La sociedad española tiene un grave problema con los niños y adolescentes, la información que dan los medios de comunicación demuestra que algo va mal, desde temas de violencia, acoso escolar, pornografía y violaciones grupales demuestra que la juventud española va por mal camino.
Los temas de violencia y acoso escolar presentan unas cifras alarmantes, se ha multiplicado por 7 los casos de acoso escolar en 2022, pasó de 768 casos en 2021 a más de 7.600 un año después, según la Asociación No al Acoso Escolar (NACE) que afecta de forma directa a infantes entre los 8 y 14 años.
España ocupa la tercera posición con mayor número de casos de Bullying en el mundo de acuerdo a estadísticas mundiales, ha pasado de 11.229 casos de acoso escolar en el 2020/2021 a 69.554 casos en el 2022/2023.
Las cifras parecieran solo números, pero cada uno de ellos es una persona, un niño/a o adolescentes que padecen de diferentes tipos de violencia, casos recientes como las gemelas argentinas (una se suicidó o la otra está mal luego del intento de suicidio), la niña de 10 años de Saray, en Zaragoza que se lanzó de un cuarto piso, son ejemplos reales que han llegado a los medios de comunicación, casos que han destruido a las familias.
Las cifras mundiales de suicidio por acoso son de alrededor 200.000 jóvenes al año, de entre 14 y 28 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El costo de no priorizar este tema en las aulas es muy alto para la sociedad.
¿Normalización del acoso?
La “solución” del acoso en España pasa por la práctica de que las víctimas son las que deben cambiar escuela, en el 99% de las veces es la víctima la que tiene que cambiar de colegio, nada más contraproducente que esto. No se les está protegiendo con esa práctica, sino que se está perpetuando su situación de víctima.
Al trasladar a las víctimas de escuela se les está dando un mensaje equivocado a los involucrados y al resto de los alumnos, se está dando a entender a la víctima que, aunque informe de la violencia el agresor no tendrá consecuencias, haciendo que el agresor se siente “intocable” y provocando que las agresiones se incrementen, sean más crueles y que el agresor tenga mayor control sobre el grupo, ampliando su número de víctimas.
Además, debemos agregar lo que supone para la victima el cambiar de colegio, hacer nuevos amigos, adaptarse a las nuevas dinámicas dentro de la escuela, el sentimiento de invisibilidad, de valor personal, sin apoyo psicológico, se le deja a la deriva pudiendo reincidir como víctima de acoso en el nuevo colegio.
Hagamos una analogía con la vida de adultos, los acosadores escolares son “delincuentes juveniles” por ello el dejarlos en la escuela es como dejar libre en las calles a un asesino, ladrón o cualquier delincuente y meter en la cárcel o cambiar de ciudad/pueblo a las víctimas o al ciudadano. ¿Cómo se sentiría si esto pasara?, discriminado, impotente, invisible, menospreciado?, pues así se sienten las víctimas cuando son ellas las que deben cambiar y no el agresor de colegio. Se premia al delincuente y se re-victimiza al acosado.
Por eso es interesante lo que está ocurriendo en Francia, tras el suicidio de una alumna, quieren obligar a los agresores a cambiar de escuela, además están estudiando la posibilidad de confiscar los teléfonos de los autores de casos graves de ciberacoso o incluso prohibirles el uso de las redes sociales. Adicionalmente, van a crear un curso de empatía que se incluirá en el plan de estudios.
Intervención de los docentes
En el día a día dentro de las hay se evidencia que no hay interacción entre los alumnos y los docentes, pareciera que solo entran al salón a impartir su materia sin estar atentos a lo que viven sus alumnos dentro de la institución, cómo interactúan entre ellos, no se preocupan por su estado de ánimo ni ven más allá de una calificación y que los dejen dar la clase en paz.
Cuando el docente no se involucra en todas las área del alumno: educativas, sociales, familiares, emocionales y de desarrollo físico-cognitivo es cuando esos niños y adolescentes ven infructíferos estar en clase, lo docentes son una pieza fundamental en localizar, evidenciar y dar seguimiento de casos de acoso, violencia doméstica o intrafamiliar, desnutrición, acercamiento a grupos delictivos, consumo de drogas y alcohol, entre otras situaciones que ni podemos imaginar que viven los infantes.
