Entre la mentira y la verdad de las redes sociales, la confianza amenazada

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La tecnología nos arropa y hace posible que la información siempre nos encuentre, aún sin buscarla, quedando en nosotros la libertad de revisar o no su contenido; pero en un contexto en el cual hay demasiada información, al punto que algunos se sienten intoxicados, abrumados o incluso, podría decirse asfixiados, estamos llamados a valorar constantemente la verdad o la mentira en el contenido de las informaciones que nos llegan a nuestras redes sociales.
El debate sobre la verdad y la mentira ha existido siempre, es un tema que nos lleva al campo de la filosofía, pero en estos tiempos de redes sociales, que hace posible la inmediatez y rapidez para divulgar todo tipo de mensajes y compartir información sin importar su calidad, somos testigos de su uso malintencionado que de manera permanente amenaza, como nunca antes, la verdad y distorsiona la realidad con una peligrosa intensidad y fuerza.
Oportunamente y como evidencia de la información que siempre nos encuentra, pude leer con interés en mí cuenta en la red social X una cita de Hannah Arendt, que nos advierte que «mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que nadie crea en nada. Un pueblo que ya no distingue entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal: un pueblo privado del poder de pensar».1
Esa cita resulta muy útil porque a través de ella, primero es posible valorar la realidad de Venezuela a lo largo de estos años y en el presente; y en segundo lugar, porque precisamente en distinguir entre la verdad y la mentira, recientemente hubo un mensaje reenviado a un chat escolar de WhatsApp de padres con niños de primaria que permite revisar nuestra responsabilidad como usuarios de las redes sociales cuando reenviamos información.
El mensaje al cual hago referencia, informa sobre un posible intento de secuestro en un colegio en el cual estudia una prima de una persona, cuyo nombre menciona el mensaje, pero sin aportar información adicional bien sobre el colegio o la posible victima que permita valorar su veracidad, sólo permite saber que ocurrió a unos 15 km de la ciudad en la que viven los integrantes de ese chat escolar.  Pero además de su contenido genérico, se acompañó del sello «reenviado» de WhatsApp.
El mensaje reenviado así como la aclaratoria oficial, compartida casi 24 horas después, generaron muy pocas reacciones en el chat, algunas respuestas agradeciendo el compartir la noticia y otras, activando algunos emoticones.

