Las primeras semanas de 2018 han demostrado su potencial. Europa y Latinoamérica han aprovechado la ‘cuesta de enero’ para avanzar en temas estratégicos que les ayuden a la obtención de sus objetivos tanto individual como colectivamente. De ahí que esté previsto que el 30 de enero se den importantes pasos para consolidar el acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, un tratado sobre el que se viene trabajando desde 1999 y que cuenta con un gran protagonismo de la intermediación de España.
Consciente del impacto positivo que se generará en la integración de ambas regiones, la Unión Europea también tiene previsto negociar un tratado de libre comercio con México en febrero. Un país estratégico, no sólo por su cercanía con el mercado de Estados Unidos, sino por la evolución registrada en el comercio bilateral con Europa. Específicamente, el país latinoamericano ha triplicado el volumen de sus ventas entre el año 2000 y 2016, lo que le ha permitido pasar de los 20.800 millones de dólares a los 61.700 millones de dólares en 2016, lo que convierte a este bloque en su tercer socio comercial.
La integración entre ambos mercados será una de las prioridades para el actual ejercicio. No obstante, ambas regiones están trabajando en un rediseño de algunos de sus sectores más importantes. En este sentido, Latinoamérica está trabajando en la fórmula para tener un crecimiento económico sostenible que permita dejar en el pasado la recesión registrada en los últimos años, mientras que en la Unión Europea se está intentando maximizar las oportunidades para la creación e internacionalización de la pequeña y mediana empresa (Pymes).
Uno de los países de América Latina que buscará destacar en 2018 será Argentina. No sólo porque logró cerrar el año 2017 con uno de los crecimientos más altos de Producto Interior Bruto (PIB), sino porque las estimaciones de instituciones internacionales prevén que repetirá entre los líderes del crecimiento de la región. Un aspecto al que contribuirán las medidas como la eliminación del billete de dos pesos (a partir de mayo), los grandes proyectos de infraestructura público-privada, las reformas tributarias y, por supuesto, el Tratado de Libre Comercio que han firmado con Chile (país que, según las estimaciones de su Banco Central, duplicará su crecimiento económico).
Simultáneamente, la Comisión Europea trabajará en la implementación de nuevas normas internacionales que permitan a los Estados miembro ser más flexibles al momento de fijar los tipos impositivos del IVA. Un esfuerzo que está diseñado, principalmente, para crear un marco fiscal más favorable para la creación y desarrollo de la pequeña y mediana empresa. Sin embargo, creen que la normativa también tendrá un impacto positivo en la lucha contra la evasión de este impuesto, valorada en unos 50.000 millones de euros al año.
Es importante recordar que, según la Agencia Europea de Estadísticas (Eurostat), España es el tercer país de la Unión Europea con menor recaudación del IVA, sólo por delante de Irlanda (4,7 por ciento) e Italia (6,1 por ciento). En términos de “presión fiscal”, España aparece como el noveno país de la eurozona con menor presión fiscal, por detrás de Bulgaria, Irlanda, Chipre, Letonia, Lituania, Malta, Eslovaquia y Rumanía. Por contra, los países de la Unión Europea con mayor presión fiscal en 2016 fueron Bélgica, Dinamarca, Francia, Austria y Suiza.
Las expectativas son muy altas para la economía latinoamericana y europea, por lo que se prevé que 2018 sea un hito para la integración total de dos mercados que, además de su vinculación histórica, pueden aportarse grandes oportunidades de forma mutua. Todas las piezas están en el tablero y sólo falta cerrar los detalles que permitan unir filas a favor de un crecimiento financiero intercontinental.
IberoEconomía
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