¿Cuánto cuesta un ser humano en el mercado de internacional de la Trata de Personas?

El secreto a voces que destapó la película “Sound of Freedom” o “Sonidos de Libertad” sobre el “mercado mundial” de tráfico y trata de seres humano, especialmente de niños y niñas, ha llevado a muchos a ver con otros ojos lo que está ocurriendo y a preguntarse ¿Cuánto puede valer la vida de un ser humano?

Lo primero que debemos dejar claro es el concepto de “Trata de Personas” para que tengamos claro de qué tipo de delitos estamos hablando y cómo identificar si estamos en presencia o no de este hecho. La Trata de Personas es el traslado de seres humanos de un lugar a otro dentro de las fronteras de un mismo país o hacia el exterior con fines de explotación en su mayoría del tipo sexual, laboral o de mendicidad. Tengamos en cuenta que en estos casos es irrelevante el consentimiento o no de las víctimas en los hechos, pues para captarlas han usado métodos como el engaño, la amenaza, el uso de la fuerza, el rapto, el fraude y el abuso de poder. (Artículo 3 de Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata)

De acuerdo con la Oficina de las Nacionales Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) se estima que 2.5 millones de personas son víctimas de trata, pero se calcula que por cada víctima de trata identificada existen 20 más sin identificar. Para el año 2019 la mitad de las personas identificadas como víctimas eran menores de 18 años.

Además, la Organización Mundial del Trabajo (OIT) ha establecido en 20.9 millones la cifra de personas víctimas a nivel mundial de trabajos forzosos, que es una de las modalidades de la trata de personas, más extendida y el “Secreto a voces” que todos consumimos, ejemplo de ello la campaña de la ONG Human Rights Foundation en Nueva York que lo pueden ver sus redes sociales, pero que plasma en blanco y negro la realidad de la explotación laboral.

El mercado de las organizaciones criminales

El mercado mundial de hechos ilícitos mueve anualmente unos 32 billones de dólares, de los cuales 1.3 billones son las “ganancias” globales en el mercado ilícito de trata de personas, según el informe de Iniciativa Global contra la Trata de Personas (UNGIGT). Este monto equivale a siete veces más dinero que la suma de las aportaciones de todos los países a la cooperación internacional. Se gana más en vender seres humanos que en lo invertido en proyectos de desarrollo para países pobres en Latinoamérica y África.

Si vemos la “distribución de las ganancias” por regiones, la que más ganancias generan son: 4.1% en América Latina y 49% en países industrializados caracterizados por ser los principales destinos de las víctimas que provienen de Latinoamérica.

Por su parte la organización Global Financial Integrity, encargada de estudiar los flujos financieros ilícitos, ya estaba reportando desde el 2017 que el valor de las organizaciones criminales rondaba entre 1.6 trillones y 2.2 trillones de dólares. En su informe “Transnational Crime and the Developing World” hace un análisis más completo que incluye datos sobre el tráfico de drogas, venta de falsificación de obras de arte o la venta ilegal de obras verdaderas, tráfico de petróleo y armas, tráfico de vida salvaje, entre otros, pero si decantamos las cifras al tema que nos atañe tenemos que en materia de tráfico de personas las transacciones alcanzaban cifras de 150.2 billones de dólares y en tráfico de órganos entre 840 millones y 1.7 billones de dólares.

Por su parte la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) estima que los beneficios obtenidos de la trata de seres humanos a los del tráfico de migrantes, la cifra asciende a 39.000 billones de dólares anuales, ganancias que cada vez está más cerca de aquella de tráfico de drogas y armas.

Las organizaciones criminales cada vez se hacen más sofisticadas y por lo tanto menos percibidas por las autoridades. Las estructuras y el nivel de organización de los traficantes difieren profundamente. Cuando se analizan los casos que logran ser judicializados se puede identificar como un patrón universal que la mayoría de las víctimas detectadas y de los infractores condenados pertenecen a grupos delictivos organizados.

Cuando intervienen organizaciones delictivas más grandes y estructuradas, consiguen someter más personas a la trata de forma más violenta y durante períodos más prolongados. Según información de la UNODC están agrupadas en categorías: el 46% son de tipo empresarial, el 23% son organizaciones de tipo gobernante, el 21% por asociación oportunista y el 10% por tratantes individuales.

