Resulta muy evidente que la doctrina de pensamiento económico denominada Liberalismo Económico y también, Neoliberalismo, aboga por que los Mercados sean los que, exclusivamente, dicten las normas que relacionen los Oferentes y Demandantes, y regulen sus Marcos de convivencia y transaccionales. Por lo que propugna que El Estado tenga una nimia presencia, y que por ello también, no adopte ninguna Medida para regular los desequilibrios incorrectos existentes, como es por poner un ejemplo tan solo, el caso del Empleo. Dejando por ello al albur de su suerte totalmente, incluso, a las personas que carecen de la posibilidad de acceso al Trabajo. Vaya por delante que ésto no pretende ser un ataque feroz al Liberalismo Económico, ni tan siquiera una crítica de esa índole, porque lo único que se pretende es aclarar algunos aspectos, que se deben considerar en toda su extensión, para poder entender la Economía actual y futura.
Pues sobre ésto se tiene que hacer una reflexión en el sentido de que el Ser Humano debe ser solidario con su prójimo; ya que si alguien se encuentra caído, lo habitual es que se le ayude a levantarse. Ésto es, simplemente, por lo que es entendido como un acto de Humanidad. Además proponen que el Trabajo, al no tener ningún Marco que lo regule mínimamente, sea algo que, finalmente, decida sobre él el Oferente; dándose por ello los niveles salariales y las condiciones que actualmente estamos observando. Esta situación en el Mercado Laboral, sin ningún género de duda, redunda en ocasionar un perjuício a la Economía, como ya lo están señalando en algunos Organismos Supranacionales. Pues se debe recordar que para que la Economía progrese realmente, se precisa es obvio, de la Productividad; pero por muy productiva que pueda llegar a ser cualquier Economía, si no es capaz de poder colocar lo ofrecido, se verá, con toda seguridad, afectada negativamente.
Y evidentemente, una ciudadanía que no pueda tener la capacidad económica suficiente para adquirir los Bienes y Servicios, que puedan ser de su interés, no podrá nunca absorber la Oferta que exista. Y además, una ciudadanía que no pueda tener, con unos mínimos de seguridad, su Empleo; es evidente que nunca podrá llegar a comprometerse en Inversiones con un horizonte temporal, incluso, corto, por ello.
Pues se debe exponer que resulta obvio, que todo lo expuesto va, lógicamente, en detrimento del Crecimiento Económico, de cualquier Economía. Por lo que se puede afirmar, con total seguridad, que en cuanto al Mercado Laboral se refiere, resulta ser más beneficioso, que pueda disponer de un amparo regulatorio la Ciudadanía, que señale unos mínimos en lo relativo al nivel salarial y a las condiciones laborales existentes, para que la Economía, al final, no se vea abocada a una contracción que provoque un desequilibrio económico no deseado, y perjudicial, sin ningún género de dudas, para todos. Pues una Oferta que no puede ser absorbida por la Demanda, siempre provoca una contracción de la Economía. Y a pesar de que esa Oferta pueda ser colocada por unos pocos, se debe tener en cuenta que llegará un momento, se puede decir, con absoluta certeza, que esos beneficiados por dicha situación, no podrán continuar creciendo económicamente en un futuro no muy largo .