Pasados ya un poco más de siete meses desde que se decretara el primer Estado de Alarma en España y el posterior confinamiento de la población, parece que llegamos a un nuevo capítulo dentro de esta telenovela que es España y su élite política, capítulo al que podríamos llamar “El desgaste”.
Cuando hablo de desgaste, me refiero a esta realidad caracterizada por una depresión política, económica y social, que tenderá a imbuir a gran parte de la población en un ambiente sombrío, de desesperación dosificada y de resignación aprendida y sostenida en el tiempo.
Depresión política que manifestó su etapa temprana con la presentación de la moción de censura por parte de VOX en el Congreso de los Diputados, y el debate que de ésta se hizo, donde la falta de visión de Estado manifestada por el PP y VOX significó la fractura, al parecer definitiva, de la derecha española.
No olvidemos la respuesta de Sánchez y sus socios, que luego de ver a sus adversarios divididos aprovecharon el rebrote del COVID-19 a nivel nacional para solicitar un nuevo Estado de Alarma.
En esta ocasión por seis meses, aprobado por un gobierno de coalición, fuerte y unido frente a una oposición débil y desmembrada, a la que ni siquiera por cortesía, se le tomaron en cuenta “las exigencias” planteadas como condición para aprobar el Estado de Alarma. No hacía falta tampoco, los votos estaban garantizados.
En cuanto a la realidad económica, los efectos se empezaron a manifestar con miles de negocios y emprendimientos en quiebra, falta de ayudas que estimularan la creación de empleos y millones de personas sin trabajo, engrosando las filas de la asistencia social y de la caridad.
Una crisis que no va a ser tan fácil de combatir como aseguraban y aseguran ministros, voceros y demás patiquines del gobierno, que eluden responder cuando se les pregunta cómo es que siendo España uno de los países peor evaluados a nivel mundial por la gestión de la crisis, y sus efectos devastadores en la economía, no tomamos en cuenta las ayudas y los incentivos fiscales introducidos por otros países mucho mejor evaluados que nosotros y con una economía mucho más robusta.
Y como si no tuviéramos suficiente con esta realidad política y económica, una nueva realidad social también dio señales de comenzar con las manifestaciones violentas que se dieron en varias ciudades el fin de semana pasado de forma casi simultánea.
Grupos que supuestamente van contra del nuevo Estado de Alarma y del confinamiento que éste acarreaba pero que más que manifestar un sentimiento de desaprobación contra las autoridades, parecían querer infundir un sentimiento de miedo a la población.
Estas manifestaciones distan mucho de las que se dieron durante la primera ola de la pandemia y que se caracterizaron por ser manifestaciones pacíficas, las de este fin de semana fueron manifestaciones violentas donde se saquearon comercios, se dañó mobiliario público y privado e incluso se llegó a agredir a personas que osaron recriminar el comportamiento vandálico de dichos delincuentes.
Esta es la realidad que enfrentaremos los españoles y los que viven en España, una pelea a muerte entre los dos principales partidos de oposición por la hegemonía o el liderato de la derecha (olvidando cuál es la verdadera batalla que deberían estar dando juntos), mientras el tercer partido muere solo, por su propia falta de coherencia e inconsistencia entre ética y valores.
Mientras tanto, y como he comentado ya en anteriores oportunidades, la izquierda junto a independentistas, herederos de ETA, antisistema y demás miembros del progresismo extremo, gobiernan España y deciden su destino, sin hacer mucho ruido, creando o dejando crear distracciones que desvían las miradas de lo que realmente importa.
Paso a paso, este gobierno está demostrando que es más fuerte de lo que la oposición cree y ciertamente mucho más fuerte de lo que la oposición es.
Están claros en sus propósitos generales y han sido capaces de adaptarse y de ceder en aras a ese objetivo general, que no es otro que mantenerse en el poder ¿o es que acaso creemos que un partido como BILDU o ERC van a dejar caer un gobierno del que ahora forman parte?
Ante esta realidad, donde se nos está tratando de imponer a la mayoría una nueva visión de la vida, un nuevo sistema político e incluso una versión tergiversada de nuestra historia,
Es necesario, que aquellos que creemos en la política como vocación de servicio y, consideramos que no podemos ser indiferentes ante este tipo de acciones e imposiciones (más cuando vienen fundamentadas en el resentimiento y el odio sin sentido).
Debemos levantarnos y hacer frente de la única forma que sabemos, con propuestas, con ideas nuevas e incluyentes, que vayan más allá de las divisiones y los intereses particulares.
Es por esto por lo que los invito a que me contacten a través de la asociación civil VOCES para la Libertad y la Democracia; asociación que tengo el honor de presidir, para que nos ayuden a sumar voluntades y propuestas, desarrollar proyectos o plantear sinergias con otras asociaciones, fundaciones o plataformas que contribuyan a la organización y al desarrollo del tejido social español y que tanta falta hace no sólo ahora sino en los meses por venir.