En el gobierno de los socialistas del siglo XXI español, los pregoneros del escudo social, los defensores de la igualdad hacia abajo, pasan sin pudor la aplanadora económica sobre aquellos que no tienen cómo defendersegrupo.
En estos días salí a realizar una gestión; el calor, aunque todavía de justicia, no era tan sofocante como a finales de julio. Iba de regreso a casa con mi novia; y, aunque estaba de mal humor por no haber podido realizar la gestión que pretendía, estaba organizando en mi cabeza los pasos a seguir para salir de ese trámite lo antes posible cuando un sonido llamó mi atención.
Era un acordeón, emitiendo su características melodías al final de un vagón de la línea 3 del metro de Madrid con dirección a Villaverde Alto; inmediatamente recordé a mi padre, un amante empedernido de este instrumento musical y pensé en lo mucho que le gustaría estar allí y escucharlo en vivo.
Pero, al girar mi cabeza para prestarle atención, el mal humor se disipó y dio paso a una mezcla de culpa, orgullo y respeto pero; sobre todo, de rabia e impotencia.
El músico en cuestión era un señor mayor de unos 70 años de edad y, que al compararlo con mi estatura, debía medir un poco más de metro y medio de alto, vestía con camisa de mangas cortas, pantalón de vestir y zapatos negros; ropa limpia y planchada pero bastante gastada, recuerdo que también usaba gafas.
Se paraba entre las uniones de goma de los vagones, saludaba y tocaba una pieza y pasaba a recoger las monedas que la gente tuviera a bien darle para seguir al otro vagón, inmediatamente quise darle una moneda pero sabía que no llevaba conmigo, junto a mi novia, revisamos el bolso, no llevábamos monedas.
El señor se bajó dos estaciones después y vi cómo revisaba en el andén, un pequeño monedero (de esos que utilizan las personas mayores), introdujo en él uno de sus dedos mientras revolvía el contenido para luego retirarlo y guardar nuevamente el monedero.
La escena me recordó a otro anciano que vi, esta vez en la línea 10 del metro, en el trayecto que va desde Plaza Castilla hasta Nuevos Ministerios y; que sólo llevaba, una caja vieja de madera con algunos libros y cuentos usados y algunos juguetes, también viejos y usados, los cuales ofrecía por cualquier cosa que le quisieran dar.
Después de conversar lo sucedido con mi novia, esos sentimientos de culpa por no tener unas monedas para darle, de orgullo al ver queba pesar de la edad y la adversidad salían a la calle a conseguir algo de dinero de forma honesta, del respeto natural que de por sí emanan las personas mayores y, -como dije más arriba- sobre todo rabia e impotencia que no deberían estar en esa situación y no tener los medios para hacer algo que de verdad los ayudara, sirvieron para reforzar mi percepción sobre lo que padece España.
Sin duda la causa viene de años pasados, con la culpabilidad de muchos y la complicidad de muchos más aún; sin embargo, con respecto al tiempo presente que nos atañe, sólo puedo decir una cosa.
Tenemos el peor gobierno que podíamos tener en España, un gobierno que se hace llamar social, que se auto proclama como defensor de los desvalidos y los indefensos pero que en realidad no lo es.
No lo es, porque ahora hablan de subir el salario mínimo interprofesional a como de lugar, pero lo suben porque están arruinando a los españoles, gracias a la subida de impuestos y la subida de la luz, un aumento de sueldo que seguramente traiga mayores tasas de desempleo -por cierto, el 60 por ciento aproximadamente de los costes de la factura de la luz se deben a impuestos; es decir, que se pueden eliminar-.
No lo es, porque busca el control sobre el nombramiento de los jueces y sus vocales en el Consejo General del Poder Judicial, ¿le parece serio o normal que los políticos escojan a los jueces?, ¿le parece serio o normal que el PP se rasgue las vestiduras ahora con este tema y no haya hecho nada cuando tenía mayoría absoluta?.
No lo es, porque en lugar de buscar el progreso de España, vive obsesionado con hacer la guerra política y económica al gobierno de Díaz Ayuso en Madrid.
No lo es, porque en lugar de buscar la unidad y fortalecer la cohesión del país, permite el discurso violento -llamando incluso a matar- contra partidos y personas contrarias a sus intereses y, porque para mantenerse en el poder, ha llegado a pactar con aquellos que promueven la ruptura de España y con aquellos que vienen de grupos terroristas como ETA, con más de 800 asesinatos a sus espaldas.
No lo es; en fin, porque es un gobierno que llegó al poder gracias a mentiras y triquiñuelas, empezando por el propio presidente Sánchez.
Este es un gobierno que por educación o por decencia debería haber renunciado hace tiempo, es un gobierno sin altura moral y sin los valores mínimos necesarios para contribuir con el desarrollo y el progreso de nadie salvo el de ellos mismos y el de sus allegados.