La degradación política que vivimos

Política venezolana y española
Política venezolana y española

Hace poco más de dos semanas leí una noticia sobrecogedora, la misma se refería a que dos ancianos habían sido encontrados muertos en su residencia, lo más trágico de dicha noticia era que habían muerto de hambre; sí, leyó bien, de hambre.

Esto sucedió en una zona de Caracas, Venezuela; esa Venezuela de Chávez, Maduro, Delcy, Diosdado y compañía. Los mismos que fueron asesorados por miembros del actual gobierno de España, los mismos que visitan Madrid y se reúnen con ministros españoles en suelo español a pesar de estar sancionados por la UE debido a sus acciones para socavar la democracia en su país.

A pesar de esas sanciones, sabían que nada pasaría; porque como efectivamente sucedió, la UE se lavó las manos indicando que cada país es soberano de hacer cumplir esas medidas, además de esto, la sala penal del Tribunal Supremo español, dictaminó que si bien Delcy había violado la prohibición de la UE, las decisiones sobre política exterior están sometidas a control político, no penal.

Pues bien, en esa Venezuela chavista amiga del socialismo del siglo XXI español, Diosdado Cabello dijo a las personas asistentes a un acto de campaña “el que no vote, no come”, haciendo alusión a la entrega de comida que hace la dictadura y que es, la única fuente de alimentos para la gran mayoría de la población en Venezuela.

En mi mente, ese chantaje se unía a la noticia del fallecimiento de los dos ancianos y con otras noticias españolas como la resolución de la sala penal del Tribunal Supremo sobre el Delcygate, o la veintena de expedientes que el Consejo de Transparencia ha abierto a distintas instituciones del gobierno por la opacidad con la que actúan sus responsables; es decir, por mentir, ocultar la verdad o actuar sin ética ni moral.

Pero así son, por eso son amigos, por eso se asesoran, se defienden y protegen entre ellos, -como es el caso de Álex Saab, testaferro de la dictadura venezolana acusado de lavado de dinero y defendido por el bufete del juez español Baltazar Garzón-, porque tienen la misma carencia de principios, porque sólo actúan pensando en sí mismos. Son individuos a los que les vale madre las personas que en un principio deberían ser la razón de su actuar político.

Por eso quisiera hablar esta semana, sobre la falta de valores y ética que nos ha llevado a la degradación política que vivimos hoy en día, no sólo en España, sino en el mundo entero. Degradación que nos lleva en muchos casos, de la frustración y la rabia a la resignación y la apatía. Resignación inducida por esos mismos que nos mienten un día sí y otro también, para hacernos creer que no hay nada que hacer, que no vale la pena, que así han sido las cosas siempre y que nada se va a lograr oponiéndonos a esta forma de actuación.

Esta falta de valores ataca a todas las esferas de nuestras vidas, a nuestras relaciones sociales y profesionales, públicas y privadas; y aunque quisiéramos hacer algo al respecto, pareciera que es casi imposible, porque quienes deberían dar el ejemplo, son los primeros que actúan con total impunidad de mala fe.

¿Qué puede sentir alguien cuando diariamente lee noticias que involucran a cargos políticos actuando de forma cuando menos reprochable? Y más aún ¿qué puede pensar la gente cuando esos políticos no muestran arrepentimiento o propósito de enmienda?

Uno quisiera saber cómo es posible que un político mienta públicamente y nada pase; uno se pregunta, cómo es posible que los ministros mientan y tengamos que esperar meses para que, siendo obligados, cuenten la verdad a medias y se queden tan anchos sabiendo que nada más pasará.

¿De qué sirve señalar a una o varias personas si no van a renunciar a sus cargos? Por el contrario, harán todo lo posible por atornillarse en sus puestos, porque quienes utilizan la política para la obtención del poder como fin último, harán lo que tengan que hacer para conseguirlo y peor aún, lo que tengan que hacer para mantenerlo.

Lo normal debería ser, que las personas que se dedican a la política sean vistas como referentes a los que uno quisiera seguir e imitar por sus valores, ideas y propuestas para el desarrollo y el bienestar de los demás; personas íntegras y cabales que, a pesar de tener diferencias ideológicas, se muevan por valores comunes que permitan zonas de acuerdo posibles capaces de garantizar el progreso y el desarrollo de una nación, como sucede en sociedades más avanzadas como Japón o algunos países del norte de Europa.

La política sin ética ni valores es un cáncer que es obligatorio erradicar para garantizar el futuro estable que nos merecemos.

Pero esto depende de todos nosotros, de nuestro compromiso para exigir responsabilidades, no importa el color o la tendencia política de nadie, las actuaciones de los cargos públicos deben ser intachables, deben estar marcadas por la vocación de servicio y la visión de amplitud y futuro, necesarias para llevar a cabo la conducción de un país.

No es necesario militar en un partido político, pero sí lo es el estar informado, exigir nuestros derechos y cumplir con nuestros deberes y, sobre todo, aplicar los valores y la ética fundamentales para acabar con esta degradación política y social que vivimos.

Del igualitarismo hacia abajo y la educación en España

Acerca de Daniel Lema Rincón 90 artículos
Politólogo, Master Seguridad y Defensa y en Adm. Pública. Gabinetes Estratégicos, Seg. Ciudadana y Campañas Electorales. Siempre me ha motivado ayudar a aquellas personas que lo necesitan, por eso, mi vocación me llevó al servicio público a través de la política; primero en España, luego en Venezuela.