Acciones para contrarrestar los mensajes falsos

 
El mensaje recibido en el chat escolar permite destacar 3 aspectos que considero importantes a los fines de contrarrestar los mensajes falsos e incluso los mensajes de odio, temas sobre los cuales he escrito en artículos previos.
1.-    El primer aspecto tiene que ver con la aclaratoria institucional sobre los hechos.
El desmentido oficial, que hace el Ayuntamiento del lugar donde se generó la información, no cabe duda, es respuesta al clima de alarma que se debe haber generado entre los vecinos de esa comunidad y en tal sentido, como lo afirma expresamente el contenido, busca un tranquilizarlos.
La aclaratoria o desmentido, no sólo identifica el colegio relacionado con el supuesto hecho, sino que además, desmiente el supuesto secuestro, destacando que ese ha sido el resultado de la investigación realizada tanto por la Guardia Civil como por la Policía Local, aclarando que todo se trató de un mal entendido y refuerza ese llamado a la tranquilidad a los vecinos, informando de la activación de un Plan de Protección Integral del Menor con mayor vigilancia en las inmediaciones del centro educativo.
La confianza en las instituciones y en sus autoridades hace posible que esa respuesta institucional se asuma como verdad; aquí quiero detenerme, pues esa confianza, que para algunos es algo normal y natural, en algunos países no lo es y esa realidad marca importantes diferencias de fondo en cuanto a las formas de abordar la democracia.
Si la mentira logra imponerse y los vecinos realmente creen que hubo un intento de secuestro, la confianza en el espacio público empieza a deteriorarse y con ello la calidad de vida pierde espacio, porque el miedo y la incertidumbre se imponen para que los espacios públicos se vayan quedando vacíos.
La percepción que tenemos los ciudadanos de sentirnos seguro, es producto de la confianza, la cual no se decreta, se construye con hechos y demostraciones, así como la cooperación activa de todos.
Cuando tuve la suerte de asesorar a un gobierno local en su diseño del Plan de Seguridad Ciudadana Municipal en un contexto de inseguridad, logré valorar y experimentar el valor de la confianza en este tema y la capacidad de la cooperación efectiva entre autoridades y ciudadanos en la tarea de contrarrestar la percepción de inseguridad.
Pareciera que un mensaje genérico que ha sido reenviado, informando sobre un posible secuestro de un niño en una zona cercana a un centro escolar es inofensivo, pero no, de hecho hay varias denuncias en distintos lugares de España, que registran mensajes reenviados con contenido muy similar que por el nivel de alarma despertada han llevado a otros Ayuntamientos a publicar sus respectivas aclaratorias desmintiendo los hechos, gracias a la colaboración de las autoridades policiales locales, como ha sucedido en los Ayuntamientos de Vall d’Uixó, Algemesí y Alboraya de la Comunitat de Valencia(2) y si seguimos investigando más, encontraremos muchas noticias similares.
Creo que oportuno es recordar, que precisamente el tema «secuestro de niños» despertó alarma en India en el año 2018, y según reporta por ejemplo The New York Time en aquél momento, hubo dos docenas de personas inocentes muertas como consecuencia de la reacción de la comunidad por los rumores de falsos secuestros de niños(3) y es precisamente, desde ese episodio lamentable, cuando WhatsApp empieza a aplicar una política de limitar los reenvíos.
Con ello intento hacer ver que todo mensaje que se reciba en calidad de «reenviado» con información genérica que denuncie violaciones, robos, secuestros de niños puede llegar a tener consecuencias inesperadas e insospechadas, depende de muchos factores, entre ellos los niveles de intolerancia que existan para el momento determinado, ejemplo de ello las protestas violentas de varios días en Reino Unido en el mes de agosto como respuesta a mensajes de odio sobre hechos falsos.
2.-    El segundo aspecto que quiero destacar tiene que ver con el llamado a entender que cada mensaje que enviemos o reenviemos puede tener consecuencias insospechadas o inesperadas, por lo tanto siempre es importante, tomarse un tiempo para valorar su veracidad; en el caso que comparto, la persona que envío el mensaje demostró su responsabilidad por encontrar la verdad de los hechos, a tal punto que casi 24 horas después envió la aclaratoria del Ayuntamiento desmintiendo el supuesto intento de secuestro, lo que podríamos calificar una buena práctica de responsabilidad como usuario de redes sociales.
Más allá de la respuesta institucional del gobierno local, que pudo haber sido compartida o no, reitero es una acción responsable, pues así como en esa ciudad se despertó la alarma de los vecinos, también en el chat, algunas personas tal vez, experimentaron la misma sensación de preocupación y alarma, porque se conectan con el hecho que también van a un parque cercano con sus niños.
No fue posible saber cuántas personas realmente leyeron el primer mensaje y cuántas lo hicieron con la aclaratoria; como tampoco es posible saber cuántas experimentaron una sensación de alarma y preocupación, y menos aún, es posible saber cuántas personas en un grupo que supera los 70 integrantes, reenviaron una y otra información a otros chats.
Pero si hacemos un ejercicio matemático, partiendo que en el chat escolar hay más de 70 personas, asumiendo la hipótesis que 30 reenviaron ese mensaje a por lo menos una persona, tenemos que 60 recibieron el mensaje, si esos 60 reenvian nuevamente el mensaje a  otra persona, entonces se van sumando y así podemos imaginarnos como en pocos minutos un mensaje puede pasar de un chat a otro e impactar a un universo de personas con mayor rapidez y efectividad que una carta, una entrevista en TV o radio o un discurso.
Por otro lado, es importante destacar que la responsabilidad de quien reenvió el mensaje original y luego la aclaratoria, evidencia que una tarea previa e interés por informarse, para identificar si los hechos fueron reales o fue una mentira.
En este sentido, es oportuno recordar un estudio, citado por muchas expertos en el tema de los fake news, publicado en el año 2018 por la revista Science, que evidencia luego de analizar 126.000 historias tuiteadas por tres millones de personas, más de 4.5 millones de veces en un período de 11 años que las noticias calificadas como falsas en todas las categorías se difundieron con más rapidez y con mayor alcance que las verdaderas, destacando que la falsedad tiene un 70% de más probabilidad de ser retuiteada que la verdad (4).

