El martes veintidós de diciembre, la Universidad Central de Venezuela, conocida cariñosamente como UCV y de la cual tengo el orgullo de ser egresado, cumplió 299 años desde su creación el 22 de diciembre de 1721.
En estos casi tres siglos de historia, la UCV, ha sido pionera y baluarte de la educación y de la enseñanza de las ciencias y las artes por igual ejerciendo a cabalidad su papel como la “casa que vence la sombra”.
Una casa que más que ciencias o artes, ha sido baluarte en los valores cívicos y humanistas -dependiendo el momento histórico-, que ha forjado ciudadanos que dieron y siguen dando su vida por producir conocimientos, defender la libertad académica y de pensamiento, la libertad de ser libres; en fin, la libertad del ser humano y del ciudadano.
Y aunque no quiero dejar pasar por alto esta fecha tan especial, ya que entiendo a la educación como la base indiscutible del progreso o fracaso de un país, y en general, de la humanidad, escribiré sobre el potencial que tiene la educación en Venezuela, si tuviera un gobierno democrático y libre, en otra ocasión; porque lamentablemente, como decimos en Venezuela, lo urgente mata lo importante.
Escribo nuevamente, de forma reivindicativa, porque siento que es lo que hay que hacer, porque es increíble la cantidad de oídos sordos que hay en todas partes, porque es necesario seguir hablando y opinando, no sólo de lo que está bien o del potencial de las cosas, porque ¿de qué sirve el potencial, la capacidad y las buenas intenciones en RRSS si no tenemos la capacidad de actuar y de hablar claro sobre las cosas que están mal o que deben mejorarse? obviamente me estoy refiriendo a la situación política de Venezuela y, más concretamente, a la oposición venezolana.
Creo que deberían mejorarse muchas cosas dentro de la oposición, aquellas a las que siempre nos dicen “sí, es verdad, tenemos que mejorar” o “esta vez vamos a cambiar de verdad” o “ahora sí, vamos con todo, cambiaremos” pero al final, termina pasando casi siempre lo mismo, pocos avances, información nula o confusa y mucha, mucha frustración para los ciudadanos.
Cierto que como sociedad, queremos que las soluciones se den de un día para otro y como a cada quien le gustan, pero hemos aprendido como todo en la vida, -a golpes de realidad- que esto no es así; sin embargo, también es verdad que si tratas como niños a los ciudadanos, si mantienes todo en silencio hasta que se termina filtrando y te ves obligado a desdecirte, excusarte o peor aún, a echarle la culpa a otro, no puedes esperar que la gente te aplauda y siga asistiendo a cuanto acto de campaña o presentación del Plan Venezuela se te ocurra para mantenerte en la agenda política, nacional o internacional.
De acuerdo con la consulta realizada en todo el mundo por parte del gobierno del presidente (E) Juan Guaidó, la participación fue de casi seis millones y medio de personas, seis millones y medio de personas que más que respaldar o apoyar a un grupo político específico, apoyan el fin último de salir del régimen dictatorial actual; efectivamente, se apoya el medio electoral y pacífico, pero también se ordena que se haga lo necesario para lograr el fin de la dictadura y es aquí donde es necesario cambiar de una vez.
Es necesario aplicar en serio la típica y repetidamente nombrada autocrítica, esa que no pasa de la declaración de prensa, es necesario tomar decisiones con base a una autocrítica verdadera y sincera, porque en Venezuela siguen muriendo personas de hambre y por falta de medicinas, porque la desnutrición avanza sin dar tregua en los estratos más pobres del país, que, sin temor a equivocarme, deben estar por encima del noventa por ciento de la población.
Porque ya es una generación de venezolanos, la que por falta de una alimentación adecuada no serán capaces de ejercer tareas o trabajos que impliquen conocimientos cognitivos complejos o concentración durante períodos de tiempo elevados. De acuerdo con un estudio de Cáritas Venezuela, ya para el primer trimestre de 2018, el 17% de los niños menores de cinco años padecían desnutrición, eso fue hace casi tres años.
Ciertamente es encomiable el trabajo que realizan asociaciones, fundaciones, dirigentes políticos, sociales y estudiantiles dentro y fuera de Venezuela, para tratar de ayudar a mitigar esta realidad que padece la población, es encomiable, porque gracias a ellos, la situación es menos dramática de lo que podría ser.
