Siempre he creído que la participación ciudadana en la gestión pública representa una herramienta de pedagogía sobre la democracia, su complejidad y de nuestra responsabilidad cívica frente a los asuntos públicos que por sus efectos impactan de una u otra forma, nuestra calidad de vida.
Sabemos que no todos tienen interés personal por participar en asuntos públicos o bien, que aún con el deseo de ser parte de las decisiones públicas, no todos los temas que se someten a la consulta y debate público son manejados por toda la ciudadanía; pero no hay duda, que la participación representa la herramienta idónea para acercarnos a lo público, para valorar las instituciones y comprender mejora la democracia.
Como ciudadanos, Giovanni Sartori, en su obra La Democracia en 30 Lecciones, nos dice que somos los maquinistas de una máquina llamada democracia, que además, la define como la mejor que se ha inventado para permitir al hombre vivir en libertad y sin verse sometido a la tiranía de otros hombres.
Cuando leemos informes como el presentado por Monitor Civicus, en cuyo contenido se advierte que casi un tercio de la población mundial vive en países con cerrado espacio cívico, entendiendo por espacio cívico, aquél en el cual hay respeto por la ley, la política y la práctica de las libertades de asociación, de reunión pacífica y de expresión, y la medida en que el estado protege estos derechos fundamentales (1); debemos advertir que ello supone, que a nivel global están quedando menos espacios para que como maquinistas podamos contribuir a preservar el funcionamiento de esa máquina llamada democracia.
Es muy apropiado, en ese contexto, el titulo que registra el informe presentado por Civicus Monitor. Tracking Civic Space que se lee en español: El poder ciudadano bajo el ataque 2023, y allí expresamente se nos alerta que estamos bajo un “ataque severo” (2), que va más allá de la voluntad política de facilitar la participación ciudadana o asumirla como una mera obligación formal y legal, necesaria por demás, para seguir un guión llamado legitimidad.
A pesar de la existencia de múltiples amenazas, la Fundación Open Society en su estudio Open Society Barometer: Is Democracy Effective? presentado en el 2023, afirma que el 86% de los encuestados prefieren vivir en democracia y un 63% expresa creer en ella; pero se advierte, que entre la población de 18 y 38 años se registra «menos entusiasmo”3 por la democracia.
En el mundo y particularmente en España la desinformación, la desconfianza en las noticias y el desinterés por estar informado son fenómenos que amenazan directamente la efectividad de la participación ciudadana como herramienta para preservar la cohesión social y trabajar los valores que sostienen la democracia.
Irónicamente en estos tiempos en los cuales la tecnología ha creado mecanismos que facilitan no sólo la participación efectiva en los asuntos públicos, como por ejemplo la plataforma Decide Madrid; sino que también, permite desde la comodidad de un ordenador o de un móvil, el acceso a la información sobre los asuntos públicos de cualquier naturaleza, lejos de fortalecerse la democracia, la tecnología y la información también se presentan como elementos de riesgo que favorecen la inestabilidad e incertidumbre, profundizando la polarización y marcando aún más estos tiempos de posverdad que están amenazando la confianza en la democracia.
Según el Digital News Report de España 2023 (4), entre los españoles el desinterés por informarse ha venido sufriendo un aumento sostenido desde el año 2018, pero una comparación con el registro de su informe anual del 2014 con su última edición del 2023, se aprecia claramente ese aumento, de un 4% que registró entonces, el desinterés por informarse pasó a un 13%.
Desde el 2018 el informe anual mencionado, ha venido registrando de forma sostenida el aumento de quienes afirman estar poco o nada interesados por estar informados:
2018: 1%
2019: 3%
2020: 4%
2021: 8%
2022: 11%.
El estudio nos dice que el avance de las redes sociales, la popularidad de los streamers frente a los periodistas de los medios tradicionales y la polarización política influyen en esa realidad, entre otros factores sociocultares y advierte que en el 2023 ya se registra cierto hartazgo informativo en el público adulto y en los jóvenes.