Desconozco esa estadística en relación a los mensajes falsos y/o verdaderos en la dinámica de participación en WhatsApp, pero partiendo de esa data, se podría afirmar como hipótesis que el primer mensaje enviado sobre el supuesto secuestro tuvo mayor alcance y divulgación que la aclaratoria y el argumento para sostener esa hipótesis podría ser el hecho que el primer conecta con la emoción y el segundo por ser un comunicado formal conecta con la razón; en tal sentido, es oportuno recordar que la emoción es el destinatario de todo mensaje falso e incluso del mensaje de odio.

En estos tiempos en los que nos arropa la tecnología, es necesario hacer un mayor y mejor esfuerzo por informarnos, hay demasiado contenido que se está divulgando, sin importar su calidad y menos aún su contenido, buscando conectar con las emociones, para lograr más likes y mayor visualización; que en muchos casos asfixian, intoxican o aturden a los usuarios, haciendo que muchos se aislen, abandonen el interés por informarse y dejen de creer en las noticias, creándose un espacio de desconfianza.
Un estudio realizado a principios del 2024, en 47 países por Reuters Institute y la Universidad de Oxford (5); en el cual, por cierto también participó la Universidad de Navarra de España, evidenció que en el mundo el 39% las personas que participaron en el estudio, afirman evitar el consumo de información de forma recurrente. Entre las razones, está que las noticias son aburridas, depresivas y allí se asoma el tema de la desinformación como una de las causas. Por cierto, en el caso particular de España el desinterés alcanza el 37%.
Si perdemos el interés por informarnos, entonces muy poco podemos hacer para contrarrestar la preocupación existente por distinguir entre lo que es real o mentira en las noticias y en los mensajes, preocupación que es compartida por 59% de los participantes del estudio mencionado.
En el caso de Sur Africa esa preocupación aumenta a 81% y en USA llega a un 72%; en el caso de España, el 70% registra dudas sobre la veracidad del contenido en línea, escepticismo que es mayor entre aquellos que están más interesados y confían en las noticias: el 87% está preocupado por la desinformación, frente al 59% de los desinteresados y escépticos.
Por cierto, el estudio destaca que Tik Tok y X son las dos redes sociales más señaladas cuando se valora la preocupación por la veracidad del contenido que se divulga por las redes sociales. Esas dos redes sociales han sido protagonistas de fuertes debates y discusiones sobre el impacto de sus contenidos, la relación con China de Tik Tok y X su confrontación con el gobierno de Brasil, su campaña contra el régimen de Maduro en Venezuela y ahora la participación de Elon Musk, en un gobierno de Trump en USA.

Comentarios finales

Como conclusión, de ese mensaje compartido quiero reafirmar tres recomendaciones concretas:
1.   Importante validar la veracidad de toda información que reenviemos o simplemente evitemos abusar del reenvío, más cuando desconocemos la fuente de la información, ello supone tomar el tiempo para informarnos sobre los hechos, intentando descubrir lo que es real y verdad, para debilitar la mentira y la falsedad.
2.-    Evitar el reenvío de información desconocida o reenvíar aclaratorias que permitan aclarar cuando un hecho es verdad o mentira constituye la forma más adecuada e inmediata para contrarrestar el fenómeno de los mensajes de odio y las noticias falsas.
3.-    Como usuarios de nuestras redes, aún cuando no pareciera, la acción de envío puede generar consecuencias insospechadas o inesperadas, por muy inofensivo que parezca el mensaje, nunca sabemos hasta dónde va a llegar y menos aún los niveles de tolerancia en esas comunidades.
Por último, tengamos siempre presente, como advierte Hannah Arendt que la mentira no se limita a hacer que la gente crea en una mentira, sino que va más allá, busca que dejemos de creer, que perdamos la capacidad de discernir entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, con ello nos hace vulnerables frente a quienes manipulan la política para desplazar la democracia, confiscar las libertades y someter a una sociedad con la menor resistencia posible.
La mentira amenaza la verdad y con ella busca asfixiar la confianza que es un valor clave y determinante para que como sociedad podamos convivir de forma armónica y pacífica.   La confianza es un valor incalculable, que hace una diferencia profunda en la convivencia y en la forma como asumimos la Democracia.
Carlos Romero Mendoza.
@Carome31
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Director de Asociación Civil Eccos de Paz. Estudioso e investigador de temas locales y de participación ciudadana, con experiencia en docencia universitaria y autor de varios libros y artículos sobre institucionalidad local.