Frente a este accionar y coordinación de la población, que por muy loable no es suficiente y no alcanza a todos aquellos que lo necesitan; está el accionar y la coordinación de la dirigencia política, que en algunos casos deja mucho que desear, sobre todo, en el exterior.
Me dirán que no se puede comparar el accionar de un civil con el de un político o el de un cargo diplomático, que se debe a normas de comportamiento, discreción, lealtad, saber estar y más discreción, pero aquí les replico de una vez ¿es que acaso la situación de Venezuela no está por encima del saber estar y lo políticamente correcto?.
En mi opinión, el mandato popular expresado en la consulta del 12 de diciembre va encaminado a un trabajo de calle más activo por parte de los dirigentes, no es posible que se vean en una misma reunión o evento social al embajador de Guaidó y al embajador de Maduro, cada uno por su lado como si nada pasara. Esa “coexistencia” es inaceptable, no tiene nada que ver el saber estar o lo políticamente correcto, tiene que ver con integridad, dignidad y criterio propio.
Es tiempo de ir más allá, debemos aplicarnos aquella frase de “pensar más allá de la caja” o “salir de la zona de confort” y aplicarlos a la estrategia política actual porque que desde hace años que la situación de Venezuela se salió de la caja y de la zona de confort. Ejercer como cargo de autoridad política ya sea por designación presidencial o por votos es una responsabilidad y un compromiso que exige cambios y adaptación con los nuevos tiempos.
¿Cómo es posible que no se haya hecho una manifestación en la embajada de Trinidad y Tobago para protestar contra un gobierno violador de DDHH, en este caso, de los migrantes venezolanos?, sobre todo, después de la expulsión de adultos y niños en medio de la noche y en barcazas que pueden naufragar como ya ha pasado en repetidas ocasiones y que ha costado la vida a más de veinte personas.
Las representaciones diplomáticas de Trinidad y Tobago en Europa, se encuentran en Bruselas, Reino de Bélgica y en Londres, Reino Unido ¿no se pudo desplazar una comisión de diputados de la AN y de embajadores para entregar un documento formal de queja? Un viaje relámpago de un día, es muy normal aquí en Europa, me lo pregunto porque, así como se hace el esfuerzo de juntar diputados y embajadores para las presentaciones que cada cierto tiempo se realizan del Plan Venezuela, creo que también se podía haber hecho el esfuerzo para realizar esta actividad.
Lo que trato de decir, es que es necesario cambiar, pero cambiar de verdad, demostrarlo y si no se quiere o no se sabe o no se puede cambiar, pues es necesario hacerse a un lado y seguir contribuyendo desde otro sitio, porque aquí lo importante es lograr el objetivo entre todos pero aportando y sumando de forma activa, en la calle, con la gente, ése es el reto que tenemos por delante.
Y para aquellos que piensan que al decir esto se le hace un favor a la dictadura, que opinar es hacerle el juego a Maduro ya que sólo se logra dividir la oposición, les comento que no, que es todo lo contrario, hacerle el juego al chavismo y dividir a la oposición es precisamente quedarse callado ante las cosas que no deben pasar y siguen pasando, ser cómplice de la dictadura es utilizar un discurso chantajista para que nadie diga nada y todo siga igual.
Muy ingenuo es aquel que piense que por ahora es mejor quedarse callado y que luego, al salir de la dictadura se resolverán los problemas; como por ejemplo con el caso del “cucutazo”, o todo el teatro de la insurgencia de 2019, que sólo se saldó con la liberación de Leopoldo López -que por supuesto se agradece, pero no eran las formas ya que Leopoldo estaba en una embajada, no en un campo de concentración-
Como éstos, hay muchos más ejemplos que deben servirnos para ser más humildes, y más que para acusar, para ser sinceros entre nosotros y tomar las medidas correctivas pertinentes, esas medidas que nos ayuden a actuar, denunciar y exigir a nivel internacional lo que Venezuela necesita de forma unida y no de forma que parezca que hay tres o cuatro “unidades” como comentan aquí en España casi cualquier miembro de partido político, prensa, asociación o fundación con la que uno hable; pero esto, esto es tema de otro artículo.