura en casos como el de los presupuestos del ayuntamiento de Madrid, que no quisieron aprobar por la negativa del alcalde Martínez Almeida de cumplir con su promesa electoral de eliminar Madrid Central. Quedamos a la espera y con la ilusión de que sepan ejercer la responsabilidad que más pronto que tarde les darán los ciudadanos con su voto.
Pero los partidos políticos no son los únicos actores a los que la sociedad puede acudir, porque para eso también contamos con las asociaciones civiles, think tanks, asociaciones de vecinos y demás grupos de presión que, cada uno enfocado en su tema, se encargan de recordar -con mayor o menor éxito-, la realidad y las necesidades de la gente a quienes ostentan el poder.
Y, aunque dentro de este campo la variedad de instituciones es mucho mayor, es cierto que tampoco es fácil articularlas, no se les ven en actividades conjuntas, por una causa común y de forma constante, solo en eventos puntuales -cerrados la mayoría de las veces- y una vez a la cuaresma.
Los ataques a la libertad, a la democracia y a los valores que las sustentan, se dan en todo el mundo, al mismo tiempo y de forma coordinada, organizada y pública; no así su defensa, la cual no somos todavía capaces de ejercer de forma conjunta dentro de un mismo país, ¿acaso por miedo al qué dirán?, ¿acaso por falta de liderazgo, de acción? o simplemente, ¿por sobreestimar al adversario y subestimarnos a nosotros mismos?
Actuar juntos y organizados es necesario y somos cada vez más personas las que estamos dispuestas, pero ¿quién da el primer paso?