Del Medio Humano al Desarrollo Sostenible

“Hemos llegado a un momento de la historia en que debemos orientar nuestros actos en todo el mundo atendiendo con mayor cuidado a las consecuencias que puedan tener para el medio. Por ignorancia o indiferencia podemos causar daños inmensos e irreparables al medio terráqueo del que dependen nuestra vida y nuestro bienestar.”
Este párrafo corresponde a la Proclama que introduce a la Declaración de la Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en el año 1972 y que hoy 50 años después, representa no sólo la semilla primigenia del Derecho ambiental, como afirma María del Pilar García Pachón (1); quien además, nos recuerda, su valor histórico pues allí están registrados elementos centrales que contribuyeron, años después, efectivamente en la construcción del concepto de desarrollo sostenible.
Esa Conferencia sobre el Medio Humano de 1972 fue una iniciativa de Suecia, impulsada desde 1968 mediante un memorando explicativo, en el que se advertía que “los cambios provocados por el hombre en el medio natural se habían convertido en un problema urgente para los países desarrollados y los países en desarrollo, y que estos problemas sólo podían resolverse mediante la cooperación internacional”.
A partir de esa Conferencia, los problemas ambientales y la relación con el hombre, lograron un espacio en la agenda política de la cooperación internacional y es así como luego de la Conferencia de 1972, se avanzó a la Cumbre de la Tierra en Rio 1992, que se llamó Conferencia sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, para avanzar hacia una Cumbre del Milenio en el 2000, que nos llevó a trabajar los Objetivos del Milenio a partir del 2002 y así llegamos al 2012 cuando se inició el camino que se concretó en el 2015 con la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Han sido 10 reuniones internacionales promovidas incluyendo la de 1972 hasta el 2015, pronto, en junio 2022, se celebrará una nueva Conferencia, denominada Estocolmo+50, en conmemoración a los 50 años de la Conferencia del Medio Humano y en la cual, ONU busca reafirmar el compromiso global para enfrentar el fenómeno climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, la contaminación y los residuos.
A 50 años de 1972 es posible repetir el mensaje citado al inicio del artículo, pero ahora con más información científica que sin duda, nos aporta mayor conocimiento, a los fines de comprender mejor ese llamado de la Proclama de 1972 que nos habla de la necesidad de actuar con prudencia o con mayor cuidado, y que claramente nos permite actuar con mayor solidez frente a la ignorancia e indiferencia de muchos.
En ese mismo sentido, se hace necesario reafirmar que somos la “obra y artífice del medio que nos rodea”, como lo expresa las primeras líneas de la Proclama de 1972, que además nos recuerda que es precisamente en ese medio, en donde podemos encontrar nuestro sustento material y la oportunidad para nuestro desarrollo intelectual, moral, social y espiritual; es por ello, que el llamado de 1972 a proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes y futuras; así como también, a preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora, fauna silvestre y su hábitat permanece más que vigente.
Pero estos 50 años nos encuentran con unos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que no van a poder cumplirse, como consecuencia no solo de los efectos de la pandemia y de la Guerra de Ucrania, sino también, porque el ritmo de respuesta global no ha sido suficiente.
Estamos quedando cortos, y en algunos casos, estamos retrocediendo”, advertía en materia de ODS, la secretaria ejecutiva de la Convención sobre la Diversidad Biológica, Maruma Mrema, quien además, agregaba que “el mundo no puede sostener para siempre nuestro ritmo de uso y abuso y es una obligación que aceptemos los cambios necesarios en estilos de vida y sustento para alcanzar los objetivo de 2030” (2); y en ese contexto, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres (3), hizo un llamado para “salvar” las ODS y el Acuerdo de Paris.
Oportuno es recordar que prácticamente ese llamado a cambiar y revisar el ritmo de uso y abuso, citado en el párrafo anterior, coincide con el informe presentado por el Club de Roma en 1972, titulado Los límites del crecimiento, también conocido como el Informe de Meadows (4).
Además, Estocolomo+50, encuentra una ONU con fuertes cuestionamientos en cuanto a su capacidad para lograr cumplir su misión, en tal sentido, el mismo Secretario General (5), ha calificado a la ONU como “un bombero sin agua en la maguera” o una organización sin “dientes”, lo que nos advierte sobre una organización que más allá de las negociaciones para lograr acuerdos, presenta limitaciones para responder a los desafíos del presente.
Pero debemos reconocer que hoy tenemos una hoja de ruta para lograr la sostenibilidad, podemos discutir sobre su contenido, pero ha servido de guía o referencia para que Estados miembros de la ONU, y sus regiones, provincias, entidades locales o municipios concreten su compromiso con el desarrollo sostenible nacional, regional y/o local a través de planes, estrategias, leyes y/o decretos, que deben ser divulgados y comprendidos por la ciudadanía a los fines de valorar esas estrategias y acciones, considerar su viabilidad, y legitimarlas implicándose en la concreción de las mismas.
Hoy podemos decir que tenemos una sociedad mucho más consciente de los desafíos que enfrentamos, pero ello no supone que estén más comprometidos y es allí en donde la información y el conocimiento que hoy se posee deben servir de instrumentos para que desde nuestro entorno seamos parte de las soluciones que se impulsan, de manera que pasemos de ser conscientes a promotores activos de la sostenibilidad.
Es importante reconocer que el sector privado, ha demostrado con iniciativas importantes su compromiso con el desarrollo sostenible, y en ese contexto, la economía circular juega un papel clave como modelo alternativo.
Estos 50 años han sido cortos para poder hacer frente con mayor efectividad a los desafíos globales, que han sido claramente identificados tanto por la Iglesia con su Encíclica Laudato Si, sobre el cuidado de la casa común, como por la ONU con sus ODS 2030. Tal vez, hoy podríamos estar más avanzados por ejemplo en frenar los efectos del cambio climático, pero es que por ser “artífices de nuestro entorno”, los cambios no se decretan y menos aún se impone.  El cambio inicia cuando creemos y queremos ser parte de la solución.
Carlos Romero Mendoza
@carome31
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Director de Asociación Civil Eccos de Paz. Estudioso e investigador de temas locales y de participación ciudadana, con experiencia en docencia universitaria y autor de varios libros y artículos sobre institucionalidad local.