Es evidente que el manejo de estas enormes cantidades de dinero no es solo se realizan en efectivo, en algún momento deben pasar por el sistema financiero legal, es decir, los bancos, las inversiones, bolsa, adquisición de bienes y servicios, etc., por ellos una forma de “neutralizar el negocio” es el decomiso de productos, que de forma simultánea debe darse con las políticas de los gobiernos en el incremento de los controles y la transparencia financiera. Los gobiernos deben tener la capacidad individual e internacional de compartir información sobre los hechos delictivos en materia financiera que logran identificar en su territorio y que por tratarse de delitos con repercusión internacional puedan usar una base de datos para el rastreo y procesamiento del origen y destino de esos fondos ilegales, actualmente el compartir esta información sólo se da en los casos de cercanía de los países, por intereses particulares entre las nacional o porque de forma bilateral o multilateral firmen un convenio, ejemplo el Protocolo de Palermo, pero esto debe ampliarse y utilizar instituciones internacionales especialistas en finanzas y delitos para que hagan esa coordinación supranacional.

 

¿Cómo se distribuyen regionalmente las víctimas de Trata de Personas?

Las últimas cifras mundiales que se encuentran son del seguimiento 2019/2020, año de pandemia que refleja una reducción en todas las estadísticas de los delitos de trata de personas, pero no por el hecho de que no se cometieron sino por la falta de prioridad de las autoridades para su identificación y castigo motivada por la inesperada pandemia. Los datos señalan una reducción del 11% en el número de víctimas detectadas en comparación con el 2019, impulsada en gran medida por los países de renta baja y media.  Si lo vemos por regiones esta reducción se distribuyen en que el 59% se redujo en Asia Oriental y el Pacífico, 40% en África Septentrional y el Medio Oriente, 36% en Centroamérica y el Caribe, 32% en América del Sur y 12% en África subsahariana.

Esta reducción es resultado de la conjunción de tres factores diferentes que afectaron especialmente a los países de renta baja y medio durante la pandemia: 1) Una menor capacidad institucional para detectar a las víctimas; 2) menos oportunidades para que los tratantes operen debido a las restricciones preventivas de Covid-19 y; 3) el desplazamiento de algunas formas de trata hacia ubicaciones más ocultas y con menos probabilidades de ser detectadas.

Si vemos las estadísticas en base a los tipos de tratas internacionalmente reconocidos tenemos que:

Tipo de trata Porcentaje de víctimas detectadas en 2020
Trata para la extracción de órganos 0.2%
Trata para adopción ilegal 0.3%
Trata para la explotación de la mendicidad 0.7%
Trata para matrimonio forzado 0.9%
Trata para fines delictivos forzados 10.2%
Trata para formas mixtas de explotación 10.3%
Trata para explotación sexual 38,7%
Trata para trabajo forzado 38.8%

 

En cuanto a la trata con fines de explotación sexual se ha producido una reducción en el 2019, año pandémico, del 24% visto que los lugares donde ocurrían son públicos: bares, clubes o las vías públicas, que al cerrar obligados por la pandemia y el encierro de la cuarentena se trasladaron a lugares menos visibles y más seguros para ellos, siendo más difícil ser detectados por las autoridades.

Una constante en las estadísticas de víctimas es que la mayoría de ellas son “autorescatadas”, es decir, consiguen escapar y ponerse en contacto con las autoridades por iniciativa propia. De acuerdo con los patrones de descubrimiento de los casos de trata de personas que se han identificado desde el 2012 hasta el 2022 tenemos que el 41% son por acciones de la víctima, el 28% por acciones de instituciones o cuerpos de seguridad, 11% por la acción de las comunicades o de extraños, el 10% por acciones de la familia de la víctima, el 9% por acciones de instituciones públicas o de la sociedad civil y el restante 1% por acciones varias.

Se estima que las cifras anteriores pueden ser superiores ya que las víctimas no se identifican como tal para evitar ser ubicadas por los traficantes o las organizaciones criminales, cambia de identidad y de localización en la medida de sus posibilidades quedando fuera de cualquier programa de protección y atención de los Estados y las ONGs.

Cuando hablamos de trata lo asociamos inconscientemente con el género femenino pero este patrón también está cambiando. En los últimos informes vemos que los niños y los hombres representan una mayor proporción de las víctimas detectadas a medida que surgen nuevas formas de explotación. El aumento va aunado al tipo de trata para el género masculino son usados para fines delincuenciales forzadas y formas mixtas. Las víctimas masculinas confirman un único perfil que se detecta cada vez más, alrededor de un 3% más a partir del 2019.