En mi trabajo en el instituto del menor hace algunos años siempre dejé la puerta abierta a los docentes y tendí vías de comunicación expeditas para que cualquier irregularidad que vieran o presintieran en algún niño nos lo comunicaran y se activaran los protocolos de protección, siempre les decía que prefería que pecaran de alarmistas a dejar pasar algún caso sin ser atendidos. Los niños cuando se llenan de valor comunican a sus docentes cercanos lo que les pasa y el docente está dentro de su rol en pleno recogerá lo que le ocurre y le brindará la escuchar y el apoyo, así podremos salvar vidas.
Entiendo que los docentes son seres humanos con sus propias dificultades en la vida, pero si decides dedicarte a esa profesión sabes que va paralelo a la asignatura y las notas el convertirse en unas personas de cuidados, respeto, apoyo, escuchar y ayuda a esas personitas que se están formando para la vida, y a quien se les debe guiar y proteger.
Pequeños pasos pero grandes logros contra el acoso escolar
Entre las obligaciones de los docentes debería existir la obligatoriedad de cursos anuales de abordaje de casos de violencia que tengan componentes psicológicos y legales, para que los docentes cuenten con las herramientas básicas para el identificación y abordaje de casos, aprenden de buenas prácticas a nivel mundial y están actualizados con las nuevas formas de acoso y los avances en técnicas de prevención.
Adicionalmente todas las escuelas deberán contar con una oficina de personal escolar con psicólogos infantiles, trabajadores sociales y pedagogos que funjan como “Consejeros Escolares” a quienes los alumnos de forma privada y confidencial puedan asistir para pedir ayuda o consejos.
Las actividades de sensibilización son importantes porque la mayoría de los agresores, si se da cuenta de que está haciendo daño a la víctima, asegura que no lo seguirá haciendo. Por eso, es primordial la incorporación de educadores sociales, psicólogos o impartir una formación específica para los profesores en los colegios. Es importante también que se destinen recursos para poder detectar los casos a tiempo, y sobre todo, educar para que no se produzcan más casos de abuso.
Entre las buenas prácticas en materia de prevención encontramos los “Manuales de Convivencia” o “Acuerdos de Convivencia” que son normas elaboradas por los mismos estudiantes y que comprenden la visión del alumno, docente, personal administrativo y de los padres/representantes.
Para que la convivencia dentro del aula y dentro de las instalaciones educativas sea positiva son los mismos integrantes de la comunidad educativa quienes establecen las conductas apropiadas o no, los castigos y los procedimientos a seguir. Con estos manuales se logran varios objetivos:
* Se identifican los hechos que no son aprobados por el colectivo, hacerlos visibles y conscientes para todos puede disuadir de quedar mal si se comenten, aplicando de forma positiva la “presión de grupo”.
* Se colocan las sanciones, ellos mismos, establecen los límites y las consecuencias, ayudando a persuadir sutilmente a que no se comentan las conductas no deseadas.
*Se aprende a dialogar y a debatir ideas durante el proceso de realización. No todos estarán de acuerdo con las proposiciones de los otros compañeros proponen lo cual genera un sano debate, la argumentación y el diálogo necesarios en el proceso que luego aplicarán en su vida adulta.
* Ellos mismos serán garantes de que las normas autoimpuestas se cumplan, se conviertan en pequeños ciudadanos que aprenderán a respetar y hacer respetar las leyes. Además, los ayuda a sentir parte del grupo.
Muchos pensaran “qué saben estas criaturitas de ponerse normas”, pues quienes hemos trabajado con ellos en la elaboración de los Manuales de Convivencia nos ha sorprendido la claridad de esas criaturitas de reconocer el bien del mal, y son además lapidarios a la hora de establecer las sanciones, son muy severos para quienes las incumplan, así que bien guiados puede ser una experiencia muy enriquecedora para niños, adolescentes y adultos, además de una herramienta de prevención de la violencia y el acosos escolar.