Contraindicaciones

Las desigualdades de género tienen su repercusión en el rendimiento académico de los más jóvenes.
Las desigualdades de género tienen su repercusión en el rendimiento académico de los más jóvenes.

En la República Islámica de Irán es legal enterrar a una mujer adúltera  hasta el cuello y apedrearla hasta morir. En la India la mujer es víctima de ataques con ácido, matrimonio infantil o asesinatos por dote. En las sociedades occidentales –aunque no sean perfectas- se decidió, ya hace tiempo, que la violencia contra la mujer es abominable y, con algunas excepciones, la mujer está a salvo de semejantes atrocidades  y goza de libertad. Otra cosa es que la izquierda postmoderna y las feministas de género hayan cambiado su temática y ahora, en lugar de la  lucha de clases, lo que se lleva es la lucha de sexos. Proclaman que la mujer está sometida al sistema patriarcal del hombre.

Se muestra al hombre como un monstruo de machismo que agrede y mata por …la prepotencia heteropatriarcal. No significa nada que las que gritan: “Macho vas a arder”, “Machete al machote”, “Al varón castración”, tengan padre, e incluso hijos o nietos que son “normalitos” y no agreden ni molestan a la mujer. Lo que alegan es que se trata de una opresión estructural, que es una violencia de género donde las mujeres siempre son víctimas y los hombres siempre son maltratadores. Decir que hay varones maltratados no es políticamente correcto, se considera que eso es simple cosa de violencia doméstica, no genera fondos públicos, y es causa de ridículo para la víctima.

En lo políticamente correcto la violencia  de género es una lacra social que requiere atención prioritaria. Ello presupone que existe una violencia estructural del hombre contra la mujer por el hecho de serlo. Se ha declarado culpable a un colectivo por algo que realizan algunos individuos. Y de ello se deduce que el hombre es presunto culpable de violencia de género por pertenecer a ese colectivo. Todo lo masculino es culpable o, al menos, sospechoso de machismo. Esta fantástica idea está amparada por nuestros simpáticos gobernantes, está impuesta en las leyes y promocionada por los medios de comunicación. Goza, por tanto, de cuantiosos fondos públicos.

Naturalmente todo esto tiene efectos colaterales. La retórica antihombre no ayuda a que los jóvenes se conviertan en adultos. Hay crisis de masculinidad, dice Jordan Bernt Peterson (psicólogo clínico canadiense). Los chicos reciben de la sociedad moderna un mensaje desmoralizador. Se les recrimina su virilidad, cuando es algo innato y natural el deseo de competir y ganar. Se les dice que la sociedad es una tiranía falocéntrica y corrupta  de la que ellos forman parte y son culpables por ello. Se les previene para que no sean cómplices de la tiranía feminicida. El hecho es que el fracaso escolar es, sobre todo, un asunto masculino.

La creciente feminización de la profesión docente, especialmente en las primeras etapas, origina la falta de modelo masculino, a lo que se añade, en muchos casos, la falta de modelo paterno. Por otro lado, las chicas van más adelantadas que los chicos en los dos pilares del aprendizaje, lectura y escritura y, quizás eso sea lo que les hace quedar rezagados, dice Jaume Camps. En cualquier caso, cada vez más las escuelas están dirigidas por mujeres, lo que juega a favor de las niñas y la feminización de los niños.

La situación de los chicos en el ámbito educativo es particularmente mala. El número de chicos repetidores de curso es mayor que el de chicas. También es mayor el número de los que abandonan los estudios antes de alcanzar el título de enseñanza obligatoria. Y entre los 16 y 29 años es mayor el número de chicos que ni estudian ni trabajan ni lo buscan. Ello conlleva que en una sociedad cada vez más exigente con los estudios y titulaciones, los chicos se sitúan en inferioridad de condiciones al inicio de su vida profesional.

Mientras resulta evidente que niños y niñas, consideradas en general, tienen diferentes necesidades educativas, el fracaso escolar masculino no cesa de aumentar. Según Camps: «Hace falta abordar de un modo desacomplejado la escuela diferenciada, que se propone precisamente que ambos sexos tengan todas las oportunidades”. Pero si alguien se atreviera a plantear semejante propuesta, quedaría inmediatamente descalificado  porque eso son “prácticas de la dictadura franquista”. Por tanto, ¡todos a la mixta!, sin que los padres  puedan elegir para sus hijos la escuela que les convenga, sea enseñanza mixta o diferenciada.