Desde el pasado martes diecinueve, Alberto Fernández Mañueco es el presidente de Castilla y León. El acto, celebrado en Valladolid, fue respaldado por representantes del PP, como su secretaria general Cuca Gamarra, o la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso; así como de VOX, socio en el gobierno autonómico, que contó con la asistencia de su presidente Santiago Abascal.
De esta forma, Castilla y León se suma a las comunidades autónomas libres de socialismo, como Madrid o Andalucía, con el añadido de que Castilla y León es la primera en la que VOX entra formalmente en el gobierno, garantizando no sólo la estabilidad política y administrativa, sino la ausencia de políticas socialistas en el gobierno.
La entrada de VOX en el gobierno regional, garantiza una bajada de impuestos de la que ya se habla como histórica, el respaldo a los agricultores, trabajadores, comerciantes y ciudadanos en general, mediante la redacción de leyes y la implantación de políticas públicas destinadas a satisfacer sus necesidades, sin olvidar, el dejar de financiar chiringuitos que sólo buscan vivir a costa de los impuestos de los demás.
Si el gobierno de Castilla y León cumple con su cometido -no tendría por qué no hacerlo-, la alianza VOX-PP sería vista como la alternativa para un nuevo gobierno nacional que dejara atrás las políticas socialistas enfocadas en crear parásitos y dependientes sociales, fáciles de manejar y lo que es más importante, fáciles de ordeñar electoralmente.
Este gobierno implicaría la pérdida de poder, influencia, comisiones y demás regalías, a las que están acostumbrados unos cuantos, en la política española, y eso trae como consecuencia, el ataque y la resistencia al cambio.
Los ataques los vemos día a día por parte del PSOE, UP, BILDU, PNV o ERC, todos aquellos que forman parte del gobierno actual de Pedro Sánchez, saben que el día en que llegue VOX al gobierno nacional, será el día en el que se les acabarán los privilegios y tendrán que ponerse a trabajar como los demás. Por eso, tratarán de colocar todos los obstáculos posibles al buen desenvolvimiento del nuevo gobierno autonómico.
En cuanto a la resistencia al cambio, ésta viene de parte de un sector del propio PP, los ejemplos son muchos y variados, nombraré solo dos.
Hasta las elecciones de Castilla y León, varios gobiernos del PP se mantenían gracias al apoyo de VOX, aún cuando éste no formaba parte formal de ningún gobierno, tal es el caso de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid o la Comunidad de Andalucía.
Esto fue percibido como una especie de patente de corso por la que el PP podía actuar de la forma que mejor le pareciese, aún en contra de lo acordado con VOX para garantizar su apoyo.
Si los de VOX aceptaban medidas contrarias a lo pactado, quedaban como tontos, ninguneados por aquellos que equivocadamente se creen mejores o superiores; por el otro lado, si se negaban, eran víctimas del chantaje aquel de «le están haciendo el juego a la izquierda». Todo eso cambió en Castilla y León, por eso la importancia de este gobierno.
El otro ejemplo, es el acercamiento del nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo al PSOE a través del ofrecimiento de pactar la gobernabilidad mediante la lista más votada o las negociaciones para elegir al CGPJ.
La intención de Feijóo de forzar la vuelta del bipartidismo con este PSOE es más que negativa, es una acción que no busca cambio alguno, solo un reacomodo en el poder y el mantenimiento de un sistema político corrompido.
Para tener una España con oportunidades de futuro, hay que desmontar gran parte de las medidas que ha tomado este gobierno en casi todas las áreas y, un gobierno PSOE-PP no es garantía de cambio. Esa garantía solo podría darse con un gobierno de VOX, o de VOX-PP, y eso pasa por el desempeño del nuevo gobierno de Castilla y León.
Una España libre de este socialismo chavista que se ha implantado es posible, pero es necesario que los ciudadanos se den cuenta de la realidad y de la necesidad de tomar cartas en el asunto, veamos lo que ocurre en Castilla y León y demos el apoyo a los que se lo merezcan.