Sostenibilidad

La importancia de que la mujer conserve su intuición para el progreso social.
La importancia de que la mujer conserve su intuición para el progreso social.

Las mujeres son maravillosas. Cuando ejercen sus cualidades femeninas para riqueza de la humanidad –aunque no aparezcan en la portada de revistas o en series de televisión- hay que descubrirse ante ellas. Semejante afirmación, por ser tan general, requiere alguna matización y, en efecto, es cierto que algunas mujeres son más maravillosas que otras.

La mujer conserva la intuición de que lo mejor de su vida lo encuentra en las actividades orientadas a despertar el crecimiento del otro y en procurar su protección. Es lo que se ha dado en llamar la “capacidad de acogida del otro”. Lo cual no es otra cosa que lo más de lo más en valores humanos. Por eso un amigo mío dice que casi todas las mujeres son diosas y que solo unas pocas son odiosas.

Existe un discurso feminista, muy difundido, que viene reivindicando exigencias “para sí misma”, con el resultado de la incorporación de la mujer al mundo de los “valores” y comportamientos  masculinos. Ello supone liberarse de viejas connotaciones como la sumisión o la inhibición, pero esto no debería hacer que se perdiese su habilidad emocional, la empatía o la inteligencia intuitiva.

La implicación de la mujer en las relaciones humanas y en el cuidado del otro, explica su papel insustituible en la familia, “sociedad primordial y soberana”, donde se plasma el rostro de un pueblo. Donde los hijos, bajo el cuidado y atención de un padre y una madre, aprenden a amar y respetar al otro. Cuando fallan estas experiencias fundamentales, o se vive una infancia con violencia, será el conjunto de la sociedad quien sufra las consecuencias y se generará una mayor violencia en la calle.

Tradicionalmente el trabajo de las mujeres ha tendido a satisfacer las necesidades básicas de la existencia humana, cuidando de la familia. Y cómo ese trabajo no puede ser vendido en el mercado, no puede convertirse en ingresos y por lo tanto han tenido menos capacidad de elección.

La más maravillosa característica de las mujeres es, como en la naturaleza, la de poder dar vida y colaborar a que esa nueva vida se desarrolle. Igualmente la capacidad de la mujer para encontrar la concordia en las divergencias, en suavizar los problemas, en luchar por salir adelante a pesar de todas las adversidades, sacar esperanza de donde no la hay, alegría donde hay tristeza, etc. son valores que muchas veces el “feminismo” mal entendido, altera, olvida o tergiversa en aras de los “valores” masculinos.

La comprensión de la vida como algo indisoluble con lo femenino se nota en los momentos en que hay que pensar en la gente y tomar decisiones que beneficien a muchos y a largo plazo, cuando hay que ser prudente y resolutivo, cuando hay que  evitar la confrontación y la violencia para mantener la unidad.

Hace falta el sentido femenino en los dirigentes para que sean capaces de prever el futuro de los próximos 10 o 20 años. Esa es la manera de pensar femenina que pone el énfasis en el desarrollo sostenible, en una economía pensando en el largo plazo de manera fiable y segura. Es necesaria la intervención de la mujer en la economía sostenible y en la ecología, y resulta imprescindible para el bienestar de la familia y de la sociedad.

Julio Narro