Rutas Migratorias Peligrosas: Un Desafío Urgente para los Estados

Las rutas migratorias peligrosas representan uno de los problemas humanitarios y de seguridad más apremiante de nuestro tiempo. A diario millones de personas se ven obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos, persecuciones, pobreza extrema y cambios climáticos, arriesgando sus vidas en viajes peligrosos por mar y tierra con la esperanza de encontrar seguridad y una vida mejor.

Los Estados que integran estas rutas enfrentan enormes desafíos para controlar el paso de personas pues deben equilibrar su obligación de mantener la seguridad nacional y simultáneamente dar protección de los derechos humanos y la dignidad de los migrantes.

Uno de los ejemplos más notorios es el cruce del Mediterráneo, donde miles de migrantes y refugiados intentan llegar a Europa desde África y Medio Oriente a través de embarcaciones precarias, denominadas comúnmente “pateras”. Este viaje lo realizan con pateras sobrecargadas con infantes, mujeres embarazadas y un gran número de hombres jóvenes, lo que trae como resultado en innumerables tragedias. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 20,000 personas han muerto en el Mediterráneo desde 2014, una cifra escalofriante que subraya la urgencia de una acción concertada entre los países.

Por su parte, en el continente americano la ruta migratoria hacia los Estados Unidos también es extremadamente peligrosa. Los migrantes, principalmente provenientes de Centroamérica y Venezuela, enfrentan riesgos de violencia, explotación y condiciones ambientales adversas. El peligro no termina en la frontera; muchos sufren abusos a manos de traficantes y enfrentan detenciones prolongadas en condiciones inhumanas. Temas que hemos tocado en profundidad en artículos anteriores.

Pero, ¿qué pasa con la versión o la cara de la moneda de los Estados? La mayor cantidad de información sobre estas rutas proviene que los mismos migrantes que las transitan, pero contadas veces tenemos la versión de los miembros de los gobiernos que integran las autoridades migratorias de los países que conforman esas rutas.

Tengo claro que los estados están atrapados en un dilema complejo: deben garantizar la seguridad de sus fronteras y mantener la estabilidad social, pero también tienen la obligación de proteger los derechos humanos de los migrantes.

Las políticas de disuasión que hasta ahora han implementado, como los muros fronterizos y la militarización de las fronteras, han demostrado ser ineficaces provocando que en vez de disminuir la voluntad del migrante de seguir por esa ruta solo cambie el camino a transitar, creando nuevas rutas mucho más peligrosas que las anteriores y de donde se nutren las organizaciones criminales. Estas políticas disuasorias en lugar de resolver el problema lo agravan pues no están diseñadas para aliviar el sufrimiento y la desesperación de las personas en movimiento, ni les otorgan otras alternativas que les permita migran de forma segura.

Las rutas migratorias son complejas pues involucran a los migrantes, a las organizaciones criminales que operan en la zona, a las distintas autoridades migratorias de los países que conforman esa ruta y a las representaciones de las oficinas de organismos internacionales, por ello la colaboración internacional con un enfoque integral es esenciales para abordar este desafío.

Los estados deben trabajar juntos para desarrollar políticas migratorias que sean humanas y eficaces. Esto incluye la creación de vías legales y seguras para la migración, la mejora de las condiciones en los países de origen y tránsito, y la lucha contra las redes de tráfico de personas.

Pero lo más importante si se quiere tener efectos a mediano y largo plano, es que se generen políticas y programas que vayan direccionados a abordar las causas profundas de la migración forzada. Esto implica inversiones significativas en desarrollo económico, estabilidad política y resiliencia climática en los países de origen. Al mejorar las condiciones de vida y proporcionar oportunidades económicas, se puede reducir la necesidad de migrar.

Todo ello en el marco de las normas internacionales de protección de los migrantes, refugiados y asilados. Recordemos que es obligación de los Estados garantizar que tengan acceso a procedimientos legales de reconocimiento de su situación como asilado, refugiado y migrante de forma justas y eficaz. Así también tiene la obligación de proporcionar atención médica, alojamiento adecuado y acceso a servicios legales.

La gestión de las rutas migratorias peligrosas no puede ser responsabilidad de un solo estado o región. Es un desafío global que requiere una respuesta global. La solidaridad, la cooperación y el compromiso con los derechos humanos son fundamentales para crear un sistema migratorio justo y seguro. Al proteger a los migrantes y abordar las causas subyacentes de la migración, los estados pueden contribuir a un mundo más justo y seguro para todos.

Desafíos y Soluciones en la Gestión de las Rutas Migratorias Peligrosas

Las rutas migratorias peligrosas representan un desafío multifacético para los estados y la comunidad internacional. A medida que aumenta la presión migratoria debido a conflictos, crisis económicas y desastres naturales, es fundamental abordar este problema de manera integral y con un enfoque basado en los derechos humanos.

Una de las principales dificultades radica en la falta de recursos y capacidades de los países para gestionar de manera efectiva los flujos migratorios. La insuficiencia de infraestructuras adecuadas en las fronteras y la falta de personal capacitado para abordar las necesidades de los migrantes son desafíos significativos que obstaculizan los esfuerzos para controlar las rutas migratorias peligrosas.

Además, la criminalidad organizada, incluidas las redes de contrabando de personas y el tráfico ilícito de migrantes, complica aún más la situación. Estas organizaciones se aprovechan de la vulnerabilidad de los migrantes y operan con impunidad en muchos lugares, poniendo en peligro la vida y la seguridad de quienes buscan una vida mejor.

Para abordar estos desafíos, es crucial mejorar la cooperación internacional y fortalecer los mecanismos de coordinación entre los estados. Esto incluye el intercambio de información, la armonización de políticas y la colaboración en la aplicación de la ley para combatir el tráfico de personas y proteger a los migrantes en situación de vulnerabilidad.

Para trabajar en la metas a mediano y largo de plazo en la prevención de migraciones forzadas, es fundamental invertir en medidas de prevención y mitigación de conflictos, así como en el desarrollo económico y social de las regiones de origen de los migrantes. Al abordar las causas subyacentes de la migración forzada, se puede reducir la presión sobre las rutas migratorias peligrosas y brindar a las personas alternativas viables en sus lugares de origen.

Asimismo, es esencial fortalecer los sistemas de recepción y procesamiento de solicitudes de asilo, refugio y migración, así como mejorar las condiciones de acogida y garantizar el respeto por los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estatus legal.

Abordar el problema de las rutas migratorias peligrosas requiere un enfoque integral que combine medidas de prevención, protección y gestión de flujos migratorios. Solo mediante la cooperación internacional y el compromiso con los principios de solidaridad y respeto por los derechos humanos se podrá hacer frente a este desafío de manera efectiva y sostenible.

El Desafío de los Migrantes Menores No Acompañados

Acerca de Bárbara Puglisi 48 artículos
Abogada con experiencia en Derechos Humanos, Derechos de Infancia y Políticas Públicas.