Cuando el mencionado estudio valora quienes reconocen que están totalmente o muy interesados por estar informados, el resultado ratifica la tendencia de disminución del interés, en el 2014 se registró un un 74% que ha caído para el 2023 a un 51%. Así como en el caso anterior, desde el 2018 se aprecia en los registros una reducción sistemática:
2018: 83%
2019: 76%
2020: 69%
2021: 67%
2022: 55%
A diferencia de los dos supuestos señalados, cuando el estudio pregunta sobre quién está ligeramente interesado en informarse, registra un aumento de 12 puntos desde el 2014, entonces registró un 23% que ha pasado para el 2023 al 35%, pese a un pequeño retroceso en el 2021 ha venido creciendo desde el 2018:
2018: 16%.
2019: 21%.
2020: 26%.
2021: 24%.
2022: 34%.
Sobre la desinformación, hay que destacar que según el último Eurobarómetro publicado por la Unión Europea en el 2023, para el 83% de los españoles encuestados, la desinformación es un problema real, incluso ese porcentaje supera la media europea que es del 76%. (5)
Para el Global Risk Report 2024, la desinformación es uno de los principales riesgos tanto a corto como a largo plazo; cuando valoramos su riesgo a corto plazo, debemos comprender que hay un contexto global en el cual se estima que casi la mitad de la población está llamada a participar en procesos electorales a nivel global; según publicación del Bussines Insider, este año se esperan más de 50 procesos electorales, que supone la participación del 40% de la población mundial (6).
La desinformación, entendida como la difusión deliberada de información falsa con el propósito de manipular, influir en la opinión pública o lograr ventajas estratégica7 es un fenómeno que se ha potenciado a través de las redes sociales y que, particularmente, en el marco de los procesos electorales, representa una seria amenaza a la legitimidad sus resultados.
El Digital News Report 2023, también nos permite conocer que la desconfianza en las noticias en España, han aumentado y sólo el 33% de los españoles afirman en el 2023 confiar en ellas, siendo uno de los países con el más alto porcentaje de desconfianza en Europa.
Para el estudio mencionado, esa realidad evidencia un cambio en la percepción de las noticias y una mayor cautela por parte del público. Sin embargo, también se observa un aumento en el número de personas que no están interesadas en las noticias, pero aún confían en ellas. Estos resultados reflejan la complejidad de las actitudes y comportamientos hacia las noticias y la necesidad de una mayor comprensión de los factores que influyen en la confianza del público.” (8)
El estudio agrega además, que hay un aumento notable tanto en Europa como en España de quienes pueden calificarse como “ninis”, es decir, de aquellos que expresan no tener interés por estar informados y además, no confían en las noticias. Es oportuno agregar, que el estudio registra la recuperación de la confianza en las marcas periodísticas españolas, en particular las locales y regionales.
El fenómeno de las desconfianza en las noticias, nos dice el Digital News Report 2023, coincide con los años del nacimiento del término “fake news”, popularizado durante el mandato de Donald Trump y utilizado en el debate público español a raíz del referéndum en Cataluña, también son los años en los que los partidos más extremos introducen la crítica a los medios de comunicación como elemento habitual de su agenda política y en los que se agudiza la polarización social, política e informativa. (9)
Hay países como Venezuela con un espacio cívico cerrado, en donde la participación se transformó en una herramienta ideológica y clientelar para la promoción de un modelo económico, social y político muy distinto al diseño institucional previsto en la Constitución de 1999; por lo tanto, en países como España, la preferencia por la democracia, debería encontrar en la participación una herramienta efectiva para enfrentar las amenazas que atentan contra la cohesión social y ponen en riesgo la democracia.
¿Cómo enfrentamos los riesgos que enfrenta la democracia en el presente?, la respuesta estará condicionada por la libertad que aún se tiene para decidir si somos maquinistas o expectadores, lo que representa un privilegio que no todos tienen, y que alcanzar supone en muchos casos sacrificios de vidas humanas y la pérdida muy significativa de calidad de vida.
Para los maquinistas no es fácil identificar cómo enfrentar las amenazas contra la democracia, porque incluso el discurso político, lleno de confrontación, ofensas e insultos, que en muchos casos alimentan el desinterés por lo público, por lo que en esa tarea no necesariamente la dirigencia política y los partidos se convierten en aliados naturales, pues para algunos la desinformación les resulta una estrategia útil.
Las amenazas actuales son muchas, enfrentarlas requiere de la participación de todos, pero la desconfianza y la intolerancia que insiste en asomarse hace que sean tiempos muy complejos, marcados por la incertidumbre y que lleva a muchos a romar la decisión de ser indiferentes por agobio, cansancio o decepción.
Carlos Romero Mendoza.