Género / Edad 2004 2020
Niños 3% 17%
Hombres 13% 23%
Niñas 10% 18%
Mujeres 74% 42%

 

Aun cuando han subido las cifras de los hombres, son las mujeres y los niños quienes sufren tres veces más que los hombres violencia física o extrema en manos de los tratantes tanto al momento de la captura o durante el tiempo que se está realizando la explotación.

La realidad mundial afecta positiva o negativamente el contrarrestar y prevenir este tipo de delitos, por eso la pandemia no es el último factor mundial que repercute, el inicio de varios conflictos y guerras marcan un antes y un después en las cifras de dinero y de víctimas del “negocio de la trata de personas”.

Las guerras siempre son perfectas como “caldo de cultivo” para que este tipo de organizaciones operen y capten a sus víctimas. El caso más reciente y visible a los ojos del mundo es la guerra en Ucrania, que ya sucedió en el pasado reciente con el conflicto del año 2014 en ese país, situación que cuadruplicó el número de víctimas de trata ucranianas detectadas en Europa Occidental en el 2016.

Cifras globales demuestran que las víctimas de trata detectadas procedentes de un país en conflicto, por región de nacionalidad en el 2020: 73% de África Subsahariana, 11% de África Septentrional y el Medio Oriente, 7% de Asia, 6% de América y 3% de Europa Oriental y Asia Central. El motivo de este aumento es la desprotección absoluta de la población civil cuando hay conflictos armados o desastres naturales durante el caos pues las autoridades están avocadas a repelerla agresión o a socorrer a las víctimas del desastre natural dejando la puerta abierta a que las organizaciones criminales entren con engaño a los civiles o simplemente se secuestren a los niños y mujeres, en especial quienes quedan solos en medio de las “estampidas humanas” por la supervivencia.

 

Retrasos en los procesos judiciales

Otro actor fundamental cuando hablamos de este tema son los operadores de justicia, quienes afectados por la acción de “cuarentena” de la pandemia se ha ralentizado, en el año 2020 se tuvo una reducción del 27% del número de condenas a nivel mundial en comparación con el 2019, pero la mayor reducción de la justicia aparece en regiones como Asia Meridional con el 56% de las reducciones, Centroamérica y el Caribe con el 54% y América del Sur con 46%.

La falta de justicia trae como consecuencia lógica el aumento de la impunidad. En las regionales como África Subsahariana y Asia Meridional están condenando a menos tratantes y están detectando a menos víctimas en relación con las cifras mundiales. Por lo que deben ser revisado esos tribunales y brindarles apoyo y ayudas desde las organizaciones internacionales y las ONG que manejan la materia.

 

¿Qué se debe hacer?

No hay tema más complejo que la Trata de Personas pues influyen muchos factores: económico, social, laboral, educativo, sentimental-psicológico, y a la vez involucra a muchos actores simultáneamente: victimas, miembros de las organizaciones criminales, miembros de los cuerpos de seguridad y del Poder Judicial, el “comprador” de la explotación, miembros de pueblos o zonas afectadas, organizaciones nacionales e internacionales, gobiernos de cualquier ideología política, y a la vez es un flagelo que ataca a todos sin discriminación de raza, credo, edad, sexo, nacionalidad ni ideología. Así de complejo son los hechos y así de complejas son las soluciones, por ello la coordinación es pieza fundamental en la identificación y desmantelamiento de este tipo de organizaciones.

En medio de la complejidad debería estar presente como acciones para la prevención el reforzar los sistemas de protección de la infancia en los países donde mayormente se están captando a las víctimas, facilitar los procesos de identificación de las víctimas y de denuncias, incluso anónimas, además de aportar los recursos para su trabajo y capital humano preparado para atender este tipo de casos.

Por otro lado, deben implementarse programas especiales en las fronteras, para que los niños y niñas que viajan solos o quedan abandonas en las rutas migratorias, donde exista cooperación ente los Estados que forman parte de esas rutas y crear procedimientos más rápidos de búsqueda y reunificación familia, así como crear espacios adaptados a la infancia para la acogida de los infantes. También aplicadas a las zonas de mayor cifra de víctimas de trata de personas.

¿Cómo influyen las redes sociales en las rutas migratorias?

Acerca de Bárbara Puglisi 48 artículos
Abogada con experiencia en Derechos Humanos, Derechos de Infancia y Políticas Públicas.