Un mundo sin políticos es posible con la democracia deliberativa

El crash del 2007 ha puesto en evidencia muchos asuntos, que hasta ese momento estaban latentes, y que por mor de esta depresión económica se encuentran ahora en un total entredicho. Uno de ellos, no cabe duda, que es una manera de gobierno de sociedades y países, diferente a las opciones
actuales.

Por ello, actualmente, algunos think tanks sensibilizados con este importante asunto se encuentran debatiendo y desarrollando vías de gobierno para nuestras sociedades y países, que transciendan de los partidos políticos; y por ende de los políticos, para que puedan ser gobernados. Por ello, resulta interesante seguir con atención, pues no es algo baladí, lo que han realizado en Madrid en este sentido; para estudiarlo y analizar los numerosos aspectos que ofrece esta proposición, que sin duda, puede ser una de las posibilidades que se pueden plantear, para poder implementar
este cambio de paradigma.

Resulta evidente que la democracia participativa, que es obviamente la que es, en estos momentos, la más manida para gobernar en el mundo; se puede decir que es la manera menos mala. Pues la otra manera de hacerlo, es una dictadura.

Por lo que una opción de gobierno que se encuentre fundamentada en una democracia deliberativa, la cual se basa en que los asuntos que interesen a las sociedades y países, sean propuestos y tratados por un número de ciudadanos, sin restricciones de ningún tipo, que sean obviamente de
interés para poder alcanzar el desarrollo adecuado; elegidos estos ciudadanos aleatoriamente o no o de una manera voluntaria. Y luego llevadas sus conclusiones a un «departamento»; el cual ya sea el que realmente pueda analizar, ejecutar y gestionar esos planteamientos; que naturalmente se
encuentre integrado por unos técnicos en cada materia, para poder llegar a la excelencia requerida, es sin ningún género de duda, una manera de gobierno que puede llegar a ser algo idóneo.

Pues además se debe destacar, que una manera de gobierno que sea un híbrido entre una democracia deliberativa y una tecnocracia, es perfectamente viable su implementación, en la actualidad, con la posibilidad, por supuesto, a través del acceso que existe generalizado a las nuevas
tecnologías, que permiten por ello, realizar todos los procesos pertinentes necesarios para lograrlo, incluso sin necesidad de que estos grupos de ciudadanos requieran desplazarse a un punto de localización en concreto, para ello; facilitando así ese necesario proceso de planteamientos y
deliberaciones, de todos los asuntos de interés propuestos para tratar y hacer más fácil, si cabe, su ejecución.

Lo cual permitiría que los partidos políticos, y evidentemente los políticos que los integran, fueran totalmente prescindibles, y hay que señalar de manera palmaria, porque es algo que no se puede negar, que no tendría ya ningún sentido continuar manteniendo todas esas estructuras, que
se derivan de todo ello.

Se debe decir, en honor a la verdad, que la democracia deliberativa, en una fase inicialmente embrionaria; tuvo su origen en la cultura griega, hace unos miles de años. Y en la era moderna, en la década de los años ochenta del siglo veinte, ya se elaboró también un cuerpo teórico amplio
fundamentado en Suiza.

Por: Josu Imanol Delgado y Ugar

 

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